El ex rapero mallorquín que ama a Puigdemont y Puig, pero no Comín
Valtónyc hizo parte del trayecto de regreso del exilio con el expresidente y el exconsejero
BarcelonaJosep Miquel Arenas (sa Pobla, 1993), más conocido por Valtònyc, acusaba el lunes al eurodiputado electo de Junts, Toni Comín, de haberse transferido donaciones del Consejo de la República a la cuenta personal. La semana pasada ya lo insinuaba, pero de forma mucho más críptica: "Recomiendo alejarle de cualquier organización". "Valtónyc tiene dos grandes virtudes: no calla y siempre dice la verdad", subraya Mateu Xurí, el popular cantante de glosas mallorquinas que le espoleó a cantar en catalán para convertirse en el primer rapero en cantar en nuestra lengua en las Islas. "No calla aunque sea para denunciar a quienes teóricamente debían llevarnos al paraíso", añade en relación al Proceso.
Que no calla nada lo demostró años atrás disparando, con sus canciones, contra el líder de la entidad españolista Actúa Baleares, Jorge Campos, o la monarquía. Unas canciones que le comportaron a principios del 2018 una condena a tres años y seis meses de cárcel por enaltecimiento del terrorismo, calumnias e injurias graves a la Corona y amenazas. Si Pablo Hasél fue condenado por un juez que había sido militante de Falange, Valtónic fue condenado por un magistrado, Enrique López, que es partidario de ilegalizar a los partidos independentistas.
La condena le llevó a exiliarse en Bruselas, compartiendo penas y alegrías con Carles Puigdemont, con quien todavía mantiene una gran amistad ya la que considera parte de su familia, como el otro exconsejero exiliado, Lluís Puig . De hecho, primero con Puigdemont y después con Puig, hizo parte del trayecto de regreso a Catalunya el 28 de octubre de 2023, cuando los delitos habían prescrito. Les pidió que le acompañaran. "No quiero dejarlo aquí", estallaba a llorar cuando se despidió del expresidente, tras un sentido abrazo, en la Catalunya Nord.
Hijo de una familia trabajadora, se pagó los estudios de informática trabajando en una frutería. "Pero con la música descubrió una forma de expresarse", señala Pepa Pérez, que le tuvo de alumno en el instituto de Sineu, donde empezó a componer los primeros versos. También con la música tomó conciencia política. "Mi delito es ser de izquierdas e independentista, con eso es suficiente para que en España te persigan", denunciaba tras declarar por primera vez ante la justicia belga, que se negó siempre a extraditarle.