Feijóo busca darle la puntilla a Sánchez
El líder del PP aspira a una gran victoria que desestabilize al gobierno progresista, pero quedará tocado si no lo consigue
MadridPor mucho que las papeletas del 9-J no lleven los nombres de Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, los líderes del PSOE y el PP se la juegan este domingo. Conscientes de que las elecciones europeas también tendrán una lectura estatal, ambos se volcaron en la campaña, planteada como un plebiscito entre los dos principales partidos del Estado. Todas las encuestas, a excepción del CIS, sitúan a los populares a la cabeza, pero las altas expectativas iniciales del PP se han ido rebajando a medida que avanzaba la campaña y que los sondeos apuntan a que los socialistas estarían recortando distancia. Para el PSOE, un empate o que Teresa Ribera quede segunda a pocos puntos de la candidatura encabezada por Dolors Montserrat sería salvar los muebles, mientras que para el PP todo lo que no sea quedar por delante a una distancia considerable será leído como revés.
Feijóo necesita movilizar a su electorado en unos comicios que tradicionalmente tienen una baja participación. Afirma que una "derrota potente" del PSOE obligará a Sánchez a "claudicar" ya convocar elecciones generales, es decir, vende a las europeas como la forma de dar un golpe de gracia al presidente español. "Abriremos una nueva etapa", promete el PP, que cuando todavía no hace ni un año de los comicios del 23-J –que dejaron a su líder junto al Palacio de la Moncloa– ya riza para que los acontecimientos precipiten el fin de una legislatura que a Feijóo se le está haciendo larga nada más empezar. "España necesita esta victoria. No dejamos para las elecciones generales lo que podemos empezar en las europeas. Empezamos el cambio desde Europa", pidió el popular en uno de los últimos actos de campaña. Feijóo ha tenido una caravana propia, paralela a la de Montserrat, y ha realizado actos prácticamente cada mañana y cada tarde. Como insiste en proclamar, el líder de los populares ve en el 9-J una oportunidad de consolidarse, de demostrar que una mayoría de españoles desaprueba la gestión del líder socialista y que él representa una alternativa factible.
Pero estas aspiraciones pueden darsele en contra si no puede reivindicar una victoria sólida. Por un lado, porque Sánchez volvería a salir indemne de la aprobación de la amnistía y de la investigación judicial contra su mujer, Begoña Gómez, dos de los ejes de campaña con los que el PP ha atacado a los socialistas. Por otro, porque su liderazgo débil dentro del partido quedaría aún más cuestionado y se demostraría que por ahora no tiene posibilidades reales de sumar las fuerzas necesarias para desbancar al bloque de la investidura. Mientras Feijóo sólo puede contar con la ultraderecha para construir pactos, el hecho de que el PSOE pueda conformarse con un segundo puesto se explica por el hecho de que Sánchez sí puede aliarse con las formaciones a su izquierda, así como con el independentismo e incluso con el nacionalismo conservador. Que el líder del PP está atado de pies y manos en cuanto a las posibles alianzas lo demuestra la reacción que provocó que se abriera a presentar una moción de censura tras el 9-J, para la que necesitarían los votos de Juntos. Una posibilidad que su partido se apresuró a descartar inmediatamente después, dejando una vez más en evidencia a su líder pocos días antes de unos comicios.
Si la suma de la mayoría plurinacional supera a la del PP y Vox también se podrá considerar un aval a Sánchez, que encara el 9-J con el rebufo de la victoria de Salvador Illa en Catalunya hace sólo un mes. Desde el PP confían en que lo que le sirvió al PSC el 12-M se le gire en contra al PSOE este domingo. La amnistía, avisan, genera rechazo al resto del Estado también entre las filas socialistas, como demostró el presidente castellano-manchego, Emiliano García-Page, con el anuncio de un recurso contra la norma en el Tribunal Constitucional. Ahora bien, el PSOE ha vuelto a fiar su estrategia en el espantajo de la ultraderecha, que está disparada en las encuestas realizadas en toda la Unión Europea. Esta situación puede ayudar a los socialistas a movilizar al votante progresista ya capitalizar el voto de este espacio apelando al voto útil, en detrimento de sus socios en el Congreso. Por el contrario, el PP compite electoralmente con Vox, que puede lastrar la voluntad de Feijóo de arrasar en las urnas sacándole parte de sus potenciales votantes. De ahí los llamamientos de los populares a "unir" el voto en torno a su candidatura.
Con este contexto, el PP evita fijarse objetivos numéricos y su líder llama al votante para que impida "el empate" que ansía Sánchez. "Imagina qué estaría dispuesto a hacer si empatamos", ha advertido Feijóo en los últimos días de campaña. El presidente popular sabe que una victoria pírrica –no superar sobradamente la ventaja de un punto y medio conseguido en las españolas– no será suficiente para desestabilizar al ejecutivo de coalición, por mucho que la izquierda pueda ir a la baja. En todo caso, de confirmarse el escenario deseado por el PP Sánchez tampoco tendrá demasiados alicientes para arriesgarse a adelantar las elecciones generales después de haber sufrido una derrota el 9-J. Tampoco sus aliados parlamentarios, a los que los sondeos tampoco dan perspectivas demasiado favorables.
La batalla de la izquierda
Más allá de esta pugna PP-PSOE, este domingo también se entrega una batalla en el seno de la izquierda. Los movimientos realizados por Sánchez, tanto con la segunda carta como en política exterior –en especial con la causa palestina– han dejado a Yolanda Díaz en un segundo plano. A su proyecto político, además, no solo puede quitarle votantes al PSOE, sino que Sumar se enfrenta por primera vez al conjunto del Estado con Podemos. El resultado del 9-J aclarará cómo queda ese espacio político tras la ruptura de hace unos meses. Un mal resultado del partido de Díaz puede poner en cuestión la construcción de Sumar y debilitarla aún más dentro de una coalición en la que ya está teniendo dificultades por no ser arrinconada por Sánchez.