Feijóo no quiere ser presidente

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Felipe VI con Alberto Núñez Feijóo

BarcelonaFinalmente, Felipe VI hizo lo esperado y ofreció al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, la oportunidad de ser el primer candidato a buscar los apoyos del Congreso para la investidura. El rey se ahorró así los problemas que podía suponerle ponerse ahora a hacer de analista político y optó por la vía más sencilla: dar paso al ganador de las elecciones pese a saber que lo aboca a un fracaso. Una misión imposible que desde la óptica del líder del PP solo se explica porque lo que quiere Feijóo no es salir elegido presidente: es salir vivo.

Así, mientras que no presentarse a la investidura implicaba para el dirigente popular asumir el fin de la partida –y posiblemente de su aventura en Madrid–, manteniendo la ficción de la presidencia Feijóo logra tener, aunque sea por unos días, la iniciativa. Podrá presentarse ante la opinión pública como ganador de las elecciones, exponer su proyecto y, en última instancia, acusar al PSOE –volveremos a escuchar llamadas a los diputados socialistas para que rompan la disciplina de voto– de estar dispuesto a pactar antes con el independentismo que con los populares. Pero, sobre todo, lo que conseguirá Feijóo con este movimiento será aplazar al menos unas semanas el ruido de sables en Génova.

Porque, además de presentarse a la investidura, Feijóo dio otro paso decisivo. Desde la sala de prensa del Congreso de Diputados se abrazó de forma explícita a Vox y cedió ante Santiago Abascal, cosiendo su futuro al de la extrema derecha. Pese a saber que con este mensaje hacía imposible un ya de por sí improbable cambio de opinión de un PNV que ya negocia con los socialistas, y pese a que los populares están divididos entre los que, como Juanma Moreno, llaman a alejarse de Vox, si Feijóo decidió abrazar la vía Ayuso es, en el fondo, porque la presidenta madrileña y su entorno son los que más miedo le dan si de lo que se trata es de moverle la silla. Por eso asumió la alianza con la extrema derecha a pesar de que con la compañía de los de Abascal difícilmente encontrará los apoyos para ser presidente.

Sánchez se sienta a esperar

Al otro lado, Pedro Sánchez gana tiempo. Con la decisión de Felipe VI, el líder socialista puede, por un lado, esperar a ver pasar el cadáver de su adversario arrasado tras una investidura fallida, y por el otro, aprovechar que el foco está puesto sobre Feijóo para negociar discretamente con el independentismo sin la presión de tener que someterse a toda costa a un debate en el Congreso. Es decir, para poder decidir más adelante si el acuerdo está suficientemente maduro como para llevarlo a votación o, por el contrario, ir a una repetición electoral sin sufrir el desgaste de una derrota parlamentaria en la cámara baja que haga aflorar, además, las contrapartidas que haya puesto sobre la mesa de Junts per Catalunya y Esquerra para volver a ser presidente.

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