Aragonès dilata la decisión sobre la cuestión de confianza

El 'president' abordará la vigencia del compromiso con la CUP después de la aprobación de los presupuestos

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El presidente, Pere Aragonès, este miércoles al pleno

BarcelonaLa legislatura nació ya con un punto de inflexión en el calendario: la primera mitad del 2023. Esquerra adquirió el compromiso con la CUP de que el president, Pere Aragonès, se sometería a una cuestión de confianza en el Parlament para renovar el apoyo de los anticapitalistas, fijando una posible fecha de caducidad al mandato. Ahora bien, la ruptura dentro de la mayoría independentista a raíz del debate de los presupuestos de 2022 –que el Govern está cerrando con los comuns– ha dejado en el aire este compromiso y ahora Aragonès no garantiza jugarse el mandato en una votación en el Parlament dentro de dos años. “Los acuerdos programáticos con la CUP los cumpliremos porque me los creo y son buenos para el país. En las próximas reuniones evaluaremos si tiene sentido la cuestión de confianza. [Con los presupuestos] Ya ha habido una primera cuestión de confianza", defendió recientemente en una entrevista en La Vanguardia.

¿Habrá, pues, cuestión de confianza en 2023? Hoy por hoy no hay una respuesta clara desde el Govern y fuentes de Presidencia consultadas por el ARA recetan calma: afirman que la primera estación ahora es aprobar los presupuestos con En Comú Podem –el debate final es el 23 de diciembre– y posteriormente sentarse a hablar a fondo con la CUP para ver cómo queda el pacto –ahora roto– de investidura. “Es un debate todavía lejano”, afirman las mismas fuentes, constatando que el primer trámite de los presupuestos ya implicó una primera prueba de fuego de la alianza con los anticapitalistas. Desde Palau no esconden la sensación de que la CUP ha fallado en este primer reto del mandato y que, por lo tanto, si se tiene que hablar de cumplir acuerdos, es necesaria la implicación de las dos partes.

La sensación en las filas republicanas es que, después del no de la CUP a las cuentas, Aragonès quedaría liberado de una cuestión de confianza que lo volvería a someter a un test de estrés: o se tendría que asegurar de alguna manera el apoyo de los cuperos (no lo ha conseguido con las cuentas) o volver a contar con los comuns, lo cual ya le ha generado tensión con Junts. El resultado de un procedimiento así, que se supera con una mayoría simple de los votos, es clave: como recoge la ley de Presidencia, si el president pierde, cesa de su cargo.

A pesar de que ahora los cuperos se sienten lejos de la acción del Govern de Aragonès, desde el ejecutivo recuerdan que todavía se pueden rehacer las cosas. Entre otros motivos porque, previamente a la cuestión de confianza, se tendrían que debatir y aprobar otras cuentas, las de 2023. La decisión, pues, se podría dilatar todavía más en el tiempo, a pesar de que la CUP mantiene la exigencia: afirma que si Aragonès es president es porque se comprometió a una serie de cuestiones que se tienen que cumplir a pesar de su veto a los presupuestos, en palabras recientes de la diputada Eulàlia Reguant. “No se puede poner a la CUP como excusa para no evaluar su acción de gobierno”, añadía hace poco también el diputado Xavier Pellicer, si bien también admitía que la cuestión de confianza no es la principal “preocupación” de la izquierda anticapitalista ahora mismo.

¿Y qué opina el socio de Govern? Esta semana la presidenta del Parlament y presidenciable de Junts el 14-F, Laura Borràs, instó a Aragonès a mantener la cuestión de confianza o “replantearse la legislatura”. En una entrevista a Catalunya Ràdio aseguró que corresponde al president y a su partido valorarlo, pero añadió que revalidar los apoyos en la cámara era un “compromiso muy fuerte” del mandato. ¿Significa esto que Junts exige a Aragonès que se someta a la cuestión de confianza? Fuentes del partido en el Govern lo niegan. Desde Vicepresidencia no entran a valorar qué tiene que hacer el president, aseverando que es un compromiso entre Esquerra y la CUP en el que Junts no participó. También afirman, sin embargo, que Aragonès les tiene que aclarar cómo garantizará la estabilidad del ejecutivo –si no se rehace la confianza con la CUP– y si quiere a los comuns como socio estable. En este supuesto, las mismas fuentes avisan de que cualquier acuerdo de estabilidad tiene que ser “compatible” con el pacto ERC-JxCat, que mandaba preparar un “embate democrático” como alternativa a la mesa de diálogo.

Un precedente reciente

La CUP y las cuestiones de confianza ya son pareja de baile oficial en la política catalana, puesto que la única que se ha hecho en Catalunya, en 2016, sirvió para rehacer su compromiso con el entonces presidente, Carles Puigdemont. Fue la manera que encontraron en ese momento los inquilinos del Palau y los cuperos de desencallar la crisis generada solo unos meses antes: la CUP tumbó por primera vez en la historia el proyecto de presupuestos de la Generalitat en el primer trámite. Para resolverlo, Puigdemont y los dirigentes anticapitalistas, entre los cuales la diputada Anna Gabriel, mantuvieron conversaciones durante el verano del 2016 para rehacer la hoja de ruta del Procés y situar un referéndum unilateral en el horizonte y, al mismo tiempo, demostrar la solidez de la mayoría independentista en el Parlament a través de la superación de la cuestión de confianza. “Referéndum o referéndum”, espetó entonces Puigdemont para obtener el voto favorable de los cuperos. Ahora la CUP querría que Aragonès hiciese lo mismo para volverse a alinear con el Govern. Pero el president descarta un referéndum unilateral este mandato. La intención de Aragonès es exprimir al máximo la negociación con el gobierno español con el objetivo de obtener resultados que legitimen su continuidad en el cargo.

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