Illa advierte a ERC que fijar un límite a la mesa de diálogo es "chantajear"

La CUP avisa que la negociación puede acabar en cualquier momento

Ara
y Ara

BarcelonaTanto la CUP como Junts han avalado desde el escepticismo que se dé una oportunidad a la mesa de diálogo. Esquerra, con la legitimidad de ser la fuerza independentista más votada, ha conseguido convencer a los otros partidos para probar su vía ahora mismo predilecta. Junts y la CUP lo han aceptado, pero con condiciones. Mientras que las de la formación de Carles Puigdemont todavía no han trascendido, las de los cupaires figuran en su acuerdo con los republicanos y son dar dos años de margen a la negociación. Concretamente, pactaron que pasados dos años la mesa del diálogo se evaluará y se decidirá si se sigue apostando por esta vía o se abre "un nuevo embate democrático", a pesar de que precisan que la negociación puede acabar antes de este periodo. Estas son unas condiciones que el líder del PSC, Salvador Illa, ve como "un chantaje". En una entrevista en Efe, el socialista ha dicho que cree que no es "aceptable" que si en dos años no se ha acordado lo que se quiere se apueste por la unilateralidad. "Esto no es dialogar, es querer imponer", critica.

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No solo carga contra este punto del pacto entre ERC y la CUP, sino que considera que es "un mal acuerdo" que evidencia "una subordinación política, conceptual e incluso moral" de los republicanos a la formación anticapitalista. En la línea de las últimas semanas, Illa está siendo muy duro con la CUP, un hecho que verbalizó en los dos debates de investidura. "Lecciones, las justas, porque no hay fotos de líderes socialistas abrazados y dándose un beso con el señor Artur Mas. Las credenciales de izquierdas no se predican, se practican", espetó Illa a la CUP, evocando la imagen del abrazo entre el expresident catalán Artur Mas y el exdiputado de los anticapitalistas David Fernàndez después de la consulta del 9-N de 2014.

Sea como fuere, Illa ha intentado estas semanas acercar ERC a los socialistas y a los comuns y alejarlos de Junts y la CUP –propuso a ERC una mayoría alternativa que pasaría por el apoyo externo de los republicanos a un gobierno de PSC y En Comú Podem–. En la entrevista, el socialista sigue con esta tónica, puesto que ha extendido la mano a Pere Aragonès para ayudarle a reactivar la mesa del diálogo. Illa, sin embargo, tal y como hizo en el segundo pleno de investidura, insiste en desarrollar otra mesa, dentro de Catalunya, donde participen los grupos parlamentarios.

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La CUP avisa que la mesa de diálogo puede acabar en cualquier momento

Mientras el PSC critica el límite de dos años a la mesa de diálogo, la CUP advierte que la negociación puede acabar en cualquier momento. "Nosotros no damos dos años de margen a la mesa", afirma la diputada cupaire Eulàlia Reguant a Europa Press. En este sentido, precisa que "como mucho en 2023 se evaluará, pero si la mesa se da por quebrada antes, se da por quebrada antes". Al 2023, pues, lo ve como el plazo máximo para decidir sobre el futuro de la negociación y añade que la fecha no es casual: "Habrá elecciones en el Estado, si no son antes".

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Aunque de momento se apueste por el diálogo, Reguant defiende que el "nuevo embate democrático" se tiene que construir desde el principio de la legislatura y no a partir de 2023. El encargado de hacerlo será el estat major, que los antisistema y los republicanos pactaron que fuera una mesa estratégica de nueva creación. ERC, sin embargo, en su particular negociación con Junts, ha propuesto que esta mesa esté en el marco del Consell per la República pero con direcciones diferenciadas. Reguant no se ha posicionado sobre esta cuestión y se ha limitado a afirmar que el Consell se tiene que reformular para que no sea "una herramienta partidista de Junts".

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Y es que Reguant es muy crítica con los de Puigdemont. Asegura que "quieren ganar en los despachos lo que perdieron en las urnas" y que todavía no han digerido los resultados electorales, una expresión que también usó el republicano Sergi Sabrià. También ha cargado contra la manera de negociar de Junts, que ha tildado de "perversa" por no comunicar hasta última hora su apuesta para presidir el Parlament. Aún así, los dardos también van dirigidos a los republicanos: "ERC a veces tiene el síndrome del hermano pequeño, que no se atreve a enfrentarse al hermano mayor". Con todo, Reguant alerta que las relaciones entre ERC y Junts son incluso peores que en la anterior legislatura y que esto se traduce en "muy pocas" negociaciones a tres bandas. Concretamente, afirma que no se han reunido los tres desde antes de la constitución del Parlament, hace un mes.