Illa no garantiza los presupuestos pese a la cesión de Aragonès con la B-40
El 'president' asume su "contradicción" y presiona al líder socialista para firmar el acuerdo cuanto antes
BarcelonaEl Parlament tenía que ser este jueves el escenario donde se escribiera el epitafio de la negociación de los presupuestos catalanes. Todo estaba dispuesto para que el PSC y ERC escenificaran en el pleno de la cámara sus divergencias sobre la B-40 –la autopista que los enfrenta desde hace semanas– y que esta discusión acabara certificando el fracaso de las conversaciones sobre las cuentas. Pero en un giro que ha cogido por sorpresa a todo el mundo, ERC ha anunciado que aceptaba la construcción de esta carretera, un gesto a la desesperada para hacer reflexionar a los socialistas. El PSC ha celebrado el cambio de criterio y se ha abierto a retomar la negociación, pero no se ha movido de su no a las cuentas y mantiene la incógnita de si los aprobará.
Todo ha empezado a cambiar alrededor del mediodía. El president Pere Aragonès se ha encerrado con la dirección del grupo de ERC en el Parlament en los despachos de la cámara. Unos minutos después, el diputado republicano Ferran Estruch ha anunciado ante el pleno que su partido votaría sí a la moción del PSC que defendía empezar de manera inminente el proceso de construcción de la B-40. Todo el mundo esperaba un no o una abstención de Esquerra, pero los republicanos han decidido poner punto final a décadas de oposición al tramo de esta autopista entre Sabadell y Terrassa. Una cesión en toda regla. El argumento ha sido que si esto permitía a la Generalitat tener presupuestos, la claudicación estaba justificada. La moción ha quedado aprobada.
Según la moción, el Govern asume ahora el compromiso de sentarse con el ministerio de Transportes y "hacer efectivo" en dos meses "el convenio de acuerdo y financiación que garantice la redacción del proyecto de la ronda Norte de los sistemas urbanos de Terrassa, Sabadell y Castellar". Por si esto no fuera suficiente, queda por escrito también que "la ejecución de las obras" irá a cargo de la Generalitat. Tendrá la responsabilidad de hacerlas uno de sus grandes opositores, el exalcalde de Sabadell y actual conseller de Territorio Juli Fernández. Fuentes republicanas aseguran al ARA que el consejero estaba informado de la situación y que ha participado también en las deliberaciones que han conducido a tomar la decisión.
Claudicar en su oposición histórica a la B-40 no es un hecho inocuo para Esquerra. No solo supone una cesión al PSC, sino que también expone a los republicanos al descontento de su militancia en el Vallès pocos meses antes de las elecciones municipales. También es un movimiento problemático en el grupo parlamentario. Todo el mundo ha mantenido la disciplina de voto y ha dicho sí a la moción, pero varios diputados no han disimulado su disgusto. Ni de puertas adentro, ni en el momento de la votación. En la balanza del presidente Aragonès, sin embargo, ha pesado más intentar tener unos presupuestos que le darían oxígeno para tratar de agotar la legislatura.
En una comparecencia desde el Palau de la Generalitat posterior a la votación, el president ha explicado el porqué de su giro. No ha escondido que la B-40 no es su "modelo de movilidad", pero ha justificado que hay un "bien superior" que había que preservar, que era tener presupuestos. Asímismo, ha admitido que apoyar la autopista es una "contradicción" que puede tener un "coste" y un "desgaste político y personal", pero que los asume. A cambio de encajar este coste, no obstante, coloca toda la presión en los socialistas, a quienes reclama firmar "ya" el pacto. "Ya no hay ninguna excusa ni ningún escollo para aprobar el presupuesto", ha remarcado.
El PSC no cede
¿Será todo ello suficiente para que el PSC reconsidere su negativa a los presupuestos? Por ahora, no. Illa ha comparecido por la tarde y ha aceptado retomar las negociaciones, pero no fija un límite sobre hasta cuando pueden durar las conversaciones ni dice con precisión qué más quiere aparte de la B-40. "No puedo decir que haya un acuerdo cerrado. Estamos más cerca, sí, pero queda trabajo por hacer y puntos pendientes", ha concluido. Sobre los puntos pendientes, se ha limitado a decir que son relativos a "la protección de los ciudadanos" y a "inversiones sobre las cuales hay que seguir trabajando". Ninguna otra pista.
En el Palau de la Generalitat ya hace días que sospechan que el PSC no quiere ningún acuerdo, pero, a la vez, tampoco quiere dar por rota la negociación para no quedar como el responsable de la ruptura. A pesar de la cesión de hoy con la B-40, esta sospecha sigue rondando sobre el ejecutivo. En el Govern ha generado especial perplejidad que Illa haya hablado de no retomar las negociaciones hasta "el lunes", de aquí a más de tres días, alegando motivos "de agenda". Desde la Generalitat manifiestan su disgusto: "¿Por agenda? Por agenda no debe de ser", explican fuentes del Govern.
Los 'comuns' dentro, Junts fuera
El cambio de parecer de ERC con la B-40 también ha obligado a mover ficha a otros dos grupos, que lo han hecho de manera opuesta. A pesar de que rechazan la B-40, los comuns mantienen su compromiso de aprobar los presupuestos. El argumento de su líder, Jéssica Albiach, es que tiene la palabra del presidente Aragonès de que las cuentas no incluirán "ni un euro" para esta autopista y, con esto, ya se dan por satisfechos. El dinero, en cambio, con toda probabilidad lo pondrá el Estado.
La situación de Junts es la opuesta. A pesar de que sí que son partidarios de la autopista, el partido de Borràs y Turull hoy se ha alejado algo más de las cuentas. Turull ha reprochado a ERC los "esfuerzos" por pactar con el PSC y ha considerado que evidencian que los republicanos ya han elegido socio y que este son los socialistas. Hace semanas que el Govern y Junts constatan que las conversaciones no van a ninguna parte –son demasiado recientes las heridas del divorcio en la Generalitat– pero hasta ahora les ha interesado a todos mantener las apariencias.
La negociación de los presupuestos entre el Govern y el PSC ha ganado hoy un margen de tiempo que nadie pensaba que quedaba. La pregunta de si Catalunya tendrá nuevas cuentas este año, sin embargo, sigue sin tener una respuesta clara.