El independentismo vuelve a la calle con el catalán como punta de lanza
La movilización es inferior en un momento en el que Junts y ERC han hecho de la negociación con el Estado su estrategia
BarcelonaLejos quedan las Diades de las manifestaciones independentistas masivas, aquellas que acababan marcando el curso político y generando un punto de inflexión en el paradigma catalán y también estatal. Catalunya se ha situado desde hace al menos año y medio –cuando el independentismo perdió el gobierno de la Generalitat tras las elecciones del 12-M– en el post-Proceso y la Diada de este año lo certifica. Ahora bien, aunque es cierto que la movilización de este Onze de Setembre ha tenido aún menos participación –unas 41.500 personas entre Barcelona, Girona y Tortosa– que hace un año –70.000 en toda Catalunya–, las calles siguen llenándose de incondicionales que evidencian que el movimiento no ha desaparecido. No tiene el poder institucional que ostentaba hasta hace un año, con la Generalitat como máximo exponente, pero los partidos independentistas siguen condicionando las legislaturas catalana y estatal. De hecho, tienen la clave. Y como ocurría antes del 2010, cuando el Proceso apenas arrancaba, ahora ya no marca la agenda política el camino hacia un estado propio, sino cuestiones del día a día pero que también vertebran una nación. El catalán es el ejemplo más claro y se ha convertido en punta de lanza esta Diada.
La lengua catalana es, precisamente, la cuestión que genera un consenso entre dos mundos que a lo largo del Proceso se han repelido: el independentismo y todo el espacio del PSC. El gobierno de Salvador Illa no comparte –y anunció que la recurriría– la decisión de este miércoles del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) de anular buena parte del decreto de régimen lingüístico que el gobierno de Pere Aragonès aprobó para blindar el catalán en la escuela como lengua vehicular y que no se implementaran porcentajes lingüísticos. El independentismo tampoco la comparte. Con matices y tonos diferentes, pero tanto el propio presidente de la Generalitat, Salvador Illa –que hizo un llamamiento a defender el catalán en su discurso institucional– como representantes institucionales del independentismo como el presidente del Parlament, Josep Rull –que aprovechó la ofrenda floral en el monumento de Rafael Casanova para cargar contra la sentencia y presentarla como uno de los elementos que "masega".
Habrá que ver si hay unidad de acción en la respuesta a la sentencia. Sin embargo, el mensaje más contundente dentro del independentismo ha llegado desde la manifestación de Barcelona. Ha sido por boca del presidente del ANC, Lluís Llach, quien ha llamado a desobedecer la sentencia del TSJC y ha puesto de ejemplo el 1-O. "Exigimos a nuestras instituciones que no permitan que la obsesión de un juez dinamite nuestra escuela. Y si el Estado y sus tribunales quieren imponernos esta sentencia, desobedecemos", ha dicho. De hecho, Llach todavía ha ido más allá y, siguiendo la línea estratégica de la Asamblea, también ha defendido que esta desobediencia se extienda al resto de "vulneraciones de derechos" para reactivar el independentismo.
Llach ha situado en la lista de agravios Sijena o también Cercanías. En esta última cuestión también ha puesto el cuerno el gobierno de Isla. Solucionar el desbarajuste de este servicio ferroviario –que ERC pactó traspasar a la Generalitat a cambio de investir a Pedro Sánchez– es una de las obsesiones del presidente de la Generalitat y también otro de los temas que marcan la agenda política en la era post-Proceso y generan consenso entre socialistas e independentistas.
La relación con la extrema derecha
Una de las imágenes de este Onze de Setembre era ver cómo recibía el independentismo la líder de Aliança Catalana, Sílvia Orriols, que participaba en la manifestación de la Diada por primera vez desde que es alcaldesa de Ripoll. Orriols no ha sido protagonista de la manifestación, pero tampoco ha pasado desapercibida: ha comenzado la manifestación escoltada por los Mossos d'Esquadra y ha sido recibida con banderas palestinas y gritos antifascistas de parte de los manifestantes. El crecimiento de Aliança tensiona el independentismo, que lleva meses insistiendo en desmarcarse de sus discursos xenófobos y destacar cómo Catalunya históricamente ha sido tierra de acogida.
De hecho, previendo la presencia de la extrema derecha en la manifestación de este año, Òmnium ha querido contrarrestar este discurso horas antes. En el acto que la entidad cultural debía celebrar en Barcelona, pero que ha terminado suspendiéndose por la lluvia, su presidente, Xavier Antich, sí ha pronunciado un discurso acompañado de miembros de la junta directiva de la entidad para defender la "diversidad" de Catalunya. "Esta diversidad no es una anomalía. La inmigración es un fenómeno estructural desde hace más de un siglo, y estamos orgullosos de ello", ha dicho Antich.
Más allá de la presencia de Orriols, la manifestación –pendiente del cielo hasta el último momento– ha tenido una ausencia destacada, la del líder de ERC, Oriol Junqueras, que ha preferido no ir. Esquerra sí ha enviado una representación, encabezada por Elisenda Alamany, secretaria general del partido. Ahora bien, no es ningún secreto que la estrategia de la ANC no la comparten los republicanos, que todavía tienen clavados los silbidos que recibieron en anteriores Diades dirigentes como Junqueras o el expresident Pere Aragonès. Ahora bien, tal y como ya ocurrió el año pasado, en esta Diada no ha habido sitio para los reproches, y Llach incluso ha hecho un llamamiento a la unidad de los partidos independentistas. Sin embargo, a estas alturas esto parece una quimera. Cada uno está inmerso en definir su propia estrategia y conseguir ser quien tiene mayor influencia en Madrid.
Justamente el poder negociador que se disputan ahora Junts y ERC es el que también evidencia el regreso a los años previos al 2010. En la ofrenda floral al monumento a Rafael Casanova era como si se hubiera puesto el contador a cero otra vez. Como si Catalunya hubiera vuelto a los años previos al Proceso, cuando el PSC reivindicaba la nación catalana –lo ha hecho la portavoz del Govern, Silvia Paneque– y los partidos independentistas iban un paso más allá y llamaban independencia. Entre la delegación de ERC se han escuchado gritos de "Visca Catalunya lliure" y los representantes de Junts han gritado "Independencia" después de cantar Los segadores. La incógnita que queda ahora es si llegará una Diada que sea la chispa que reactive el independentismo.