Crónica

Iván Redondo vende a Iván Redondo

Joan Burdeus
3 min
Iván Redondo y Josep Maria Pou, juntos al Teatro Romea

BarcelonaIván Redondo vendía candidatos y ahora que se ha quedado sin ellos, vende a Iván Redondo. De momento está teniendo éxito: un artículo semanal en La Vanguardia a cinco columnas sería lo más obvio, pero que el lector conozca el nombre de un consultor político es lo que mejor lo resume todo. Desde que el jefe de gabinete de Pedro Sánchez fue defenestrado el julio pasado, España ha asistido a una gira de promoción exitosa, que ha transformado en fama su supuesto papel protagonista en la moción de censura contra Mariano Rajoy. Y si el mejor consultor político es como el mejor espía, ¿conoceremos alguna vez su nombre? Para estar promocionando un libro que lleva por título Moncloa: Iván Redondo. La política o el arte de lo que no se ve, a Redondo lo estamos viendo por todas partes.

Y muy visible era este jueves al atardecer en el escenario del Teatre Romea, junto al actor Josep Maria Pou. El acto era un negocio, disculpad la broma, redondo: como en el Romea están pasando Viejo amigo Cicerón, una obra centrada en la figura del célebre orador romano, se proponía un diálogo entre Pou, que en la función hace de Cicerón, y Redondo, que se supone que es el coach de cicerones de la España contemporánea. El escenario estaba decorado como una biblioteca de estilo colonial (buena madera y verde esmeralda de las míticas luces de banquero), y los dos señores han conversado sobre Commentariolum petitionis, que se podría traducir por Manual del buen candidato, que recoge una serie de consejos de Cicerón para ganar elecciones. El público quería oír que en la política todo es teatro, y alguna colleja de Redondo a sus ex jefes.

Por eso Redondo no se lo ha dado todo. La ley elemental del marketing pide inflar las expectativas difiriendo eternamente su cumplimiento. Cuando Pou leía a Cicerón diciendo: “Todos los ciudadanos prefieren una mentira a una negativa”, Redondo respondía: “Si no fuera así, no se entendería la victoria de Isabel García Ayuso o el crecimiento de Vox”, para hacerse el íntegro y decir que “la verdad siempre se impone”. No sabemos dónde debía de quedar "la verdad" en la campaña racista Limpiando Badalona que él mismo dirigió para Xavier García Albiol. Y de Sánchez solo hay que decir que Redondo llevaba la corbata de rojo inconfundiblemente socialista. Lo más llamativo que se ha dicho es que no tendría que haber prometido que bajaría el precio de la luz. Cuando ha tenido que elegir a su orador preferido, Redondo ha dicho Miquel Iceta.

La fuerza de la aleatoriedad

La idea fuerza de Redondo es la audacia, o, como le gusta decir en términos técnicos: “Hay que hacer que las cosas pasen, y no verlas pasar”. Esto lo podemos entender todos, porque nadie gasta dinero en consultores para administrar eficientemente y en silencio. Como hemos visto en los artículos en La Vanguardia, Redondo disfruta exhibiendo datos demoscópicos y proponiendo una lectura política arriesgada. Una semana “Yolanda Díaz puede ser presidenta” y quince días después “Ayuso y Vox conseguirían 202 escaños en las generales”. El subtexto siempre parece el mismo, “si me contrataran a mí como asesor”.

Como Redondo ha hecho correr que su juego preferido es el ajedrez aleatorio, es justo ofrecer una compilación de las citas que ha dicho con gran solemnidad, igualmente aleatorias: “En política, lo más importante es el tiempo”; “La percepción es realidad”; “Los mejores aparecen en los momentos clave” o, mi preferida, “Después de las elecciones andaluzas pasarán cosas”. Hay dos tipos de personas que hablan con aforismos, los genios y los cuñados, y yo os diría que esta Navidad no querréis estar en la misma mesa que Iván Redondo si toca hablar del precio de la luz o de vacunas.

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