La legislatura catalana

Junqueras comienza a marcar distancias con los socialistas

Esquerra celebrará en marzo la segunda fase del congreso, donde deben definir el rumbo político y estratégico del partido y sus alianzas

BarcelonaEn plena guerra interna, Esquerra tuvo que tomar una de las decisiones que más han tensionado al partido: investir al líder del PSC, Salvador Illa, presidente de la Generalitat. La dirección al completo se volcó al defender el después de haber arrancado el compromiso a los socialistas de sacar adelante un nuevo modelo de financiación para Catalunya, Oriol Junqueras, que en ese momento no era presidente del partido porque había dimitido unas semanas antes, no se pronunció y todavía no ha revelado. qué votó en la consulta. Ahora es él quien tendrá que gestionar ese pacto y definir qué relación quiere tener con los socialistas tanto en la Generalitat como en Madrid, pero también en Barcelona, ​​donde el debate sobre sí ERC debe entrar en el gobierno municipal de Jaume Collboni aún no se ha cerrado. La ponencia política a debatir en marzo tendrá que poner negro sobre blanco en la política de alianzas del partido. Pesarán los incumplimientos que han acumulado los socialistas y que han ido minando la confianza de los republicanos hasta el punto de que nadie de la nueva dirección garantiza ahora mismo que puedan avalar las cuentas ni en Salvador Illa ni en Pedro Sánchez y darles otro balón de oxígeno.

El presidente catalán y también el español esperaban que Esquerra acabara la primera parte del congreso para tener al otro lado nuevos interlocutores definidos para abrir estas dos carpetas. Pero la actitud de los republicanos fue fría y, lejos de mostrarse predispuestos a sentarse y empezar a negociar, avisaron de que no lo harán mientras no haya evidencias de que los acuerdos de investidura se cumplen. La secretaria general de ERC, Elisenda Alamany, lo verbalizó en la primera rueda de prensa que dio tras asumir el cargo: "No hay equipo negociador porque no hay negociación". Alamany sí dijo esta semana que cualquier interlocución con los socialistas la llevará la misma dirección nacional: "El presidente y la secretaria general o las personas que habilitamos". Hasta ahora, era Josep Maria Jové quien capitaneaba las negociaciones con los socialistas, pero ahora, pese al ofrecimiento de Junqueras para seguir presidiendo el grupo parlamentario, perderá ese rol de dirigir las conversaciones entre bambalinas.

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La número dos de los republicanos insistió en que hasta ahora Esquerra no ha visto "grandes cumplidos" y advirtió: "Se nota que [Salvador Isla] no tiene ninguna urgencia para aprobar los presupuestos, pero nosotros sí tenemos prisa para el cumplimiento de los acuerdos". La principal cuestión sobre la que los republicanos quieren ver avances está en la financiación singular. De cara al primer trimestre del próximo año, Isla se ha comprometido a reunir la comisión bilateral y de asuntos económicos para poner manos a la obra. Pero el acuerdo que Esquerra firmó con los socialistas iba más allá de la financiación y situaba otras cuestiones como celebrar una convención nacional en el Parlament para resolver el conflicto político, que sigue sin fecha. El partido también pactó con Pedro Sánchez hace un año otras medidas como el traspaso de Cercanías o la condonación por parte de la deuda del FLA. Nada se ha materializado todavía y es aquí donde ERC también ha puesto los focos. En el caso de Cercanías, se han ido dando pasos para empezar a desplegar este traspaso.

Juego de equilibrios

Esquerra marca distancias con los socialistas consciente de que el congreso no ha terminado, sino que queda ahora el grueso político por debatir. Es precisamente por eso que la dirección nacional ha puesto el freno de mano a la hora de poner fecha para negociar los presupuestos estatales o catalanes, o abrir el debate sobre Barcelona. "Calma y paciencia", receta un miembro de la nueva ejecutiva, que avisa a los socialistas de que son ellos quienes deben adaptarse al ritmo de quien tiene los votos clave. Nadie descarta ningún escenario. Todo ello formará parte de un juego de equilibrios y argumentos para poder justificar cualquier acuerdo con los socialistas ante la militancia. Es decir, para validar las cuentas de Isla, los republicanos necesitarán vender avances en los acuerdos de investidura, especialmente en financiación. Una situación similar a la de Madrid, a la que se añade la competición que mantienen con Junts. Y además, tendrán que decidir si vuelven a negociar con Jaume Collboni entrar en su gobierno municipal, un escenario que primero tendrá que validar la militancia. Los detractores de cualquier acuerdo con el PSC en la capital catalana están dispuestos a movilizarse de nuevo para oponerse como hicieron en junio, cuando la federación de Barcelona aplazó la consulta porque se desbordaron las previsiones de aforo.

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Ante todo, lo más probable es que no se tome ningún tipo de decisión en ninguna de las tres instituciones hasta que los republicanos hayan superado la segunda parte del congreso, prevista para el 15 y 16 de marzo. Los socialistas están dispuestos a esperar, porque saben que cualquier medida de presión puede serles contraproducente. Lo evidenciaba la viceprimera secretaria y portavoz del PSC, Lluïsa Moret, este martes en una entrevista en la agencia Efe. "Desde el respeto, esperamos que la nueva dirección de ERC se posicione, se estabilice y podamos mantener y reforzar los espacios de diálogo, negociación y contacto que hemos tenido de forma permanente", apuntaba, para después añadir: "Seremos respetuosos y estaremos a la expectativa de cómo se va configurando todo ese proceso".