Los abuelos y abuelas de los candidatos

El Salvador, el abuelo de Salvador Illa, el carbonero del Montseny que se hacía su propia ratafía

Los abuelos paternos del candidato socialista nacieron en una masía, donde el abuelo Salvador hizo todo tipo de trabajos

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Salvador Illa y Ana Moré, abuelos de Salvador Illa

BarcelonaLos Isla bajaron del Montseny. Bajaron de aquellos bosques llenos de pinos, llenos de hayas, alisos y chopos hacia el Vallès. "¿Cómo era mi abuelo? Era un hombre de montaña", dice el candidato socialista Salvador Illa recordando al abuelo, de quien heredó el nombre. "Nació en una masía del Montseny, y la abuela nació a treinta pasos del abuelo", añade. El candidato tiene muchos recuerdos sobre sus abuelos, Salvador Illa y Ana Moré, ya que vivió con ellos muchos años. Cuando el padre del político se casó, todos fueron a vivir juntos en la misma casa en la Roca del Vallès. En un hogar donde los nietos mirarían fascinados a aquel hombre que había hecho todo tipo de trabajos en los bosques. "No era un hombre de payés, era un hombre de montaña. Fue carbonero y fue cestero. También vendedor ambulante durante una parte de su vida. Y limpió bosques, así que muchas semanas no dormía en casa, ya que se quedaba a dormir en el Montseny", relata Illa, que también guarda buenos recuerdos de Jaume y Maria, los abuelos maternos. Ahora bien, al no compartir techo con ellos, no tiene tantos recuerdos.

En cambio, sí recuerda un montón de anécdotas de la abuela Ana, aquella mujer que hizo de modista: "Cuidó, ya que el abuelo pasaba días fuera. No siempre estaba. Ella sí. Recuerdo jugar en la cocina, escondiéndole el delantal, cuando cocinaba. Era una mujer muy inteligente, mucho. Una generación que trabajaba con las manos, fuese cosiendo, cocinando o cargando carbón. "Al abuelo le recuerdo haciendo cestos. Buscando mimbres, partiendo las cañas, dándoles forma", rememora. Difícil no sentirse fascinado por la figura de un abuelo que iba al bosque en busca de piñas y hierbas para hacerse "su ratafía y sus licores". Un hombre que tenía su huerto, ya que amaba la tierra, lo que ayudó en aquella posguerra en la que las mesas estaban vacías a la hora de cenar. Y las barrigas también. El abuelo Salvador sufrió la Guerra Civil, ya que le reclutaron y se marchó al frente, de donde volvería enfermo. Pero tuvo suerte, pues pudo volver entero a ese Montseny donde conocía todos los caminos. Isla, por cierto, tiene otro recuerdo muy especial relacionado con el abuelo Salvador: el fútbol. "Se aficionó al deporte en Cardedeu. El fútbol le atrapó. Y era él quien los fines de semana nos llevaba a todos a Sarrià a ver los partidos del Espanyol". Aquel abuelo que le levantaba por encima de los hombros, fuerte como era, cuando caminaban por el Montseny, era el mismo con quien sufría en el viejo Sarrià. Abuelo y limpio, dos Salvadores unidos por una pasión.

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