Salvador Illa, el apasionado de la filosofía que aprendió disciplina en el cuartel del Bruc

El candidato del PSC saltó a la fama como ministro de Sanidad después de años ocupando cargos en un discreto segundo plano

Caricatura de Salvador Isla
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BarcelonaSalvador Illa i Roca (la Roca del Vallès, 1966) es, ante todo, un hombre disciplinado. Colaboradores, ex subordinados y compañeros de partido destacan la tenacidad, la capacidad de organización y la templanza del ahora candidato socialista a la Generalitat, que se incorporó a la carrera electoral catalana en el 2021, recién aterrizado del ministerio de Sanidad y después de ocupar cargos de responsabilidad en el sottogobierno de la Generalitat y en el Ayuntamiento de Barcelona, ​​siempre desde un discreto segundo plano.

¿Pero quién es Salvador Illa? Hijo de una familia trabajadora de La Roca, se graduó en filosofía en la UB –estudios que, durante un tiempo, simultaneó con los de derecho– y, después, hizo un máster en el IESE para reorientar su carrera hacia el sector privado, en el que trabajaría unos años como directivo de exportaciones de la empresa de plásticos Intermas. "Era un estudiante excelente y tenía una muy buena relación con sus compañeros. Daba muchas vueltas a las cosas", explica una de sus profesoras. Todas las fuentes consultadas por el ARA coinciden en señalar que Isla –una persona reservada– no manifestaba abiertamente su adscripción política, pero sí mostraba cierto interés en los asuntos públicos. "Le gustaba discutir sobre la democracia griega y analizar las cosas", apunta otra fuente. Sus campos de estudio predilectos eran la filosofía analítica y la lógica.

La "pasión intelectual" por la filosofía

Según explican quienes le conocieron, el joven Isla afrontaba los problemas con voluntad de resolverlos, le gustaba escuchar a amigos y conocidos y tenía una verdadera "pasión intelectual" por la filosofía. El servicio militar obligatorio, que realizó en el cuartel del Bruc, acentuó su predisposición a la disciplina, que aún mantiene en una de sus grandes aficiones: correr. Entre semana y en fin de semana, Isla despierta de madrugada para empezar a las 5 su entrenamiento por la Roca, que mantiene incluso al día siguiente de actos que se han alargado hasta la noche o cuando debe viajar . "Tiene la cabeza fría. Es una persona muy metódica", explica un compañero con el que hace deporte. El mismo método espartano lo aplica en la agenda: al líder socialista no le gusta tener vacíos. Si los tiene, los aprovecha para realizar llamadas (desde alto nivel a concejales de pueblos pequeños de su partido).

En 1987 Illa dio el salto a la política municipal en la Roca del Vallés de la mano de Romà Planas, el alcalde y hombre de confianza de Josep Tarradellas. El entonces concejal estaba implicado en la vida local: había fundado una revista municipal, La Roquerols, y entrenó un equipo de fútbol base en el pueblo. La muerte súbita de Planas de un infarto en 1995 precipitó que Isla le sustituyera en el cargo, en el que se mantuvo durante diez años (con una moción de censura de por medio y un tramo final muy convulso). Técnicos con los que trabajó le recuerdan como un "buen gestor" y un político "serio" y capaz de motivar a su equipo. "Pero ya se veía que tenía ambición y que daría un salto", apunta otra fuente. Así fue: en 2005 se convirtió en director general de Infraestructuras del departamento de Justícia.

Luces y sombras en la Roca

La gestión de Isla en la Roca tiene luces y sombras: para algunos, modernizó el pueblo con un planeamiento urbanístico ambicioso, con grandes proyectos como La Roca Village o el campo de golf de Vilalba; otros aún le reprochan que recalificara terrenos rurales para hacer crecer al pueblo de espaldas a reivindicaciones vecinales y de los ecologistas. La Isla alcalde seguía siendo una persona reflexiva, pero también decidida. "Cuando tomaba una decisión, la tomaba y se mantenía firme. Él defendió que eran proyectos que traerían prosperidad", explica una voz local. Precisamente, Illa ha reprochado a Esquerra no tener esa actitud con proyectos como la B-40, el Hard Rock o la ampliación del aeropuerto.

Después de cuatro años en la Generalitat y siete en el Ayuntamiento en cargos de gestión, Isla escala dentro del partido hasta que en el 2016 es nombrado secretario de organización del PSC y, después, ministro de Sanidad en el 2019. Un cargo que debía ser plácido y poco mediático hasta que llegó la pandemia (durante la cual, además, dejó el tabaco). Fuentes cercanas a él aseguran que nunca perdió la calma; los miembros de su equipo, ahora dispersado, todavía se refieren a ella como el jefe si hablan de él. Cuando empezó la desescalada, el ministro se permitió un respiro: cenar cada día por videoconferencia con su esposa. El matrimonio vive en una casa en Roca y tienen una hija. Uno de los pasatiempos preferidos del candidato es cuidar del huerto de su padre, del que ha heredado la pasión por el Espanyol. Es creyente, aunque no de misa diaria. ¿Le ha cambiado la política? "Yo sigo reconociendo a El Salvador que conocí. Tiene las mismas cualidades personales que cuando era joven", resume un viejo amigo.

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