Marta Rovira: "Pedir que se acorte el plazo de la mesa de negociación nos debilita"

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BarcelonaMarta Rovira es la secretaria general de Esquerra Republicana de Catalunya y, desde marzo de 2018, vive exiliada en Ginebra (Suiza).

¿Qué impresión le han dejado las visitas recientes de Jordi Cuixart, Oriol Junqueras, Carme Forcadell, Raül Romeva y Dolors Bassa?

— Al principio es muy nuevo y muy extraño, pero al cabo de un rato la reconexión es muy fuerte y tienes la sensación de que no hubiera pasado el tiempo. Les vi muy bien y pienso que realmente serán un revulsivo, serán oxígeno, serán aire fresco.

¿Verles a ellos libres y a usted en el exilio ha cambiado la percepción que tiene de la decisión que tomó?

— En ningún caso. Los motivos por los cuales vine al exilio continúan vigentes y a mí me hace feliz haber podido trabajar también a nivel internacional para ayudar que ellos salieran en libertad.

¿Con los presos políticos indultados, el trabajo que pueden hacer ustedes en el exilio pierde empuje?

— El gobierno español ha estado trabajando para intentar explicar que ellos están resolviendo el conflicto político, pero ya estamos recordando a todo el mundo que podemos a nivel internacional que la represión sigue porque están los indultos pero días después responden con el Tribunal de Cuentas o volviendo a sentar a la mesa del Parlament en el banquillo de los acusados.

Pero, ¿qué incentivo tiene ahora el gobierno español para negociar?

— Nosotros tenemos una posición de mucha fortaleza en la mesa de negociación porque representaremos un gran consenso que existe en nuestra sociedad, que es que este conflicto político se tiene que resolver con un referéndum.

Pues lo que hemos oído del gobierno español es que espera que ustedes hayan aprendido la lección.

— Le respondería que la hemos aprendido tanto que lo volveremos a hacer, porque nosotros defendemos la democracia y para defender la democracia utilizaremos todos los instrumentos democráticos que tengamos a nuestro alcance.

Si el gobierno español tuviera buena voluntad, todavía quedaría convencer a las instituciones del Estado...

— Por eso tenemos que dotar a este proceso de negociación del conflicto político de unas garantías respecto al mismo proceso: si se llega a acuerdos, estos serán respetados, serán acuerdos políticos, serán acuerdos democráticos. En todo proceso de negociación de un conflicto, los primeros encuentros son para hablar de las garantías que se atribuyen en este proceso. Veremos si esto es posible de cara al mes de septiembre.

¿Qué garantías pedirían?

— Son garantías de cumplimiento de acuerdos. No tenemos que dejar escapar al gobierno español del reconocimiento de que aquí hay un conflicto político. ¿Qué tenemos que hacer como representantes catalanes? Ir a la mesa, ir fuerte, sin complejos. Oía estos días declaraciones de Elsa Artadi diciendo: «No, no, pedimos que se acorte el plazo de la mesa». Yo creo que no tenemos que hacer declaraciones de estas características porque nos debilitan, porque demostramos complejos.

El president Puigdemont decía este domingo que “un país no se hace en los despachos” y Turull que “con dos o tres reuniones veremos si hay ganas de resolver el conflicto”.

— Soy la primera escéptica. Sencillamente lo que tenemos que hacer con los socios de gobierno es ponernos de acuerdo y debatir profundamente. Si esta es una cuestión de confianza entre nosotros, lo tenemos que poder superar. Estoy de acuerdo con Jordi Turull. Ya se verá si de aquí a dos o tres meses esto es una vía de negociación del conflicto político. Si no lo es, nos tendremos que poner de acuerdo también en qué hacemos, cómo nos levantamos, qué ganancia de legitimidad nos ha dado esta mesa.

¿Y habría que esperar dos años a ver resultados o se pueden levantar antes?

— Depende del itinerario que tenga esta mesa, depende de cómo se siente el gobierno español. Pongámonos manos a la obra, vayamos, hagámosles asumir el acuerdo inicial de esta mesa, que es potente y es muy bueno, que es que tendremos libertad nosotros para defender la amnistía y la autodeterminación. Y a partir de aquí ya se verá.

¿Encuentra desleal que JxCat esté expresando desconfianza de la mesa?

— No. Encuentro que expresan ellos mismos una necesidad en la que coincido. Tenemos que hablar más, tenemos que debatir más. Tenemos que explicarnos más las cosas y, si la cuestión que hay entre nosotros es de confianza, la tenemos que resolver.

Pues si usted me dice que tienen que hablar más es que no hablan bastante.

— En esto estoy trabajando y hago un llamamiento a hablar mucho más. Y soy muy optimista también desde que los presos políticos están fuera porque creo que esto será un revulsivo. Creo que esto nos permitirá volvernos a encontrar, volver a hablar, volver a tejer estos puentes, estas confianzas.

¿El gobierno es nuevo de hace dos meses y ya volvemos a estar así otra vez?

— Creo que el acuerdo de gobierno está bastante bien trabado. Hace falta que se trabaje todavía el consenso estratégico, la estrategia común y conjunta, y en esto también soy optimista porque hay reuniones desde el primer día.

¿Tiene lógica que el president Aragonès no vaya a la conferencia de presidentes de este viernes?

— Me parece correcto que el presidente diga: «Mire, con ustedes tengo pendiente una mesa de negociación del conflicto político y, por lo tanto, escúcheme, primero el espacio bilateral». 

¿Cómo lo está viendo de presidente?

— Le estoy muy agradecida, y lo digo con la mano en el corazón, por todo lo que está haciendo y cómo lo está haciendo, porque su posición no ha sido fácil. Ha estado luchando y ha estado trabajando como nadie.

Ahora se abrirá la discusión de los presupuestos generales. ¿Tendrán una posición común con Junts?

— De esto queremos hablar con todo el mundo. Podemos intentar incluso compartir propuestas, pero todo el mundo tiene que estar dispuesto a llegar al final. Lo que no puede ser es que se nos interpele para tener posiciones comunes en los presupuestos y a la vez se nos desgaste por nosotros quedarnos solos por intentar tener los mejores presupuestos para Catalunya. Yo solo pido honestidad. Nosotros volveremos a explorar unos presupuestos generales y lo haremos porque hay una realidad de crisis social y económica brutal.

¿Su interlocución con Jordi Sànchez es fluida?

— Hasta ahora no era tan habitual ni tan fluida como nos habría gustado. A partir de ahora espero que sí. De hecho, me llamó y me dijo que querían venir también –a Ginebra– con Jordi Turull, Quim Forn y Josep Rull. Tengo muchas ganas de ver a personas con quienes me había entendido muy bien, como Jordi Turull.

Hará diez años que es secretaria general de ERC. ¿El precio que ha pagado es altísimo?

— Para mí no es un precio, para mí es una inversión. Todo lo que hemos hecho es una inversión política y lo vivo con orgullo. Lo volvería a hacer y lo haría mejor seguramente. Esto con perspectiva siempre es mejorable y me siento muy útil. Estoy muy en paz.

¿Cuál sería la solución para que usted pudiera volver del exilio: la reforma del delito de sedición o un pronunciamiento favorable de Estrasburgo?

— Es la segunda clarísimamente. Las personas que estamos exiliadas tenemos que esperar que el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo se pronuncie. Será allí donde nosotros podremos ver qué posibilidades tenemos a nuestro alcance. De momento lo veo claramente imposible.

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