Pedro Sánchez y 'El pensador' de Rodin

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Pedro Sánchez en una imagen reciente

MadridEl lunes será el día del gran evento. Por fin sabremos si Pedro Sánchez, que se ha pasado estos últimos cinco días inmóvil, esculpido en bronce, como El pensador, de Auguste Rodin, se quita la mano del mentón, se levanta y nos explica si quiere seguir como presidente del gobierno o si ha decidido salir de escena. La historia reciente de la democracia en España tiene varios capítulos curiosos, pero éste figurará para siempre entre los primeros de la colección. El pensador creado por Rodin se encontraba en las Puertas del Infierno, el conjunto escultórico que le encargó el gobierno de Francia hacia 1880. No sé si Sánchez atraviesa una situación similar ni si una vez se levante será capaz de recuperar el equilibrio necesario para volver a ponerse en el trabajo.

Fue Stefan Zweig quien más apasionadamente describió la labor artística de Rodin, perdiendo el mundo de vista. ¿Habrá tenido Sánchez estos días la misma revelación, la misma experiencia creativa? En su biografía, El mundo de ayer, Zweig relata una visita al estudio de Rodin y es incapaz de concretar cuánto rato le vio trabajar. "Los grandes momentos -escribe el autor austríaco- se encuentran siempre más allá del tiempo". Para redondear una de sus esculturas, Rodin se concentró tanto que perdió de vista a su joven visitante. Zweig dice que descubrió así "el eterno secreto de toda obra humana: la concentración, la recogida de todas las fuerzas, de todos los sentidos, el éxtasis, el transporte fuera del mundo de todo artista". Y añade de sí mismo que así se dio cuenta de que “había aprendido algo de por vida”. ¿Regresará Sánchez recuperado de su viaje, de su inmersión en el sentimiento oceánico? ¿Será capaz de rebelarse contra su infierno particular, lo que ha descrito como la fachosfera? ¿Habrá conjurado sus demonios?

No estoy seguro, claro. Pero lo que haga depende de cómo entienda el compromiso político y de la profundidad de sus convicciones. Estos años hemos asistido a un desfile de políticos inconsistentes que venían a acabar con el bipartidismo, que han hecho mucho ruido y que después se han hundido sin haber construido nada. La exvicepresidenta del gobierno español Carmen Calvo –que las ha visto de todos colores– me decía un día que en la política hay que ir con la piel endurecida, que no es una actividad para débiles de carácter.

El compromiso político

Sánchez ha demostrado ser de material resistente. Si ahora emprende el vuelo, mucha gente pensará que se va porque ha visto una flor más lucida y grande. En Europa, tal vez. Pero si tiene un concepto claro de lo que quiere decir el compromiso político no puede irse. Ahora no. Y menos después del comité federal de este fin de semana. Hace menos de un año convocó elecciones en otra jugada imprevista. Se dio una risa viendo a Feijóo perder el tiempo para intentar ser investido presidente. Y fue él, Sánchez, quien obtuvo la confianza del cuarto. Marchar ahora porque han calumniado a su mujer, dejando su gobierno y su partido plantados, equivaldría a ver el bronce de Rodin deshaciéndose como un helado al sol.

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