La gobernabilidad del Estado

Pedro Sánchez se refugia en el cine

La ausencia del presidente español en la votación de la reducción de la jornada simboliza su calvario en la legislatura

13/09/2025

MadridPodría explicar metafóricamente la política española que Pedro Sánchez acudiera con Begoña Gómez al cine el miércoles por la noche, mientras en el Congreso su vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, defendía sola y perdía la votación de la reducción de la jornada laboral. El presidente español y su esposa, que esa mañana había acudido a los tribunales a declarar ante el juez Juan Carlos Peinado, fueron al preestreno deEl cautivo, la nueva película de Alejandro Amenábar. Sánchez es hoy un presidente cautivo de una parte del poder judicial -él mismo ha abierto el curso denunciando que hay jueces que "hacen política"- y de los siete votos de Junts al Congrés, y rema contra una ola mediática que colabora con el "Quien pueda hacer que haya" del expresidente español José María Aznar. Esta semana Sánchez se ha estrenado en TikTok.

La Moncloa hace tiempo que vive obsesionada con el sesgo hacia la derecha del ecosistema de los medios de comunicación tradicionales –televisión, radio y periódicos– pero intervino RTVE para compensar a RTVE un universo digital muy difícil de controlar. El lunes, en un bar de menú en la calle Ferraz, junto a la sede del PSOE, una señora mayor dejaba un comentario en el podcast de un youtuber de extrema derecha que en ese episodio titulaba: "Agentes del CNI piden ayuda a Felipe VI: «No aguantamos más»". Sin ni siquiera escucharlo, la mujer escribió: "El rey ni está ni se le espera; si no lo hacemos el pueblo, el CNI, el UCO..." En espacios convencionales el músico Nacho Cano insinúa un golpe de estado militar y en las redes sociales se viraliza uno de los cánticos del verano en conciertos y discotecas. Hace así: "Pedro Sánchez, hijo de puta".

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Gracias al PP, dentro del M-30 madrileña casi se ha normalizado el "Me gusta la fruta" [el "hijo de puta" que Isabel Díaz Ayuso dedicó a Sánchez] y el miércoles la primera sesión de control en el Congreso del nuevo curso se convirtió en una discusión entre el PSOE y el PP sobre quién insulta (más) y quién no. La jornada acabó, sin embargo, con un debate acalorado e "interesante" –coinciden no de los de Carles Puigdemont junto a PP y Vox impidió que ni siquiera se tramitara el proyecto estrella de la líder de Sumar, Yolanda Díaz. El presidente español estaba en el cine y no votó. "Tenía agenda y no era necesario [que votara], desgraciadamente", justifican en la Moncloa.

El rol de Juntos

La ausencia de Sánchez –y que solo el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, presenciara parte del debate–, que su entorno insiste en desligar de ninguna lectura política, muestra cómo el PSOE quiso desmarcarse de la derrota parlamentaria. De hecho, ambos socios de la coalición se han encargado de evidenciar que era la medida estrella de Yolanda Díaz: la negociación la ha pilotado sobre todo el ministerio de Trabajo y Sumar la llevó a votación sin los apoyos garantizados. El discurso de la vicepresidenta segunda contra Junts fue durísimo, con acusaciones a su portavoz, Míriam Nogueras, de defender los "intereses del capital" y los "sectores más reaccionarios de la patronal española". Seguramente era la última pista que la reducción de la jornada era más una carta de la candidata Díaz que una medida del gobierno de Sánchez, que en todo lo que llevamos de legislatura prácticamente no ha elevado el tono ni una vez contra Junts. Más bien al contrario, el líder del PSOE suele mostrarse conciliador.

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Que el episodio de la reducción de la jornada laboral tenga sus particularidades no impide que, también, exponga una realidad consustancial a la legislatura: la mayoría plurinacional colapsa ante medidas de izquierdas, tal y como se ha demostrado cuando se han querido aprobar gravámenes de las alquileres de energéticas, ciertas medidas migrantes. En este último caso hubo que aceptar el PSOE una delegación de competencia en inmigración a la Generalitat pendiente de cristalizar y, sobre los alquileres de temporada, Junts finalmente aceptó en segunda instancia tramitar una proposición de ley, pero está en fase de enmiendas desde enero. Y en sentido contrario, la mayoría plurinacional también se rompe cuando hay gestos con Junts, porque salta a Podemos.

En definitiva, que Sánchez pueda aprobar unos presupuestos se presenta quimérico. Con este contexto, la Moncloa ya ha decidido que el relato a partir de ahora será subrayar que, sea más o menos estable el gobierno español, si las iniciativas legislativas no sacan adelante es en parte responsabilidad de quien vota en contra. Esto vale para Junts y vale para el PP, y responde a una lógica preelectoral. No es de extrañar que el barómetro del CIS conocido el jueves situara como nunca en esta legislatura las perspectivas electorales de Vox tan cerca del PP –a 6,4 puntos: las esperanzas de Sánchez pasan por dividir el voto a la derecha, es decir, que Santiago Abascal crezca a costa de Feijóo.

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García Ortiz, juzgado

La principal amenaza al manual de resistencia del presidente español proviene de la justicia. Mientras avanza el caso Cerdán y la amnistía se retrasa, un tribunal de mayoría conservadora y con Manuel Marchena entre los integrantes juzgará este otoño el fiscal general del Estado. Una condena sería tan polémica como letal para Sánchez, que ha cerrado filas hasta el final con Álvaro García Ortiz por la supuesta revelación de un correo confidencial de la pareja de Isabel Díaz Ayuso. Puede darse prácticamente por supuesto que no habrá unanimidad en el tribunal con la sentencia, salvo que sea por absolverlo. Como El cautivo,biografía ficcionadade un Miguel de Cervantes que cuenta historias para encontrar salidas a su secuestro, Sánchez busca también refugio en el cine.