Comunicación política

Toni Aira: "Pedro Sánchez sale muy bien buscando antagonistas"

Periodista y doctor en comunicación social y política

Toni Aira, periodista
3 min

BarcelonaHabitualmente, periodistas y politólogos comparan las actuales estrategias de comunicación de los políticos con las de hace unas décadas, pero en pocos casos se comparan con referentes de hace más de 5.000 años. Es lo que hace el periodista Toni Aira en su nuevo libro, Mitólogos. El arte de seducir a las masas, fruto de la "fusión de dos pasiones": la Grecia clásica y la comunicación política. En ambos contextos ha habido "engaños", dice Aira, pero advierte que aunque ahora "nos creemos más informados", en realidad "somos más manipulables que nunca".

A qué se refiere con la palabra mitólogo?

— A los constructores de mitos. Los mitos no nacen de la nada. Si tú quieres ser creyente y creer que Zeus, Apolo y Venus existían, tienes todo el derecho, pero todo apunta a que es una construcción humana. Por tanto, aquellos que ya en la antigüedad construían historias que enganchaban y manipulaban a la gente, a día de hoy son los asesores de comunicación y estrategia.

Sánchez con Odisseu, Von der Leyen con Penélope o Maduro con Hércules. ¿Qué une a estos líderes con la mitología?

— Todos los líderes del libro son líderes que han triunfado. Al final ellos no dejan de ser un retrato de su tiempo, al igual que los mitos, que nacieron para retratar la condición humana de su tiempo y su mundo. Los mitos que nos impactan o que quedan para la posteridad son aquellos con los que nos identificamos más y que nos retratan mejor, sobre todo visualmente, y por cómo nos interpela la historia que cuentan, y los liderazgos políticos generan hoy la identificación con las masas sobre todo de estas dos formas, con imágenes y con emociones.

¿Cómo influye la cultura basada en la imagen y la exaltación del yo en la actual política?

— Vivimos tan enganchados al cambio permanente, a la cultura delscroll, que esto nos lleva a poder concentrar cada vez menos nuestra atención en una sola cosa. Entonces, los que aspiran a captar unos instantes de esa atención para decirnos que debes votarlos, cada vez deben elevar más la nota y hacer cosas más impactantes que te sacudan. De ahí surgen el pim-pam-pum político y los personajes disruptivos y grotescos que buscan sacarnos de nuestra distracción permanente y conseguir que en un momento dado nos fijemos en ellos. Por eso en el libro hablo de la celibrificación, porque estos personajes son como celebrities que, por encima de todo, te dan juego. Ahora bien, no es lo mismo elegir un personaje de Gran hermano o deEuforia porque da juego que elegir un Trump o una Meloni.

Sobre ese uso de las emociones y de la psicología, pone el ejemplo de la gira de Sánchez por España con su Peugeot en el 2016, cuando dimitió como secretario general del PSOE. Lo compara con la reconquista de Odiseo. ¿Por qué?

— Sánchez hizo un recorrido en coche por España buscando, decía, las preocupaciones de la gente, lo que me recuerda mucho a la aventura de Odiseo cuando regresa a Ítaca. Aquella idea de decir: "Vale, me han destronado, hay unos usurpadores que están intentando sacarme de aquí, y yo con humildad apelaré a la base y así me podré ir ganando la gente". Es un líder que sale muy bien buscando antagonistas. Lo hizo entonces, contraponiéndose a Susana Díaz, que contaba con el apoyo de Felipe González o de Alfredo Pérez Rubalcaba; después encontró el antagonismo en la corrupción del PP y se cargó a Mariano Rajoy; y, más adelante, dio aire a Ayuso en contraposición a lo que hizo con Casado, porque necesitaba un malo claramente opuesto a él, y el líder estatal del PP no le permitía hacer tan evidente la contraposición como la líder madrileña. Sabe reinventar al enemigo perfecto ante el que él es el gran héroe.

¿Puede llegar un punto en el que apelar a los sentimientos y la imagen –ya no sólo en el caso de Sánchez, sino en la política en general– llegue a su límite?

— Yo creo que estamos cerca de llegar a ese límite de la política espectáculo. Veo difícil caer más bajo sin consecuencias, que está teniendo. En un país como el nuestro, en Cataluña o en el Estado, la última consecuencia sería que la gente que ha jugado más hábilmente con esto desde un populismo más ultra acabe teniendo el poder. Y esto tendrá unas consecuencias que generarán el efecto rebote, porque muchas veces, como decían los budistas, necesitamos morir para volver a nacer.

stats