El PSOE vive con el miedo en el cuerpo
MadridDesde hace dos semanas el PSOE vive con el miedo en el cuerpo. Nadie sabe lo que puede acabar saliendo de los dispositivos requisados por la Guardia Civil y hasta dónde puede llegar el fuego del caso Cerdán-Ábalos-Koldo. Las grabaciones de éste último, Koldo García, el personaje supuestamente menos relevante de la trama de corrupción, han demostrado tener un gran poder destructivo. De entrada, ya es difícil hablar de presunción de inocencia por quienes fueron sucesivamente sus jefes, primero en Navarra con Santos Cerdán –donde se encuentra el origen de la trama– y más tarde con José Luis Ábalos, en especial en su etapa como ministro de Fomento. La Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil ha reunido material suficiente para sostener acusaciones muy graves contra los tres. A Ábalos, por ejemplo, se le imputan los delitos de pertenencia a organización criminal, cohecho, malversación y tráfico de influencias. Y el problema para el PSOE ya no es cómo intentar reconducir la crisis abierta por el resultado de las investigaciones judiciales –dirigidas desde el Supremo por el magistrado Leopoldo Puente–, sino qué puede haber de nuevo entre el material incautado en los últimos registros –entre otros, el de la sede socialista de la calle Ferraz de Madrid– y cómo puede afectar a pueda significar un final más o menos precipitado de su mandato.
Oficialmente, el partido ha cerrado filas en torno a su líder, pero entre los propios dirigentes de la organización hay una clara conciencia de que este asunto es un caso abierto, difícil de aislar, porque ha afectado a tejidos que son clave y porque el ámbito de responsabilidades todavía se puede extender. Para empezar, la responsabilidad política no queda saldada con actos de contrición y propósitos de enmienda. Se ha visto en la última semana. Ya no es que el PP esté reclamando día tras día la marcha de Sánchez acusándole de estar al frente de una organización de carácter mafioso. El hecho es que ni los coalizados de Sumar ni parte de los aliados parlamentarios quisieron apoyar al líder socialista en la última sesión de control en el gobierno, ni tampoco ser fotografiados con él cuando fueron a verle a la Moncloa. Y todo esto ocurría cuando hasta pocos días antes los máximos dirigentes socialistas seguían pensando que tenían la situación bajo control. No era así, ni mucho menos, como se pudo comprobar con el caso de Leire Díez, la militante socialista que se había dedicado a ofrecer la posible protección de la Fiscalía a cambio de información que ayudara a desprestigiar a jefes concretos de la Guardia Civil relacionados con las investigaciones sobre Ábalos y Koldo. Al PSOE le ha faltado información para prevenir los efectos de este asunto y le faltaron reflejos ante casos como el de Díez, junto a las amenazas del empresario Víctor de Aldama, incluso mucho antes de que éste último irrumpiera en la surrealista rueda de prensa de la mencionada militante socialista, el pasado día cuatro.
Fue al día siguiente, 5 de junio, cuando la Guardia Civil entregó al Supremo su informe sobre las actividades delictivas que hasta ese momento se atribuían esencialmente al tándem Ábalos-Koldo. Pero había mucho más. Se puso de manifiesto el pasado día 12, cuando se confirmó que la UCO acusaba también al exsecretario de organización socialista Santos Cerdán. La primera reacción de Sánchez al hacerse público con todo detalle el contenido del informe le permitió ganar algún tiempo, presentándose como asombrado y engañado. Sin embargo, entonces todo el mundo dentro y fuera del PSOE ya fue consciente de que se había abierto una crisis de consecuencias potencialmente demoledoras. La maniobra defensiva de Sánchez consistió en una larga sesión de la ejecutiva, en la que se acordó que era necesario concentrar todo el esfuerzo en preservar la continuidad del gobierno y sus políticas. Por tanto, nada de anticipación electoral, nada de dimisión de Sánchez, nada de cuestión de confianza y sí, en cambio, apertura de una ronda de consultas con los socios del pacto de investidura para tratar de reafirmar alianzas. El riesgo sigue siendo la posibilidad cierta de nuevas revelaciones, máximo después de las amenazas de Aldama. El PP espera poder ligarlo todo con Begoña Gómez y con los intereses de la trama en Latinoamérica.
Movimientos de los socios
Para los socialistas, el consuelo es que quienes hasta ahora han sido sus socios no tienen ningún estímulo para apoyar un cambio de ciclo político. Feijóo no ha puesto en marcha una iniciativa de moción de censura porque, como él mismo dice, le faltan "cuatro votos". Al PSOE la negativa de Podemos a participar en la ronda de consultas ya no le hace ni cosquillas. Los socialistas saben que sus antiguos colalizados no pueden facilitar el acceso a la Moncloa de un PP acompañado por Vox. El portavoz de ERC, Gabriel Rufián, fue rotundo cuando distinguió entre "la corrupción chapucera" del caso Ábalos y compañía, y "la corrupción premium" del PP, e instó al PSOE a ponerse en marcha para recuperarse del golpe recibido. El mundo independentista sabe que Sánchez tiene ahora mismo muy poco margen de maniobra para impulsar nuevas o antiguas reivindicaciones. Pero Jordi Turull y Míriam Nogueras hicieron bien en ir a la Moncloa a hablar con el líder socialista. Para Junts, es importante la rápida sustitución de Santos Cerdán, aunque Sánchez necesita algunos días más para decidir.
A partir de ahora los cálculos serán más sobre movimientos estratégicos y calendario –sobre todo electoral– que sobre materias y votaciones concretas. De todo esto se habló en el encuentro entre Sánchez y Salvador Illa. Cataluña es ahora más importante que nunca para los socialistas. Isla no se moverá del Palau de la Generalitat. La dificultad es mantener los equilibrios con quienes piensan que ya se ha cedido demasiado a ERC y Junts. La próxima semana el Constitucional avala la ley de amnistía. En definitiva, Sánchez y PSOE todavía creen que podrán hacer frente a la situación. Por eso, en parte, la claridad del mensaje en contra del aumento del gasto militar hasta el 5%. Los socialistas siguen pensando que su gran activo es la política social, que se defiende mejor negándose al mencionado incremento. Pero con eso no van a tapar nada. Les tocará seguir sufriendo lo que quede de legislatura y acudir a las próximas elecciones sabiendo que el actual desgaste implica tener pocas posibilidades de ganarlas.