Sánchez se reunirá con Aragonès el miércoles antes de la mesa de diálogo
El presidente español mantendrá una reunión antes con Aragonès
MadridHa habido suspenso, pero finalmente Pedro Sánchez sí asistirá a la mesa de diálogo con la Generalitat. El presidente español lo anunció ayer en una entrevista a TVE a menos de 48 horas del encuentro. El propio Sánchez reveló también la fecha: mañana. A pesar de que el president de la Generalitat, Pere Aragonès, dejó caer que sería o el jueves o el viernes, ayer por la tarde ya ganaba opciones que fuera el miércoles por la confluencia de otras citas en la agenda. Sánchez tiene un viaje a Grecia el viernes y recibe al presidente de Colombia el jueves, y la ministra de Transportes, Raquel Sánchez, comparecía el jueves por la tarde en el Congreso. Queda por definir la hora, pero mañana por la mañana hay sesión de control al gobierno español en el Congreso, así que todo apunta que será por la tarde.
Sánchez justificó su presencia porque hace tiempo que no se reúne la mesa y por su “apuesta firme por el diálogo y el reencuentro”. Mantendrá un primer encuentro con el president de la Generalitat, Pere Aragonès, que servirá para “situar los objetivos y la metodología” de la reunión posterior. Fuentes de la Moncloa explican que se está negociando que los dos presidentes acudan después al encuentro de las dos delegaciones para inaugurarla, pero que no se queden.
Una vez confirmada la presencia de Sánchez en Barcelona, el consejo ejecutivo nombrará hoy a los representantes de la Generalitat. En un principio, Esquerra había designado que sus representantes fueran Roger Torrent, Laura Vilagrà y el propio Aragonès, pero el hecho de que él y Sánchez se vean por separado antes de la reunión hace dudar sobre si el jefe del ejecutivo catalán se quedará finalmente al encuentro entre consellers y ministros. En cuanto a Junts, Artadi no concretó ayer si sus representantes serán de gobierno -con el vicepresidente, Jordi Puigneró, al frente- o si habrá también miembros del partido, puesto que en las últimas horas no se ha descartado que pueda estar el secretario general, Jordi Sànchez, o la presidenta del Parlament, Laura Borràs. Por su parte, la Moncloa sí ha anunciado quiénes serán los seis ministros que participarán en la reunión: Miquel Iceta (Cultura), Raquel Sánchez (Transportes), Isabel Rodríguez (Política Territorial) y Félix Bolaños (Presidencia) por parte del PSOE; y la vicepresidenta, Yolanda Díaz, y Manuel Castells (Universidades) por parte de Unidas Podemos.
La tardanza del presidente español en confirmar su asistencia al encuentro hizo aflorar de nuevo la tensión entre socios de gobierno en la Generalitat. Junts supeditaba su elección a la relevancia que diera el gobierno español a la cita, y presionaba para que ERC hiciese lo mismo. Así, ayer por la mañana la portavoz de JxCat, Elsa Artadi, instó a Aragonès a ausentarse de la cumbre si Sánchez no venía a Barcelona. A su entender, esto habría sido un “menosprecio” de la Moncloa hacia la Generalitat, por lo que consideraba que Aragonès se tiene que plantar por “dignidad institucional”. Recordó que Sánchez había asistido a la primera reunión de la mesa de diálogo en febrero de 2020 cuando presidía el Govern Quim Torra -siempre reticente a recoger este tipo de negociación con el gobierno español- y que no se entendía que ahora no hiciera lo mismo con el president Pere Aragonès. Para Junts se trata de un “juego” del líder del PSOE por su falta de voluntad de ir más allá en la resolución del conflicto que la concesión de los indultos a los presos políticos.
La petición de Artadi contrarió a Esquerra, que pidió a Junts y la CUP -que ha convocado una manifestación en contra de la mesa- que no resten fuerza a la Generalitat. “La división nos debilita y no contribuiremos a hacerla mayor, hay que hacer piña porque la mesa de negociación es una oportunidad y así lo tenemos concretado en los acuerdos de investidura”, señaló la secretaria general y portavoz de Esquerra, Marta Vilalta, en rueda de prensa, y emplazó “al independentismo a no desaprovechar la vía de la negociación”. Aun así, Junts mantiene su escepticismo. “La responsabilidad que funcione es del PSOE y de ERC, que son los que pactaron los términos”, replicó Artadi, y aseguró que, a pesar de estar abiertos a la negociación, el instrumento de la mesa de diálogo tiene problemas “estructurales”: “Nosotros reclamamos un mediador”.
Choque por el contenido
Junto con la fecha y los integrantes, las cuestiones a abordar también han marcado la previa de la mesa de diálogo. Ayer Sánchez ya cerró la puerta al referéndum de autodeterminación por enésima vez, y reiteró que el nuevo encaje tiene que salir de un acuerdo entre las partes que después se someta a votación de los catalanes. De todas maneras, el jefe del ejecutivo apostó por “empezar las cosas con las que nos podemos poner de acuerdo”. Y esto es, según Sánchez, la superación de la pandemia, la recuperación económica y los fondos europeos. También aquellas cuestiones que en los últimos años los presidentes catalanes, desde Artur Mas hasta Quim Torra, trasladaron a la Moncloa relativas a inversiones y transferencias.
“Si vamos con un programa de máximos, la conversación durará poco”, reiteró Sánchez sobre el referéndum. De hecho, que el diálogo sea “breve”, en palabras de un Iceta que también abonó la tesis del presidente español, no conviene ni al PSOE ni a ERC. La mesa es un instrumento que une a los dos partidos en Madrid y hacer públicas las diferencias en relación al conflicto de fondo supondría restarle crédito, cosa que daría argumentos a sus detractores.
Esto no significa que Esquerra y Junts no insistan en la autodeterminación y la amnistía, pero el ejecutivo del Estado insistirá en otros enfoques. ¿Entraría, en este paquete, la ampliación del aeropuerto de El Prat? Ayer varios ministros, como la responsable de Transportes, apuntaron que podría ser uno de los temas si lo quería la Generalitat, pero que de entrada ya había otros foros, como la Comisión Bilateral, para discutirlo. La suspensión de esta inversión, que ha marcado la previa de la mesa, no parece haber perjudicado a las relaciones entre gobiernos. Como mínimo, no lo suficiente como para que Sánchez no se implique en primera persona con el diálogo.