Las tensiones territoriales condicionan cada vez más la política española

El debate sobre la financiación autonómica marcará la segunda mitad de la legislatura

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24a reunión de la conferencia de presidentes autonómicos ayer al convento de San Esteban, en Salamanca.

MadridIsabel Díaz Ayuso y ahora Ximo Puig son los últimos presidentes autonómicos que desde sus respectivas comunidades autónomas han encendido las alarmas en el gobierno español. El presidente de la Generalitat Valenciana es el ejemplo reciente que en la política española los problemas territoriales están ganando espacio a los estrictamente estatales, en un proceso originado por la fuerza de los nacionalismos periféricos y que con el paso de los años ha ido adoptando otros ángulos. El presidente español, Pedro Sánchez, pondrá esfuerzos en la gestión de los fondos europeos, pero otros dolores de cabeza vienen desde Catalunya –soberanismo–, el País Valenciano –financiación autonómica–, el centro peninsular –la España rural– y la Comunidad de Madrid –isla fiscal.  

“La cuestión territorial siempre ha sido relevante en la política española. El modelo del estado de las autonomías, que no es ni federal ni regional, genera un equilibrio políticamente inestable”, puntualiza en conversación con ARA el politólogo de la Universidad Carlos III Pablo Simón, pero admite que se ha enriquecido en matices a raíz del deterioro del bipartidismo, de la crisis económica de 2008 y de los efectos de la globalización. La primera causa provocó, dentro del bloque de partidarios del statu quo, una división entre los que apuestan por la recentralización y los que se acercan a posiciones más descentralizadoras, incluso independentistas, añade.

La traducción partidista que tiene esto son por ejemplo los nuevos postulados del espacio convergente en Catalunya y el auge que tuvo Cs en el Estado. Las nuevas dinámicas globales, además, han llevado las zonas rurales a percibir que se quedan atrás respecto a las más pobladas y ahora triunfan propuestas como el Partido Regionalista de Cantabria, Teruel Existe y veremos si en las próximas elecciones Soria ¡YA!

“Es evidente que se ha producido una desconexión. Formalmente los gobiernos autonómicos son Estado y cada vez se sienten menos. Plantean batallas al Estado como si no lo fueran”, constata la politóloga y profesora de sociología de la Universidad de Zaragoza Cristina Monge. Una parte de la responsabilidad es que no se haya entendido la pluralidad y la diversidad como una riqueza, apunta, y considera que el modelo actual de las autonomías está “agotado” si se quiere seguir manteniendo el Estado como algo común .

Fondos europeos y financiación 

En este sentido, anticipa el conflicto que se puede producir con el reparto de los fondos europeos y también con la reforma del modelo de financiación, que Sánchez prometió en su discurso de investidura y que la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, tiene previsto empezar a plantear este otoño con la definición de los criterios. “¿Habrá una visión de Estado o cada uno querrá sacar su lista de inversiones pendientes? Esta es la idea clave”, se pregunta Monge.

A falta de un abordaje profundo sobre el modelo de Estado, la financiación autonómica es la asignatura pendiente del conflicto territorial, que hace más evidentes sus carencias ahora en situación de crisis. Puig coge la bandera y la principal novedad es que una cierta nota discordante con el gobierno español aparece desde sus propias filas. También llega al ecuador de la legislatura en el País Valenciano y con el segundo partido de la izquierda, Compromís, levantando la voz de la infrafinanciación en Madrid.

En cuanto al PP, la oposición territorializada se personifica en la figura de Ayuso, que quiere profundizar en las condiciones de Madrid como “distrito federal”, en palabras de Monge. El efecto capitalidad que resta a las otras comunidades se denuncia desde la izquierda y, de momento, Pablo Casado se hace suya la estrategia de la presidenta madrileña.

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