MadridSi los fiscales generales que ha tenido España desde el restablecimiento de la democracia hablaran, descubriríamos muchas verdades hasta ahora inexplicadas. El Estado –cualquier estado– tiene secretos, más o menos regulados en su régimen y duración. son tan restringidas las posibilidades de control parlamentario sobre lo que hacen o dejan de hacer los fiscales. Se trata de un órgano constitucional –como lo define su propio estatuto–. teóricamente jerárquico, regido por el principio de unidad de actuación, supuestamente para proporcionar seguridad jurídica a la sociedad. Sin embargo, todo esto últimamente se está quedando en papel mojado. , nunca como la de los últimos años. En la Fiscalía ha habido otros momentos de discrepancias internas, situaciones que están previstas y que tienen sus procedimientos de tratamiento y resolución. Pero cuesta recordar episodios tan tensos como los que se han producido desde el inicio de la causa del Proceso y sus consecuencias.
Aznar, en unos términos que iban más allá de una sugerencia. La expresión sonó como una especie de orden general de movilización. entender que se trataba de una iniciativa que cobraba todo el sentido entre los partidarios de "derogar el sanchismo", objetivo fuertemente reivindicado por la derecha sociológica y política en la etapa prólogo de las elecciones de julio del pasado año. , en ese momento se celebró una cena con el presidente del PP y líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, a la que asistieron algunos de los miembros más conocidos y destacados de la carrera fiscal. En definitiva, la apelación o instrucción de Aznar –repito, "quien pueda hacer, que haga"–, tuvo, indudablemente, un amplio eco social, también entre los miembros del poder judicial, y llegó de forma nítida a la Fiscalía General, instalada desde 1991 en el madrileño palacio del marqués de Fontalba. pena pararse un momento en pensar sobre la significación de este edificio. Corría en 2014 cuando la Comunidad de Madrid organizó un programa de visitas guiadas a diferentes palacios de la capital de España, entre ellos el del marqués de Fontalba. .Es armonioso y muy elegante, ya os lo digo. el público conociera cada mes "los secretos de un palacio de Madrid". Ay, los secretos. logrado. La información añadía que este palacio "es un ejemplo representativo de la vivienda para la nobleza burguesa de la restauración alfonsina", es decir, la etapa que va desde el final de la Primera República Española, en 1874, hasta el golpe de estado del general Primo de Rivera en Barcelona, en 1923. Curiosamente, antes de acoger a la Fiscalía, el palacio del marqués de Fontalba fue, desde 1944 , la sede del Consejo Superior de Justicia Militar. Se trata, pues, de un edificio acostumbrado al lenguaje ya las fórmulas jurídicas. castrenses.
Ciertamente, es todo un contraste que, existiendo estas tradiciones, actualmente en la sede de la Fiscalía General se respire un clima que recuerda el ambiente de lo mejor western. Los disparos rebotan en las paredes. Cuidado, pues, si va a visitarlo por cualquier motivo, porque alguna bala perdida podría dejarle malherido. La tensión, como decíamos, ya empezó hace unos años. Pero últimamente han ocurrido hechos muy insólitos. Por ejemplo, el episodio de la incautación del teléfono móvil y otros terminales del fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz. Un orden judicial relacionado con la filtración del correo electrónico en la que el abogado del empresario Alberto González Amador, pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, planteaba un posible acuerdo con la Fiscalía para evitar que su cliente acudiera a prisión como autor de delitos fiscales . Todo el episodio es muy representativo de la etapa política que atraviesa España. La confrontación ya existe en todos los niveles y en todas partes. Es inaudito que la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil sea enviada a la Fiscalía con un orden judicial para llevarse a los terminales, obviamente con sus contenidos. Un amigo mío decía que es como si la Guardia Suiza se presentara en el despacho o en las estancias del cardenal titular de la Congregación para la Doctrina de la Fe en la Santa Sede en el curso de una investigación por herejía. Pero lo mejor ha venido después, porque es aún más insólito que el fiscal general haya sido capaz de sorprender a la Guardia Civil y al juez proporcionándoles un móvil sin mensajes, después de haber borrado todo lo que pudiera contener.
Presión y consecuencias
Ahora habrá que ver si este vaciado tiene consecuencias. Ábalos-Koldo parece que no tienen fin. Son parte del escenario por el que discurre la política. De todo ello deberían ser conscientes de ello los partidos que permitieron el inicio de la legislatura con la investidura de Pedro Sánchez. Es obvio que el gobierno carece de mecanismos para influir decisivamente en el curso de estos procesos. Ni con cartas marcadas ni sin ellas. Y ya ha informado en privado más de una vez a los partidos independentistas de que no es por su deseo que la ley de amnistía siga sin aplicarse íntegramente.
En estas circunstancias, el aumento de la presión sobre los socialistas puede ser útil para el juego político del día a día. Pero la cuestión de confianza está pensada para otra cosa, no como instrumento de desgaste en manos de la oposición. La iniciativa de Junts es más bien una cuestión de desconfianza que el PSOE lógicamente intentará evitar, como ya se ha visto por las decisiones de la mesa del Congreso. Es más eficaz condicionar al gobierno en cada votación y en los pasos concretos que quiera dar. Pero siempre es peligroso tener la cuerda demasiado tensada. Claro que el PP y Junts tarde o temprano se encontrarán en el camino, pero será más fácil hacerlo cuando el problema de la amnistía se haya arreglado, y según los resultados de las próximas elecciones.