¿Cuál es el vínculo entre Abascal y Netanyahu?
La defensa de los "valores occidentales" contra el islamismo une a Vox y al Likud
BarcelonaEl viaje a Jerusalén de este martes del líder de Vox, Santiago Abascal, no es casualidad. Como tampoco lo es el apoyo sin fisuras en Israel y su primer ministro, Benjamin Netanyahu, después del reconocimiento del estado palestino por parte del gobierno español. La contrapartida: la "garantía" del israelí del "apoyo a la soberanía de la nación española" ya la "lucha antiterrorista", según un comunicado de la formación de extrema derecha española. El vínculo entre Vox y el Likud, partido mayoritario del gobierno israelí, es intenso y en los últimos meses lo ha sido aún más. De hecho, ambas formaciones integran el Partido de los Conservadores y Reformistas Europeos, presidido por la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y que también es un grupo en el Parlamento Europeo. Cuando se pregunta a Vox el porqué de ese vínculo tan estrecho, la respuesta es clara: "La lucha contra el islamismo" y la defensa de los "valores occidentales", que ven amenazados por el terrorismo de matriz islámica.
En declaraciones al ARA, el candidato de Vox a las elecciones europeas, Jorge Buxadé, explica de dónde viene este vínculo, más allá de la afinidad ideológica. "Israel tiene un enemigo real, la organización islamista radical Hamás, y coincidimos en que el terrorismo y el islamismo son peligrosos para las sociedades europeas", comenta. En este sentido, el candidato subraya que ambos partidos opinan que "el islamismo es enemigo de la sociedad occidental y debe ser combatido por todos los medios". Esto incluye, en el caso español, la protección de las fronteras o el cierre de mezquitas salafistas, iniciativa que reivindica la formación de Abascal. Esa "buena relación" entre los partidos es fruto de una alianza tejida a base de reuniones y que "se está fortaleciendo a consecuencia del ataque terrorista". Vox, por tanto, relaciona la situación actual en Oriente Próximo y el papel de Hamás en Gaza con el problema del "islamismo" que la formación cree que se sufre en Catalunya y en toda España. Según explica Buxadé, España es "un objetivo principal del terrorismo islámico: el primero es Israel y después ya viene a Al-Ándalus". Vox se aferra a los atentados sufridos el 11-M y el 17-A para hablar de este "peligro", a que España es territorio "fronterizo" y que Catalunya es la comunidad autónoma líder en detenciones de yihadistas.
El hecho es que Vox ha logrado tejer buenas relaciones con la comunidad judía mientras que, al mismo tiempo, se ha ganado la enemistad de asociaciones musulmanas. Incluso en 2022 el secretario general de la Federación de Comunidades Judías de España, Maxo Benalal, se afilió a Vox después de pasar por Ciudadanos en el Parlamento de las Islas Baleares. Ahora bien, la federación recalca en el ARA que son un organismo "que representa al colectivo judío español y, por tanto, es apolítico", en relación a "todos los partidos". Esto no priva que sean especialmente críticos con Sumar por el uso de expresiones como "desde el río hasta el mar". Subrayan que es necesario "salvaguardar la seguridad de las comunidades judías y su normal funcionamiento" y que "hay declaraciones que contribuyen a calentar aún más el panorama y pueden provocar incidentes contra los judíos". Así, relatan que sufren "pintadas, carteles o insultos" y lamentan "mapas de convocatorias autorizadas en los que desaparece el estado judío". No entran a valorar el movimiento de Abascal, pero piden que todos los políticos "traten a Israel como tratan a cualquier otro país amigo y socio".
Guerra de civilizaciones
En esta guerra de civilizaciones que dibuja Vox, se utiliza la igualdad entre el hombre y la mujer como un rasgo básico de Occidente que las sociedades musulmanas ponen en entredicho, a su juicio. De la misma forma, Netanyahu ha hecho de la defensa de los derechos de las mujeres o del colectivo LGTB un elemento distintivo en contraposición a Hamás. Una estrategia que ha recibido acusaciones de "pinkwashing" por parte de los opositores, que le acusan de utilizar estas cuestiones para lavar la cara a un país acusado de protagonizar un genocidio contra los palestinos en un informe de la ONU, que también ha criticado la política de asentamientos en Cisjordania.