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Yolanda Díaz, la sucesora de Iglesias que ya cuestionaba la democracia española

La futura vicepresidenta segunda, vinculada familiarmente a la lucha sindical, fue una de las precursoras de las confluencias de la izquierda transformadora

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La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, en una intervención al Congreso

MadridYolanda Díaz (Fene, A Coruña, 1971) será la sucesora de Pablo Iglesias en la vicepresidencia segunda del gobierno español –si así lo acaba confirmando el presidente, Pedro Sánchez– y en el liderazgo de Unidas Podemos, pero los caminos de los dos hace tiempo que se cruzaron. En 2012, y en circunstancias muy diferentes, fue la ahora ministra de Trabajo la que fichó a Iglesias como asesor en unas elecciones gallegas en las que se ensayaba un primer experimento de confluencia de la izquierda transformadora –la Alternativa Galega de Esquerda (AGE), formada por Anova, Equo e Izquierda Unida–, que irrumpiría en el Parlamento con nueve diputados y superaría al BNG y que acabaría inspirando proyectos como Unidas Podemos. Tres años después, En Marea, hermanado con Podemos, entraba en el Congreso con Díaz de candidata e Iglesias como líder estatal. Y este lunes ha sido Iglesias quien ha ungido a la dirigente gallega como la persona llamada a tomarle el relevo en la Moncloa y al frente de la formación.

Los dos han tenido vidas políticas paralelas. La militancia comunista les corre por las venas a través de sus padres: Javier Iglesias militó en el Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP) y Suso Díaz militaba en el Partido Comunista en la clandestinidad y fue secretario general de Comisiones Obreras en Galicia. En los años 80 y en pleno proceso de reconversión industrial, a lado y lado de la Ría de Ferrol se desborda una lucha obrera que Díaz mama desde pequeña. En una entrevista a El País en 2009 explicó que Santiago Carrillo le había besado la mano cuando tenía cuatro años. A punto de cumplir 50, Díaz recibió hace una semana el premio 10 de marzo que entrega Comisiones Obreras al Día de la Clase Obrera Gallega, que conmemora el asesinato a manos de la policía franquista de dos trabajadores que se manifestaban por los derechos laborales en 1972.

Mucho antes de formar parte del primer gobierno de coalición en el Estado, Díaz ya había probado la experiencia de gobernar con el PSOE. Estuvo en el Ayuntamiento de Ferrol entre el 2007 y el 2008 y en representación de Izquierda Unida –partido del que fue coordinadora general en Galicia–, pero solo duró 16 meses. En 2014 el recuerdo que guardaba de ello no era bueno. "Rompimos el acuerdo. Por eso tengo claro, porque lo vi directamente, que con ellos es imposible gobernar", decía. Como tantos otros dentro de su espacio, más tarde dejaría en papel mojado estas palabras.

Ahora Díaz ya lleva 14 meses gobernando en coalición con los socialistas en el Estado y, a diferencia de Iglesias, no ha destacado precisamente por la confrontación con sus socios. La ministra de Trabajo ha acabado siendo la cara visible del diálogo social con sindicatos y patronal, pero también con los ministros de perfil económico como José Luis Escrivá y Nadia Calviño, de postulados alejados a los suyos. Una de las incógnitas que deja el movimiento en Podemos es cómo la faceta gestora que hasta ahora ha mostrado Díaz en el consejo de ministros evoluciona a un perfil más político.

La división de la izquierda

Abogada laboralista con experiencia en este ámbito, fuentes de su entorno subrayan la larga trayectoria de compromiso político de Díaz, que ha vivido de muy cerca la endémica división de la izquierda, ya presente en sus raíces familiares: si bien su padre optó por el Partido Comunista, su tío Xosé –hermano gemelo de su padre– acabó ocupando un escaño por el BNG en el Parlamento gallego. Años más tarde, el éxito inicial de Alternativa Gallega de Izquierda en 2012 derivaría en mal ambiente interno y en un choque entre ella y quien había sido el líder de la candidatura, Xosé Manuel Beiras, histórico dirigente nacionalista.

En conversación con el ARA, Beiras describe a Díaz como una política "muy inteligente, ambiciosa y audaz", y la sitúa claramente en el sector de la izquierda que “prioriza los intereses a nivel del Estado”. A pesar de que no quiere que suene como una crítica, Beiras considera que el premio que le ha llegado es también consecuencia de una "cultura política" que asocia con la del PP gallego y que consiste en poner por delante una "carrera política" antes que el "combate". Alberto Núñez Feijóo, de quien siempre se ha sospechado la intención de acabar dando el salto en Madrid, también trasladó esta crítica a Díaz cuando entró en el ejecutivo estatal.

Fuentes del grupo parlamentario de Unidas Podemos admiten que se trata de un perfil más vinculado a la tradición federalista que a la soberanista. Habrá que ver si el independentismo catalán tendrá ahora en Díaz una aliada como tenía en Iglesias, como mínimo retóricamente. El líder de Podemos sembró el caos en el ruedo político española hace unas semanas afirmando que en el Estado no había una situación de normalidad "democrática" por la existencia de exiliados políticos. Un cuestionamiento que Díaz ya había hecho en el pasado, a pesar de que en referencia a la precariedad de las clases populares después de la crisis, cuando afirmó que "hay que recuperar la democracia; la de España es solo formal".

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