"Si abren el supermercado fantasma aquí, se lo pondremos muy difícil"

Vecinos de un tranquilo pasaje de les Corts se movilizan contra un almacén de productos para entregar a domicilio

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El pasaje Chile, a Las Cortes, donde una multinacional quiere abrir un supermercado fantasma

BarcelonaLas ganas de consumir lo que sea y que nos lo traigan a casa cuanto antes mejor han provocado el nacimiento de los llamados supermercados fantasma. Se trata de pequeños almacenes distribuidos por la ciudad que no venden al público sino que abastecen a repartidores para que lo lleven a casa de quien sea volando en moto, bicicleta o patinete. Una multinacional ha decidido abrir uno de estos almacenes en el tranquilo pasaje Xile, allá donde el barrio de les Corts se confunde con Hospitalet, y ha puesto a los vecinos en pie de guerra. "Esta calle es de prioridad invertida, es decir, tienen prioridad los peatones, y no entendemos como puede abrir un local así", denuncia Òscar Tapioles, uno de los afectados. El cebo que usa la empresa para atraer a clientes es que la entrega es "ultrarápida", en cuestión de "minutos". Y es esta inmediatez lo que temen los vecinos, que en sus pesadillas ya ven a las motos circulando a todo trapo por el pasaje donde ahora reina la paz. Otro de los afectados, Jordi Gràcia, avisa: "Si abren el súper fantasma, se lo pondremos difícil". Pero nada hace pensar que el almacén, que ya tiene el género dentro, no acabe abriendo.

Este miércoles se podían ver dos operarios dentro preparando el almacén, eso sí, con total discreción. Incluso cuando estaban dentro trabajando bajaban la persiana, como si con la puerta del establecimiento no hubiera suficiente para evitar las miradas de los vecinos. "¿Qué, ya han abierto?", preguntaba una mujer a Jordi Gràcia. "No, todavía no", respondía él preocupado. En este pasaje hay dos guarderías, y muy cerca hay dos escuelas públicas más. Ubicado entre la calle del Cardenal Reig y la carretera de Collblanc, este callejón es una pequeña isla de casas bajas donde el ritmo estresante de la ciudad no ha conseguido entrar, de momento. Fuentes del Ayuntamiento de Barcelona reconocen que hay poco margen: "El Ayuntamiento está analizando este nuevo tipo de actividad, con el objetivo de preservar el comercio de proximidad y minimizar el impacto sobre el espacio público", defienden, pero el fenómeno es muy nuevo y "aún no hay una normativa" que lo regule. Como pasó con los apartamentos turísticos, con el boom de los patinetes eléctricos y con tantos otros cambios de hábitos que de repente se imponen en ciudad, la regulación pública necesita un tiempo, pero la iniciativa privada, alimentada por los consumidores, no puede perder ni un minuto.

Sin licencia de actividades (de momento)

La empresa que ha alquilado el local del número 54 bis del pasaje Xile es Getir, una firma de origen turco. Consultadas por este diario, fuentes de la empresa han explicado que se han reunido tanto con el Ayuntamiento de Barcelona como con los vecinos para intentar encontrar una solución, pero no han querido dar más detalles. Tampoco han aclarado cuándo tienen previsto pedir la licencia de actividades, que todavía tienen pendiente tramitar. Según parece, una posibilidad implicaría pactar con el Ayuntamiento que las motos y las bicicletas no entraran en el pasaje, sino que tuvieran que aparcar en Cardenal Reig y el repartidor fuera andando hasta el local. Esta posibilidad tampoco gusta a los vecinos, porque están convencidos de que no se cumpliría: "¿Cómo van a perder un minuto andando si se anuncian diciendo que llegan a tu casa en diez minutos?", se pregunta Gràcia.

Getir tiene trece almacenes abiertos en Madrid y seis más en Barcelona, repartidos estratégicamente para poder cubrir la mayor parte del territorio. "No estamos en contra de esta actividad, pero en esta calle no los queremos", insiste Gràcia, que no entiende cómo puede acabar abriendo un negocio así en una calle pacificada hace más de diez años.

Sin licencias para cocinas

Haceunos meses, la capital catalana vivió un problema similar con las llamadas macrococinas fantasma. En este caso se trataba de grandes cocinas que tampoco servían a los clientes dentro del local, sino que preparaban platos para llevar a domicilio. En el mes de marzo, para ganar tiempo y preparar una normativa que ordenara esta nueva actividad, el Ayuntamiento dictó una suspensión de licencias. Hasta el momento, dos habían pedido permiso, una en les Corts y otra en la Verneda. Los vecinos se quejaban de los ruidos y de los olores que podía generar el negocio.

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