La Albera quiere ser parque natural (y no eólico)
Entidades y administraciones del Alt Empordà piden a la Generalitat más protección ambiental para frenar el proyecto del parque eólico Galatea
GeronaEn la punta más oriental de los Pirineos, desde el collado del Pertús hasta las playas de Argelès, decrece hasta el mar la sierra de la Albera, que hace de frontera entre las llanuras del Empordà y del Rosellón, en la Catalunya del Nord. Este macizo, último contrafuerte de la cordillera pirenaica, goza de una gran riqueza de fauna y flora, con estepas de arbustos, bosques de hayas, estanques temporales, numerosas aves autóctonas, zorros, jinetas, tejones y los últimos ejemplares de tortuga mediterránea , una especie en peligro de extinción. En las dos vertientes de la cresta, también se pueden encontrar restos importantes de monumentos megalíticos, menhires y dólmenes, como la necrópolis de Vilars, cerca de Espolla, o restos de ermitas románicas.
Al pie de este paraje , está previsto construir el parque eólico Galatea, en La Jonquera, que ya dispone de la autorización previa de la Generalitat y, a finales de 2025, instalará nueve aerogeneradores y una subestación para conducir la energía hasta Figueres. Los ayuntamientos y las plataformas ciudadanas alto-ampurdanesas,al igual que en el caso del parque en el golfo de Roses, están frontalmente en contra. Para oponerse, piden que se reconozca la Albera como parque natural. La zona ya tiene el amparo de ser paraje natural de interés nacional, pero consideran que conseguir un mayor grado de protección sería un instrumento clave para hacer frente a las amenazas medioambientales que pueden poner en peligro la sierra.
Una reivindicación que viene de lejos
"Ser parque natural es la protección mínima que pide la Albera, porque ser paraje natural de interés no te permite abordar toda la complejidad del área geográfica; no necesitamos parcelas protegidas o reservas concretas, sino una gestión conjunta de todo el territorio que permita conservar la importancia ecológica de la vegetación, la fauna y el patrimonio histórico", explica Carles Mestre, portavoz de la Plataforma para el Impulso del Parque Natural de la Albera (PIPA).
La instalación de los molinos ha sido la última alarma que ha reactivado una reivindicación que viene de lejos. Desde los años 80, asociaciones ecologistas como IAEDEN-Salvem el Empordà reclaman convertir la Albera en parque natural y luchan contra las agresiones que afectan al macizo. Denuncian que el boom turístico ha desatado la construcción de urbanizaciones como la de la Farga de Sureda o los chalés del Voló, alertan del riesgo de incendios, los proyectos de macrogranjas o la base de infantería de Sant Climent Sescebes, donde se realizan pruebas de tiro y maniobras militares entre restos prehistóricos. "La Albera se despierta cuando se le ataca, los molinos son una amenaza evidente que ha reavivado las demandas por ser un parque, pero no son el único problema de la zona", concluye Mestre.
Los propietarios forestales se añaden a la campaña
Otra entidad que recientemente se ha posicionado en esta misma dirección es laAsociación de Propietarios Forestales del Alt Empordà (APFAE), una de las más importantes de Catalunya, que agrupa a 130 propietarios y cubre una superficie de más de 14.000 hectáreas. "Hemos llegado a la conclusión de que ser parque natural nos permitiría, de forma coherente y sólida, proteger la masa forestal, porque la administración pública no garantiza que cualquier iniciativa privada pueda instalar aquí su negocio y ponerlo en marcha todo a rodar", defiende Quim Bech de Careda, miembro de la asociación y propietario forestal. Y añade: "Somos conscientes de que la energía limpia es el futuro, pero es necesaria una ordenación que establezca unas zonas prioritarias y no lo deje todo en manos de la especulación de empresas privadas, que no piensan en el medio ambiente, sino en optimizar ganancias y reducir costes".
La construcción del parque afecta directamente a los propietarios porque los promotores, para tener libre el terreno donde instalar los molinos, deben comprar las parcelas a los terratenientes ampurdaneses. Ahora bien, la asociación forestal asegura que no representa sólo a los afectados, sino también una voluntad social: "Nuestro objetivo es garantizar el derecho a un paisaje y un medio que está en riesgo de desaparecer", concluye Bech de Careda.
Declaración institucional de ayuntamientos y Consejo Comarcal
Paralelamente a las movilizaciones ciudadanas, durante el 2023 los diecisiete ayuntamientos del Alt Empordà han votado en sus plenos una moción para impulsar la creación del Parque Natural de la Albera. El mismo texto se ha aprobado en una declaración institucional del Consejo Comarcal del Alt Empordà en el último pleno del año y próximamente se notificará a la Diputación de Girona, al Gobierno de la Generalitat y al Parlament. "Es importante tener mayor protección, tanto por el valor patrimonial de los restos megalíticos como por la importancia ecológica de la fauna, la flora y los elementos geológicos", argumenta Agustí Badosa, presidente del Consejo Comarcal. "Vamos a salir beneficiados como comarca y como país", certifica.
Badosa matiza que el horizonte de los molinos no es la razón fundamental para acelerar estas demandas: "Es una derivada más, pero no el motivo principal, aunque evidentemente ser un parque natural ayudaría a reducir el impacto ambiental del proyecto, que hasta ahora no ha sido lo suficientemente cuidadoso porque prevé, por ejemplo, la evacuación de la energía con líneas aéreas", sostiene. Y termina: "Somos una de las comarcas que menos energía genera, así que no podemos quedarnos atrás, debemos ser partícipes de la transformación energética y nuestro recurso es la tramontana, así que finalmente deberemos aceptar los molinos; esto sí, con cuantas alegaciones sean necesarias".