Movilidad

Afectados por las obras de la L8: "Nadie quiere pasar por una calle que mide metro y medio"

Las actuaciones ponen a prueba la paciencia de vecinos y comerciantes de la calle Comte d'Urgell con Consell de Cent

Las obras, que ocupan casi toda la calle, de un balcón
Natàlia Pinyol
21/10/2024
3 min

Barcelona"El muro de los lamentos". Así es como han empezado a nombrar a los vecinos y comerciantes de la calle Comte d'Urgell con Consell de Cent la cerrada de seis metros de altura que se ha instalado para poder hacer las obras de prolongación de la L8 de los Ferrocarriles de la Generalidad de Cataluña (FGC). "Nadie quiere pasar por una calle que mide un metro y medio. La gente prefiere pasar por una calle ancha", explica Gemma Espiga, propietaria de un estanco. Está segura de que los clientes han disminuido desde que, hace tres semanas, las vallas tapan prácticamente todo el tramo de a pie. Para paliar las molestias que causa a vecinos y comerciantes de la zona como ella, se han puesto unos carteles en el otro lado de la calle con los nombres de las tiendas que quedan escondidas. Pero eso tampoco convence a los afectados. "Los carteles son ridículos. ¿No pueden hacerlos más grandes? ¿O con un color de fondo diferente de forma que sean más llamativos?", lamenta Espiga.

Carteles de las tiendas que quedan detrás de la valla.

Mientras se alarguen las obras de la L8, para conectar plaza de Espanya y la estación de FGC de Gràcia, bicicletas, patinetes y peatones deben pasar a la vez por una calle que se ha reducido a 1,80 m de ancho. Nada que ver con la dimensión que antes tenía Conde de Urgell. Quienes viven en esta calle también han tenido que adaptarse, como Carlos. Como vecino afectado, explica que las obras obligan a menudo a "modificar la ruta" para moverse por el barrio. "De noche se percibe una especie de inseguridad", añade, ya que las vallas han generado una sensación de "calles estrechas y oscuras" que intranquiliza a los vecinos. Aunque la administración ha intentado iluminar la zona cuando oscurece, otra vecina (que quiere mantener el anonimato) cree que es necesario que haya "una persona que supervise las obras durante la noche".

Las obras de la calle Comte d'Urgell por la noche.

La propietaria de otro comercio, que también quiere mantener el anonimato, explica que las obras "reducen el tráfico de personas que solían ser por la zona". "Entendemos que la situación es necesaria, pero nos da miedo que se alargue y se cronifique en el tiempo", admite. Además, añade, la situación también afecta al suministro de las tiendas: "No se nos ha informado de ninguna medida que nos garantice que nuestros proveedores puedan servirnos de forma cómoda".

Las obras en la intersección entre Comte d'Urgell y Consell de Cent vienen de hace años. Una vecina que lleva 30 años viviendo allí se queja de que "la información debería estar mucho más personalizada". "Yo me he enterado de algunas asambleas por casualidad. Bien que saben nuestro padrón por cobrarnos nuestros impuestos. Pues que utilicen estas bases de datos para hacernos llegar información con nombre y apellidos", sentencia. Según el departamento de Territori, en las próximas semanas se convocarán reuniones con vecinos afectados para explicarles el avance de las obras y advertirles de las molestias.

"Las plantas se me están muriendo"

El polvo de las obras llega a los balcones y ventanas, y aunque se limpien a menudo, se vuelven a ensuciar y obligan a parte de los vecinos a tener las persianas cerradas. Algunos de ellos no pueden utilizar balcones y terrazas, ya que los espacios, tanto comunes como privados, están sucios constantemente. "Parece que no quieran que pase la gente", lamenta la misma vecina.

Por otra parte, a pesar de las reuniones que se hacen desde el Ayuntamiento para mantener a los ciudadanos informados, residentes consultados por el ARA denuncian que la tala de unos 17 árboles en la misma calle llegó de forma repentina. "Me levanté una mañana, miré por la ventana y ya no había árboles", explica una vecina, que ve exagerado haber retirado tanta vegetación para hacer caber la maquinaria. "No está cortado por el agujero [el pozo que debe servir para abastecer con materiales a la obra y que conectará con el parque Joan Miró], sino por las máquinas", insiste. La mujer concluye que en el barrio reina "una sensación de prepotencia de las constructoras sobre el espacio público" y "una incertidumbre que genera malestar psicológico" a los residentes y comerciantes.

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