Barcelona

Colau busca acuerdos con bares y discotecas para hacer frente al ruido y a los botellones

El Ayuntamiento se alía con la Apolo para que los jóvenes entren antes en la sala y sitúa una plaza de la Marina como lugar crítico

Barcelona"¿La solución? Que todas las terrazas cierren a las diez de la noche y así seguro que dormimos". Es el veredicto de Isabel y Marta, sentadas en un banco de los Jardins de la Mediterrània, una especie de gran interior de manzana en el barrio de Marina, en Barcelona, pero que no se cierra por las noches y que acoge bares, terrazas e incluso un local de copas. "Aquí siempre hay actividad... y, claro, ruido", resumen estas vecinas. En total, nueve terrazas con una treintena de mesas y a menudo discusiones y peleas con lanzamiento de sillas. Y también de forma esporádica algún objeto que cae desde las ventanas hacia los clientes de los bares, como denuncian algunos restauradores.

La difícil convivencia entre vecinos y terrazas no es exclusiva de las zonas más céntricas de la ciudad. No se da solo en las calles Enric Granados y Blai o en las plazas de Gràcia y Ciutat Vella. De hecho, el distrito de Sants-Montjuic pone la etiqueta de prioritarios a estos jardines a la hora de aplicar medidas como el posible recorte del horario de terrazas. Una solución que ya funciona en la calle Blai del Poble-sec y en la Plaça d'Osca, que tienen una hora menos de terraza que el resto y que este verano podría llegar a más zonas de la ciudad.

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Las 5 zonas de especial atención al ocio nocturno en Sants-Montjuïc

Los Jardins de la Mediterrània, reformados antes de la pandemia, son unos claros candidatos a aplicar medidas restrictivas a la restauración, según confirma el regidor del distrito, Marc Serra, que asegura que en esta primera fase se está buscando la complicidad de los restauradores para paliar los problemas de ruido. Y, a pesar de que no formaban parte de las once zonas que el Ayuntamiento identificó como más conflictivas por los decibelios en horario nocturno, sí que quedarán incluidos en el decreto que recoja las medidas que se aplicarán.

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"Estos vecinos tienen el mismo derecho a descansar que los del Eixample", remarca Serra. De momento, se han instalado sonómetros como en el resto de zonas críticas para dimensionar la problemática. Después de que el verano del 2021 fuera especialmente complicado por los botellones, este 2022, ya sin restricciones y con el regreso de los turistas, se prevé una campaña de verano también difícil para la convivencia entre descanso y ocio nocturno. Las zonas que se considera que tienen que recibir una atención especial son el triángulo de ocio del Poble-sec (sobre todo el Parc de les Tres Xemeneies), el triángulo de Sants entorno a la Plaça d'Osca, los Jardins de la Mediterrània, el entorno del Poble Espanyol (y la avenida Maria Cristina) y el Parc de l'Espanya Industrial, que el año pasado fue escenario de grandes botellones.

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Entrar antes en la Apolo

Uno de los puntos críticos son el Parc de les Tres Xemeneies, en Paral·lel, especialmente las noches y madrugadas de jueves, que es cuando muchos jóvenes suelen encontrarse para hacer botellón en este espacio antes de entrar en la Sala Apolo. Para atacar esta práctica, el consistorio asegura que tiene montado un dispositivo específico de la Guardia Urbana que intenta que estas personas entren antes en la discoteca –rodeando a la gente que se concentra en la plaza y sancionándola por beber en la calle– y que se ha buscado la corresponsabilidad de la sala para intentar mitigar las molestias al vecindario.

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Esta complicidad se ha materializado, de entrada, en dos vías: la propuesta para que sea la misma Apolo quien asuma el coste de los dos lavabos portátiles que se instalan en la zona las noches de jueves para evitar que los jóvenes acaben usando la calle Palaudàries como un gran urinario (cuesta unos 200 euros cada semana) y alguna promoción para que la gente entre en la sala antes de la una de la madrugada. La sala asegura que tiene "máxima" predisposición a colaborar con el Ayuntamiento para intentar minimizar su impacto en el barrio y que también ha empezado una campaña para pedir responsabilidad a los clientes y para seducir los jóvenes para llegar antes. "Es un paso adelante", celebra Sergi Gàzquez, presidente de la Asociación de Vecinos del Poble-sec, que denuncia que la situación de la plaza en los últimos meses era "preocupante" y que también ve con buenos ojos que se instale un chiringuito para que tenga un uso más familiar durante el día.

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Según el regidor del distrito, el plan para hacer frente a los botellones está empezando a dar resultados: si hace cosa de un mes había más de 300 personas bebiendo en los jardines que no entraban a Apolo hasta pasadas las tres de la mañana, ahora el dispositivo policial ya se está haciendo a la una y media de la madrugada para agilizar todo el proceso. "La Sala Apolo tiene un aforo para cerca de 3.000 personas y esto es un impacto muy fuerte para un barrio denso como el Poble-sec, por eso tenemos que aplicar medidas preventivas y hace falta corresponsabilidad", remarca el regidor. La actuación prioritaria en el Poble-sec engloba la calle Blai, por la concentración de terrazas, y vías como Vila i Vilà y Nou de la Rambla, que concentran 17 locales de restauración y 3 salas de fiesta. Aquí también se han empezado los contactos con los restauradores para pedir máximo respeto a los horarios y que controle que los clientes no hagan ruido a las salidas. Y los mismos locales se organizan para desplegar agentes cívicos. En la calle Nou de la Rambla se han colocado sonómetros para decidir acciones de cara a julio y, además, ya está claro que no se podrán mantener todas las terrazas extra que se han ganado en pandemia: los locales que las tienen en calzada tendrán que pasar de tener cuatro mesas a tener dos.

Prevención en el Parc de l'Espanya Industrial

També hay un plan específico para la Plaça d'Osca de Sants, donde, como pasa en la calle Blai, las terrazas ya cierran una hora antes. Dentro del llamado triángulo de ocio de Sants hay 38 locales de restauración y el 42% se concentran en la Plaça d'Osca, donde la mayoría de los clientes son del barrio, según un estudio del distrito. Aquí no se plantea adelantar más el cierre de las terrazas porque es una medida que ya se aplica desde el 2017, sino que se proponen soluciones como colocar tacos de goma a mesas y sillas para que no hagan tanto ruido durante la recogida, que muchos locales no pueden hacer hasta que no cierran puertas.

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El plan municipal también se centra en ordenar la salida del público del Poble Espanyol para minimizar el impacto acústico en el barrio de la Font de la Guatlla, y en el Parc de l'Espanya Industrial, que el año pasado durante la fiesta mayor del barrio se convirtió en el escenario de macrobotellones; una dinámica que no se espera que se repita este año porque el verano del 2021 coincidió que no había toque de queda pero los locales de ocio estaban cerrados.