Barcelona

Domadores de cotorras, el último negocio en el Parc de la Ciutadella

La alimentación de esta especie invasora conlleva riesgos para el ecosistema de Barcelona

25/04/2025
3 min

BarcelonaCon la cantidad de cotorras que hay en Barcelona era cuestión de tiempo que alguien las pusiera a trabajar. Estas aves llamativas y ruidosas son el gancho del último negocio ambulante del Parque de la Ciutadella. Desde hace un tiempo se han convertido en un atractivo turístico más para los visitantes que pasean por allí. Por un euro pueden llevarse a casa una foto con alguno de estos animales comiendo de su mano. Sin embargo, la práctica tiene algunos riesgos.

El negocio, que se desarrolla sobre todo junto al Invernadero y al Castillo de los Tres Dragones, es rudimentario pero efectivo. No hace falta tener mucha pericia como adiestrador para conseguir domesticar durante un rato a una cotorra argentina. Lo primero que hacen este tipo de domadores es poner un pedazo de una manzana en algún árbol. Un señuelo. Enseguida un puñado de cotorras ya circulan por la zona picoteando la fruta.

Cuando la materia prima está en su sitio, la escena siempre es la misma. La persona que explota el negocio extiende sus brazos. Al cabo de un momento, los pájaros ya están en manos de su alimentador. La curiosidad de los paseantes hace lo demás. Enseguida se les ofrece el secreto de este truco: unas pipas de calabaza que hacen de delicias para las cotorras y que permiten a quien las sostenga fotografiarse con estas aves. A cambio de un euro se les suministra el puñadito necesario.

Uno de los hombres que ofrece cotorras a los turistas para que se hagan fotografías en el Parc de la Ciutadella.
Turistas dando de comer a las cotorras en el Parc de la Ciutadella.

La operación podría considerarse un éxito. En poco rato se amortiza sobradamente la inversión hecha en una bolsa de un kilo de pipas de calabaza. Este miércoles al mediodía, en poco más de 20 minutos son ya cerca de una decena los turistas que han querido llevarse ese recuerdo a casa. El público es diverso. Una familia con dos niños, un grupo de tres amigas japonesas, un matrimonio australiano... También un montón de palomas que no suben a los brazos de los turistas, pero que sí se ponen las botas con los restos de pipas que caen al suelo.

Una práctica de riesgo

Ahora bien, los adiestradores se arriesgan también a multas, y no sólo por el hecho de llevar a cabo una actividad económica de forma irregular. municipales explican que el Ayuntamiento hace tiempo que hace un seguimiento de estas actividades y que ya se han hecho dos campañas específicas de información en el parque de la Ciutadella para "evitar el uso de las aves como atractivo turístico". como ya ocurre con las palomas, se multiplique la población. Además, en el caso de estas aves de colores llamativos, hay que recordar que no tienen depredadores y que se trata de una especie invasora que tiene un impacto sobre el ecosistema de la ciudad.

Una cotorra comiendo un trozo de manzana colocada en un árbol.

En un informe realizado para el Ayuntamiento en el año 2021, el jefe de investigación del Museo de Ciencias Naturales de Barcelona, ​​Carles Senar, ya apuntaba que desde que se detectaron los primeros ejemplares de estas aves en Barcelona hacia el año 1975 su presencia se había multiplicado exponencialmente hasta el punto que se calculaba en el 20. Sin embargo, alertaba de que si no se actuaba esta cifra podría llegar a las 20.000 en el 2031.

En este mismo documento se calculaba también el impacto económico que la gestión de las cotorras –y sobre todo de sus nidos, muy voluminosos– tienen para el Ayuntamiento. Según datos aportados entonces desde Parcs i Jardins, en el 2021 la ciudad destinaba 200.000 euros cada año a 230 actuaciones por ramas de árboles que se habían roto por el peso de los nidos o para sacar aquellos con peligro de caída inminente.

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