Atentados 17-A

La madre de Julian

Barcelona recuerda las víctimas del 17-A en la conmemoración de los cinco años de los atentados

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La Jumaine es la madre de Julian, el niño de 7 años que murió al atentado del 17.ª

BarcelonaLlega al Pla de l'Os en silla de ruedas, se levanta y anda con muletas hasta que puede sentarse en una de las sillas. Va vestida de azul, lleva gafas de sol, le tiemblan las manos y no para de llorar. Cuando ya está sentada le dan una fotografía enmarcada. Es su hijo, Julian, uno de los asesinados en el atentado del 17 de agosto del 2017 en Barcelona, cuando solo tenía siete años. Ella se llama Jumaine pero todo el mundo la llama Jom. Le quedaron las piernas destrozadas y hasta tres días después del atentado no se enteró de que Julian ya no estaba. La suya es la imagen más sobrecogedora, más terrible del homenaje a las víctimas de aquel día de hace cinco años. Las víctimas hacen las ofrendas florales. Robert Manrique, incansable luchador por los derechos de las víctimas de todos los atentados terroristas, ha venido con sus tres nietos, Dominic y Andrea, de cuatro años, y Ramsès, de dos. También ellos dejan una flor clavada al parterre. Jom no puede parar de llorar, todo el mundo con quien se cruza intenta consolarla. Impresiona pensar qué debe de pasar por dentro de aquellas personas que pisan el mural de Miró, justo el lugar donde se paró la furgoneta que les destrozó la vida. La fortaleza mental, la integridad, la dignidad. Recuerdo que en el homenaje del primer año, en 2018, estaba Xavi Martínez, el padre de Xavi, el niño de tres años que también murió. Este año ha dejado dicho en las redes que no acudirá. No está de acuerdo con la gestión política que se ha hecho de los atentados ni con la resolución sobre la implicación de la cédula yihadista de Ripoll. De hecho, hay un buen grupo de personas que, a los márgenes del homenaje, hacen oír su voz: “¡Queremos saber la verdad!”, exclaman. 

“Estos solo se quieren hacer la foto”, dice Maite, que lleva una pancarta –“We want truth”– cuando ve pasar a Ada Colau, Pere Aragonès, Meritxell Batet, Miquel Iceta, Raquel Sánchez y toda la representación institucional. “¿Cómo es posible que una cosa tan dolorosa no pueda ser resuelta con un mínimo de garantías y de respeto para las víctimas?”, se pregunta también. Me enseña un par de capturas en su móvil. Una es el tuit de Joaquim Forn, hace cinco años conseller de Interior, en el que señala los interrogantes que el Estado todavía no ha desvelado. La otra es la reciente entrevista a Josep Lluís Trapero, en la que rechaza cualquier teoría de la conspiración y destaca el buen trabajo del CNI. “¿Cómo se entiende esto?”, concluye.

La calle que nunca más será igual

¿Y la Rambla cómo está? No puedo evitar fijarme. Aquella calle que todos queremos y que nunca volverá a ser la misma. Pues está llena de pilones que hace cinco años no estaban. Unos cuántos comercios emblemáticos han tirado la toalla –en la camiseria Xancó ya hay otro negocio y el Club Capitol cria polvo–. Resiste como un milagro la casa Beethoven, y a las pajarerías –algunas convertidas en casi franquicias o en fabricantes de zumos de colorines– continúan queriéndolas echar. Uno se pregunta por la memoria de los quiosqueros, aquellos que hace cinco años lo vieron todo y allí siguen todavía. En el Pla de l'Os todos los políticos se han ido enseguida. Solo se ha quedado Ada Colau, que conversa con todo el mundo. Jom se ha quitado las gafas de sol. Da las gracias a quienes se acercan, habla con ella y la consola. Alguien se da cuenta de que quizás ya toca quitarla de allí en medio. Atraviesa la Rambla sobre la silla de ruedas. Abraza la foto del sonriente Julian. Lo abraza fuerte, como quien abraza a un hijo. 

Laura Borràs saludando a los manifestantes en el acto de homenaje del 17-A.
Borràs saluda a los manifestantes que han boicoteado el minuto de silencio

Una cuarentena de personas que se han concentrado este miércoles en el acto de homenaje a las víctimas del atentado lo han intentado boicotear con gritos de "¡Queremos la verdad!", una abucheada a los políticos e incluso rompiendo el minuto de silencio, cuando uno de los manifestantes ha gritado: "¡Vamos a dar un pequeño susto a Cataluña!", en relación en las declaraciones del excomisario José Manuel Villarejo, y también "España es un estado asesino, queremos la verdad, ¡hipócritas!". Al acabar el acto, la presidenta de Junts per Catalunya , Laura Borràs, se ha acercado a estos manifestantes, que le han recibido con una ovación y gritos de "¡Presidenta, presidenta!" y le han animado a "romper el Govern".

En el primer acto institucional después de su suspensión como presidenta del Parlament, Borràs ha sido relegada a la cuarta fila y se ha sentado junto al regidor del PP en Barcelona Josep Bou; el regidor del distrito, Jordi Rabassa; los regidores Marc Serra y Eloi Badia y representantes de los Bomberos, los Agents Rurals y el ejército de tierra. En la primera fila de autoridades –que han cedido la cabecera real a las víctimas–, estaba el president de la Generalitat, Pere Aragonès; la presidenta del Congreso, Meritxell Batet; los ministros Miquel Iceta y Raquel Sánchez; la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau; el vicepresidente de la Generalitat, Jordi Puigneró, y, en representación del Parlament, la vicepresidenta segunda, Assumpta Escarp.

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