Barcelona

Mangueras y granizados de gusanos para que los animales del Zoo puedan soportar el calor

También se rellenan con mayor frecuencia los bebederos y se activan los ventiladores de las estancias interiores

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Un elefante remojándose para hacer frente al calor en el Zoo de Barcelona

BarcelonaLa elefanta africana Bully, de aproximadamente 40 años, abre la boca para recibir un chorro de agua que un cuidador proyecta hacia ella con una manga. A su lado, Yoyo, de 54, se queda quieta mientras el cuidador dirige el rayo en su dirección. Al fondo, Susi, de poco más de medio siglo, busca la sombra para resguardarse del sol que cae con fuerza sobre el Zoo de Barcelona. Son las doce del mediodía y el termómetro marca 31 grados. "A las elefantes se las remoja haciendo uso de mangueras o aspersores, sobre todo por la tarde y mediodía, que es cuando hace más calor", explica la conservadora de mamíferos del Zoo, Pilar Padilla. "Lo combinamos con el lago y los fangares, donde se pueden hidratar y reproducir su comportamiento natural. Son ellas quienes eligen adónde quieren ir", añade, mientras otra cuidadora lanza un pedazo de verdura a Yoyo. "Es como si estuvieran refrescante y tomando el vermut. Están a gusto", explica Padilla.

El uso de mangueras o aspersores para refrescar algunas especies, como las elefantes, pero también el bisonte y el búfalo, es una de las medidas extraordinarias adoptadas por el Zoo para paliar los efectos de las altas temperaturas en los animales. Pese a que su ubicación privilegiada junto al parque de la Ciutadella y la abundante vegetación permite que en el Zoo se registren temperaturas que, de media, son unos tres grados inferiores a las del resto de la ciudad, verano tras verano acaba siendo necesario activar un protocolo especial para los meses de calor. "Nuestro objetivo es el bienestar animal. Cuando los termómetros suben, aquí adaptamos los protocolos al igual que hacemos en nuestra casa", ha explicado este martes la teniente de alcaldía, Laia Bonet. "Aplicamos la medida que resulta más efectiva para cada especie", ha puntualizado. Así, por ejemplo, a los felinos y huesos se les activan los ventiladores que tienen en sus estancias interiores para facilitar la renovación del aire y controlar la climatización de estas instalaciones.

Dos chimpancés comiendo fruta congelada para refrescarse ante el incremento de las temperaturas.

La alimentación es otro de los elementos que se adapta durante los períodos de calor, siendo los chimpancés uno de los principales beneficiados. Entre el gorila de llanura y el mangabey de coronilla blanca, los chimpancés esperan, atentos, que los cuidadores les ofrezcan su comida refrescante, que consiste en fruta congelada y helados de caldo o zumo de fruta. Uno de los cuidadores primero lanza una pieza al Yogui, que es el macho dominante, y el resto lo esparce entre los otros seis miembros de la familia de chimpancés. Blanquita rápidamente se apodera de un trozo de fruta roja y, mientras se lo pone en la boca, estira el otro brazo para pedir más. "También hay alimentos que se cuelgan; deben conseguirlos ellos mismos y eso les estimula", explica Iñaki Ezquerro, conservador de primates del Zoo. Sin embargo, los simios no son los únicos a los que se les ha adaptado la alimentación: a las jirafas se les da hielo con fruta ya las mangostas y los suricatas, granizados de gusanos.

Además de estas medidas, los trabajadores del Zoo intentan que todos los animales estén bien hidratados. Para ello, ponen más bebederos en las instalaciones y renuevan con mayor frecuencia el agua para que esté fresca. También intensifican la limpieza y renovación del agua de las zonas de baño y los fangares que tienen algunas especies, espacios que juegan un papel importante en la regulación térmica de animales como los facoqueros y las elefantes.

El consumo de agua, en el punto de mira

A su vez, el parque zoológico es plenamente consciente de la situación de sequía que arrastra Catalunya y asegura que todas estas acciones se llevan a cabo "procurando el máximo ahorro de agua posible". "La sequía nos ha obligado a estar más atentos al suministro", destaca el director del Zoo, Antonio Alarcón. "Se ha implantado un sistema de monitorización del consumo de agua y otro para detectar fugas; se ha reducido la frecuencia de limpieza y vaciado de los lagos fuera de la temporada de verano y se ha incorporado el riego por goteo y con agua freática", detalla. De esta forma, se ha conseguido pasar de un consumo diario de 1.500 m³ en 2018 a los 900 m³ actuales.

De forma paralela, el Zoo contará a partir del verano de 2025 con una planta piloto de regeneración de agua proveniente de la limpieza de las instalaciones. "El objetivo es optimizar el uso del agua y conservarla al máximo", explica Alarcón. La planta se enmarca en el programa LIFE, financiado por la Unión Europea, y funcionará mediante un sistema similar a las zonas húmedas en las que las plantas y los microorganismos hacen de sistemas naturales de depuración y el agua tratada se reaprovechará dentro del Zoo por regar, limpiar o rellenar balsas naturalizadas.

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