Se buscan urgentemente donantes de plasma
Es difícil de encontrarlos a pesar de que lo plasma puede servir para curar enfermos de coronavirus
Barcelona Una franja roja cubre el suelo de la entrada del banco de sangre del Hospital de la Vall d’Hebrón de Barcelona como si fuera una alfombra roja, porque los que vienen son tratados como estrellas. En un lado hay cuatro butacas azules y tres personas sentadas, todas con el brazo estirado e inmóvil. Están donando sangre. En el otro lado hay cuatro butacas más y un cartel enorme que cuelga del techo y que pone: "Aquí se dona plasma". Pero no hay absolutamente nadie.
"Hoy estaba previsto que vinieran cinco donantes de plasma", dice David Gracia mientras consulta el cuadrante de donantes del líquido que corre por sus venas y que puede salvar vidas. El plasma de las personas que ya han pasado el coronavirus es casi un antídoto. No hay ningún estudio concluyente que lo avale, pero todas la investigaciones realizadas sugieren que el plasma de las personas que estuvieron infectadas contiene anticuerpos que pueden ayudar a curar a los enfermos de coronavirus.
David Gracia es el "promotor del banco de sangre". En otras palabras, entretiene a los donantes para que la extracción sea más llevadera y hace ruido en las redes sociales para animar a la gente a hacerse donante. A primera vista parece un sanitario más: con bata blanca. Corrobora que no es fácil encontrar donantes de plasma que hayan pasado el coronavirus, a pesar de que cada día hay cientos de contagiados nuevos en Catalunya.
Son las once de la mañana y una de las cinco personas que se esperaba que fuera a donar plasma no se ha presentado a la cita. Otra sí lo ha hecho, pero le están extrayendo sangre y no plasma como estaba previsto. "Me han dicho que no tengo las venas suficientemente gruesas para poder donar plasma", lamenta la mujer, con un tubo conectado al brazo. Se llama Blanca Pastó, tiene 44 años y dice que pasó el coronavirus en marzo del año pasado. Incluso estuvo hospitalizada cinco días. Su marido aún lo pasó peor: estuvo en la UCI y todavía arrastra secuelas. Por eso ella tenía tantas ganas de donar plasma.
Requisitos para donar
Sin embargo, no basta con la voluntad, también hay que cumplir una serie de requisitos. Aparte de haber pasado el coronavirus, hay que tener el resultado de una prueba PCR que lo confirme y haber pasado más de 28 días desde los últimos síntomas de la enfermedad, es necesario no haber recibido nunca una transfusión de sangre y, en el caso de las mujeres, no haber estado nunca embarazada. "Las mujeres crean unos anticuerpos cuando están embarazadas que pueden provocar una reacción pulmonar aguda a la persona que reciba la transfusión de plasma", justifica la doctora Roser Vallès, responsable en el Banco de Sangre y Tejidos de la donación de plasma convaleciente, que es como se llama el plasma de las personas que han pasado el coronavirus.
Además, hay un condicionante más: el ancho de las venas, que es una de las razones por las que muchos de los potenciales donantes no pueden serlo. "En las donaciones de sangre hacemos un pinchazo y extraemos la sangre. En cambio, en las de plasma la sangre que extraemos va a una máquina que la filtra por centrifugación para obtener el plasma, y luego devolvemos al donante los glóbulos rojos y las plaquetas ", detalla la doctora Vallés, que argumenta que por eso hay que tener las venas gruesas, y aclara que si no volvieran los glóbulos rojos y las plaquetas al donante podría acabar anémico. En las donaciones de sangre se extrae un promedio de 480 mililitros. En cambio, en las de plasma son unos 550 mililitros, lo que en la práctica supone que hay que extraer muchísima más sangre. De hecho, para donar sangre apenas se tarda quince minutos y en cambio se requiere casi una hora para donar plasma.
Alba Pérez Baulies es "la donante" con mayúsculas: cumple todos los requisitos para poder donar plasma y, además, tiene las venas bastante gruesas, según certifica la enfermera tras examinarlas. La chica llega al banco de sangre corriendo y con cara desencajada, y mientras espera que la atiendan se quita el jersey y se abanica con los dedos de las manos como si estuviera sofocada. Solo cuando ya la han pinchado y la han dejado conectada a la máquina de extracción de plasma parece respirar un poco más tranquila.
"He llegado muy nerviosa", admite la joven, que evita mirar el tubo por el que corre la sangre que le están extrayendo del brazo. En una bolsa se va acumulando el plasma: es de un color amarillento, como si fuera orina. Confiesa que no había dado sangre nunca en la vida y, encima, siempre le había dado "respeto" que se la sacaran. Pero el 20 de enero su abuelo de 91 años, Manolo Pérez, murió de coronavirus solo en el hospital y eso la llevó a dar el paso. "Quiero sentirme útil y ayudar a que otras personas no mueran como mi abuelo", afirma la joven, que tuvo el coronavirus en enero y asegura que estuvo bastante enferma a pesar de tener solo 22 años. "Me sentía débil, tenía dolores musculares y me ahogaba subiendo las escaleras", describe.
Maria Marín también se espera para dar plasma, aunque ella no ha tenido el coronavirus. Pero no importa. Según la doctora Vallès, se necesita plasma para muchos otros enfermos con inmunodeficiencia y las donaciones que reciben apenas cubren el 35% de la demanda. "Tenemos que comprar plasma fuera, en Estados Unidos", lamenta.
María tiene 43 años y vive en Vilaller, un pueblo de la Alta Ribagorça a casi 250 kilómetros de Barcelona. Según dice, en la provincia de Lleida hay un único banco de sangre, el del Hospital Arnau de Vilanova, y a menudo hay que esperar demasiado para conseguir cita. Por ello, argumenta, ella se desplaza a Barcelona aunque tenga que hacer tres horas de coche de ida y tres de vuelta. Según asegura, vale la pena: "Hoy hace un año que mi marido y yo tuvimos un accidente de tráfico. Estamos vivos gracias a que alguien hizo el acto solidario de donar sangre".