Nuevas pistas sobre el ancestro humano más misterioso
Investigadores afirman que una mandíbula fósil rescatada en el 2008 en el mar de Taiwán pertenecía a un hombre denisovano

BarcelonaEl puzle del enigmático linaje de los denisovanos, un grupo de homínidos extinto que coexistió en el tiempo con los neandertales –llegaron a emparentarse y se les considera primos lejanos por las diferencias genéticas que presentan– y que ha dejado huella en el genoma de los humanos de hoy en día. La última pieza identificada de este ancestro es la de un fósil de mandíbula de sexo masculino del pleistoceno que un pescador rescató del fondo marino en el actual canal Penghu, en la isla de Taiwán, hace 17 años. Este hallazgo evidencia que el denisovano llegó a sobrevivir en las montañas frías de Siberia y Tíbet, pero también en latitudes cálidas y húmedas de Asia oriental. El estudio, publicado en la revista Science, también permite profundizar en las características que compartían estos ancestros arcaicos y que los diferencian de los neandertales.
La historia de este fósil es extraordinaria por varios motivos. Para empezar, por la forma en que se encontró. En el 2008, un pescador que había salido con sus redes a 25 km de la costa occidental de Taiwán –una zona que en el pleistoceno formó parte del continente, cuando los niveles del mar eran más bajos– hizo esta sorprendente captura a un centenar de metros de profundidad y la vendió a un anticuario. Posteriormente, un ciudadano la adquirió y la entregó al Museo Nacional de Ciencias Naturales de Taiwán, donde investigadores se dieron cuenta de que era necesario profundizar en su morfología y material genético para identificar a qué línea evolutiva pertenecía. De hecho, hasta el 2019 no se empezó a sospechar que podía pertenecer al grupo denissovà, sino que se llegó a plantear un nuevo linaje o una subespecie deHomo erectus específica de Asia.
Ahora, liderados por el antropólogo físico Takumi Tsutaya, un equipo de investigadores de la Universidad de Postgrado de Estudios Avanzados Sokendai, en Japón, y de la Universidad de Copenhague han realizado un análisis paleoproteómico del maxilar inferior fósil y han concluido0. 00 y 130.000 y 190.000 años. Esta disciplina estudia las proteínas de material fósil para reconstruir los aminoácidos (las "piezas" de las proteínas) y, a diferencia de la paleogenómica, que estudia el ADN antiguo, permite identificar moléculas más allá en el tiempo, ya que las muestras son más estables, menos frágiles y, por tanto, se conservan mejor.
Los antropólogos extrajeron proteínas del hueso y el esmalte dental del fósil y recuperaron más de 4.200 residuos de aminoácidos, entre los que encontraron dos variantes específicas de denisovano. Según exponen a la investigación, estas variantes son raras entre los humanos modernos, pero tienen una mayor frecuencia en las regiones donde hubo hibridación con este homínido, que sobrevivió durante cientos de miles de años antes de extinguirse.
Dientes muy peculiares
El equipo también ha constatado una estructura de mandíbula compartida con las observadas en el ejemplar confirmado de denisovó tibetano: el cuerpo es grueso y bajo, con molares grandes y estructuras de raíz robustas y distintivas. "Esto sugiere que estos rasgos eran característicos del linaje y quizás específicos del sexo masculino", explican los autores del estudio. ¿Pero por qué es importante esto? Según los investigadores, esto evidencia que en Eurasia, durante el pleistoceno medio y final, coexistieron "dos grupos de homínidos", ya que, a diferencia de los denisovanos, los neandertales tenían dientes pequeños con mandíbulas altas.
La misteriosa subespecie ha sido una completa desconocida hasta el 2010, cuando se encontró un fragmento de hueso de un dedo pequeño en la cueva de Deníssova de Siberia, escondrijo que ha acabado bautizando al grupo. Dentro de esta caverna se pudo extraer material genético que se remonta a 200.000 años atrás, en unos pocos restos fósiles y pistas genéticas en el suelo para reconocer la existencia de este homínido. Allí también se identificó el primer híbrido de primera generación entre un neandertal y un denisovano.
Ahora bien, hasta ahora fuera de Siberia sólo se han encontrado pruebas directas de denisovanos en la meseta tibetana: una mandíbula y una costilla de hace 160.000 años, es decir, antes que laHomo sapiens migrés de África. En una caverna de Laos también se identificó una muela atribuible a una niña, si bien no se ha podido confirmar molecularmente que pertenezca a la especie, así como otros fósiles en China. Así, el hallazgo de Tsutaya y sus colegas evidencia la capacidad "amplia" de distribución geográfica de un grupo que la comunidad científica lleva tiempo diciendo que era extraordinariamente versátil para adaptarse a diferentes climas y orografías.