Ceuta intenta recuperar la calma

Menores y familias duermen a la intemperie por la falta de servicios, totalmente desbordados por la llegada de miles de personas a la ciudad autónoma

Un submarinista de la Guardia Civil rescatando un bebé del mar

BarcelonaCalma tensa en Ceuta. La ciudad se levanta con centenares de personas que han dormido en las calles, atendidas por ONGs y la solidaridad de los vecinos. Después de dos días de llegada de 8.000 migrantes –entre ellos, muchas familias con niños muy pequeños–, la frontera vuelve a estar cerrada y los guardas marroquíes han retomado los controles que habían dejado de hacer, cosa que ha desencadenado la crisis humanitaria y diplomática más grave entre los dos países en las últimas décadas.

A pesar de esto, los testigos sobre el terreno aseguran que la policía de Marruecos hace la vista gorda con algunas pateras que intentan llegar al rompeolas de la ciudad autónoma española. Los que van a bordo saltan al agua cuando están al lado de la costa y acaban el trayecto nadando, y cuando llegan a la playa están exhaustos por el esfuerzo y son ayudados por los voluntarios de entidades como la Cruz Roja. Mientras unos llegan, en cambio, otros emprenden el camino de salida y abandonan el territorio ceutí para volver hacia casa.

En el otro lado de la valla, miles de personas, sobre todo hombres jóvenes, esperan la oportunidad de poder cruzar la frontera, puesto que no tuvieron la suerte de poderlo hacer cuando la policía marroquí miraba hacia el otra lado, en la enésima ocasión en la que el gobierno alauí utiliza la inmigración para desafiar a España y la Unión Europea y mostrarles su enojo. En esta ocasión, Rabat ha abierto el grifo migratorio en protesta por la acogida del jefe del Frente Polisario en un hospital de Logroño para ser tratado de coronavirus.

Voluntarios de la Cruz Roja intentando calentar a uno de los jóvenes que han entrado nadando a Ceuta.

La pandemia, que Marruecos intentó combatir con el cierre de sus fronteras, ha agravado la crisis económica estructural del país y ha dejado a millones de jóvenes sin casi más opción que migrar y reunirse con sus familiares que ya viven en Francia o España. Entre los que han llegado a Ceuta en las últimas horas, muchos buscaban la manera de contactar con hermanos o amigos desesperadamente.

Los servicios sociales y las ONG de ayuda a los migrantes están desbordados en la ciudad, y no hay suficientes plazas para atender a los recién llegados, ni siquiera para los 1.500 menores llegados en las últimas entradas. A pesar de que el gobierno español ha asegurado que entre los 4.000 devueltos en caliente a Marruecos no hay ningún menor de edad, en las redes sociales se han publicado vídeos en los que se aprecia a policías expulsando a chicos sin ninguna intervención, un hecho que incumple todos los tratados internacionales de protección a la niñez. El sistema español garantiza que los menores tienen que ser identificados y escuchados para conocer cuáles son sus circunstancias personales antes de proceder a una devolución a un tutor de su país de origen.

Un joven marroquí intentando llegar a la costa nadando en plena oscuridad.

Según han informado a Efe fuentes policiales, los menores que han entrado en la ciudad han sido llevados a las naves industriales del Tarajal, donde el gobierno ceutí ha habilitado este espacio para que pasen el confinamiento obligatorio por el covid, pero otras fuentes describen que un gran número ha pasado la noche en las calles o en locales ocupados y sin garantías higiénicas.

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