Pocos controles el primer día que es obligatorio mostrar una PCR negativa para cruzar la frontera
El Consell Comarcal del Alt Empordà y los comercios temen que la nueva medida perjudique todavía más la economía local
La Jonquera / PortbouLas antiguas cabinas fronterizas situadas entre Portbou y Cervera hacía años que no tenían ninguna utilidad, más allá de traer recuerdos del pasado. Sin embargo, con la llegada del covid-19 y las posteriores restricciones de movilidad, se tuvo que quitar el polvo a los viejos edificios policiales para poder controlar a todo el mundo que cruza la línea imaginaria. Francia estableció hace semanas que se tenía que mostrar una PCR negativa para entrar en el país y España lo anunció también el sábado, por sorpresa, y lo ha empezado a aplicar este martes. Ahora bien, la nueva medida no se ha dejado ver en dos de los puntos principales para entrar y salir de Francia por carretera: en La Jonquera, la Policía Nacional ha hecho algunos controles aleatorios durante la mañana, pero en Portbou había vía libre para ir y volver; ni en el lado español ni en el francés había ningún agente que controlara el paso de vehículos, motos y personas.
Según se publicó en el BOE sábado, todos los viajeros que quieran entrar en el Estado por carretera tendrán que acreditar que no están contagiados, tal como pasa cuando se viaja en avión. Solo están exentos de la prueba los vecinos que vivan a 30 kilómetros de la frontera, los trabajadores transfronterizos y los transportistas.
“Buenos días, ¿me podrían mostrar sus carnés de identidad? ¿Hacia dónde se dirigen?”, pregunta en francés un agente de la policía nacional a una familia que viaja en coche y que se ha parado ante el control situado en el lado francés de las antiguas cabinas de la Nacional II, a la entrada del Pertús. Son vecinos de Agullana y, por lo tanto, reciben el aval policial para cruzar sin tener que acreditar una PCR negativa.
Son las diez y media de la mañana y los agentes franceses llevan desde primera hora controlando los vehículos que cruzan. En cambio, en el lado español, solo se han visto dos coches de la Policía Nacional que han parado un momento, antes de explicar que hacia media mañana llegaría una unidad para comprobar si los viajeros se habían hecho un test. En cambio, donde sí que se han visto agentes es en la salida 1 de la AP-7, donde se han hecho controles en algunos momentos del día.
Pero donde no se ha visto ningún policía, ni francés ni español, en toda la mañana es en las antiguas cabinas situadas en la carretera que une Portbou y Cervera. Allá los coches, motos y bicicletas podían cruzar desde los dos lados sin que ningún agente controlara si se había hecho una PCR. “Aquí no vienen casi nunca a hacer controles. Como mucho ves algún coche de la Policía Nacional que sube, se está diez minutos, y baja. Y los agentes franceses solo se ponen de vez en cuando”, certifica Paula, que trabaja a pie de la vía que une las dos poblaciones.
De hecho, los únicos trabajadores estatales que sí que se han visto durante toda la mañana y mediodía, tanto en La Jonquera como Portbou, han sido dos empleados del Instituto Nacional de Estadística: en cada punto fronterizo había un trabajador identificado que paraba a los vehículos para hacerles cuatro preguntas para una encuesta sobre turismo.
Golpe para la economía altoampurdanesa
La obligatoriedad de presentar una prueba negativa para cruzar la frontera cogió por sorpresa los comercios del Alt Empordà, que esperaban que la movilidad prevista para Semana Santa les ayudara a reavivar una economía muy malograda por las restricciones anticovid. “Desde el año pasado que vienen muchos menos franceses que antes del covid, y ahora con esto de la PCR… ¡todavía vendrán menos!”, ha lamentado Enric, que es el encargado de uno de los supermercados de La Jonquera y que pone voz al miedo que tienen la mayoría de establecimientos de la zona, donde su cliente principal proviene del otro lado de la frontera.
De hecho, la presidenta del Consell Comarcal y alcaldesa del municipio, Sònia Martínez, cree que supondrá un “golpe para el comercio”. “La nueva restricción dificulta todavía más la reactivación económica”, ha admitido Martínez, que ha criticado que se enterara de la nueva medida “por la prensa” y que “nunca se consulte al mundo local” antes de tomar este tipo de decisiones. En este sentido, la vocal de la Asociación de Comerciantes del centro de La Jonquera, Isabel Vera, ha añadido que las normas tendrían que tener en cuenta “la idiosincrasia del territorio”: "La Catalunya Nord y el Alt Empordà estamos constantemente haciendo intercambios comerciales”.
Y es que la nueva restricción, a pesar de que equipara las medidas adoptadas por el estado francés, pone una nueva traba a las relaciones familiares y comerciales entre los vecinos que viven cerca de la frontera y que, desde la llegada del covid, han visto como la línea imaginaria se convertía, de nuevo, en una barrera difícil de franquear.