Covid de año en año: ¿es posible tratarlo como una gripe?

Los expertos avisan de que por ahora no se dan las condiciones para dejar que el virus circule sin ningún tipo de control

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Un chico se ajusta la mascarilla  en una calle de Barcelona

Santa Coloma de GramenetSu impacto es todavía demoledor en cifras de contagios, hospitalizaciones y muertos en todo el mundo, pero llegará el día en el que el covid dejará de ser la enfermedad para convertirse en una patología estacional más. No desaparecerá, es probable que vuelva de año en año y haya periodos que comprometa el sistema sanitario, pero ya no harán falta restricciones drásticas para frenar su incidencia. Este es el pronóstico de los expertos consultados por el ARA, que anticipan que a largo plazo el coronavirus se acabará normalizando y haciéndose endémico –se darán brotes controlables de forma regular– como pasa, por ejemplo, con la gripe. Ahora bien, los expertos también avisan de que este cambio no se producirá de la noche a la mañana y advierten de que dar pasos en este sentido, como eliminar todas las restricciones y dejar circular el virus cuando se declaran cifres récord de contagios (2,6 millones en el mundo en un solo día), implicaría la asunción de un coste demasiado elevado de enfermos y muertos. 

“Es evidente que hay prisa para ver el final de la pandemia, pero, para que esto pase, primero tenemos que superar la fase pandémica. Y ahora mismo no reunimos las condiciones para dejar que la gente se contagie indiscriminadamente, que es lo que significa convivir con el virus”, explica el médico e investigador de la Universidad de Leicester Salvador Macip. Sin ningún tipo de medida de control y con una variante tan transmisible como la ómicron, que según los estudios preliminares causaría enfermedades más leves pero que es más contagiosa y tiene más riesgo de provocar reinfecciones, los casos se descontrolarán y aumentarán las hospitalizaciones y las muertes a pesar de que haya unas tasas de vacunación elevadas, avisa el experto. Si un 1% de los casos requiere hospitalización, recuerda, el volumen de enfermos no será el mismo si hay un millar de casos al día que si hay 20.000, como pasa ahora en Catalunya.

“De momento no podemos decir que la ómicron sea el final de la pandemia, independientemente de si es más leve o no”, añade Macip. Con todo, ya hay países que dan pasos en esta dirección, como Israel, que, a pesar de estar administrando la cuarta dosis de la vacuna a los mayores de 60 años, se plantea una estrategia de “contagio masivo” en vez de imponer más restricciones ante la eficacia de la mutación surgida en Suráfrica a la hora de circular. Una estrategia que Macip cuestiona: “Hace meses que vemos el coste de ir demasiado rápido y hacer ver que el virus no es grave: más hospitalizaciones y un desgaste sanitario enorme, muchas muertes evitables, más casos de covid persistente y sufrimiento en general”. El médico pone como ejemplo el Reino Unido, que desde el julio pasado basa la gestión del covid exclusivamente en la incentivación de la campaña de vacunación y los cribajes. Los últimos cinco meses ha registrado entre cinco y diecisiete veces más contagios que España y solo entre septiembre y diciembre ha tenido cinco veces más muertos.

Cambios en los protocolos

El jefe de enfermedades infecciosas del Hospital Parc Taulí de Sabadell, Manel Cervantes, también cree que “de momento” es imposible dar por normalizada la pandemia. Sin embargo, plantea que si se estabiliza una variante que causa enfermedades más leves, como parece que hace la ómicron, que domina las calles pero es anecdótica en los hospitales, y aumenta la inmunidad de grupo, esta gripalización del covid, que avalaría la inacción ante los contagios, no sería un escenario tan lejano. “Mientras tanto, y sabiendo que el virus no se marchará, tenemos que empezar a dejar de hacer cosas inútiles y priorizar las más importantes”, afirma el infectólogo, que recuerda que no es posible mantener el ritmo actual de vacunaciones por un periodo indefinido e ir poniendo dosis de recuerdo a todo el mundo cada seis meses como estrategia de control epidemiológico.

Para Cervantes, las restricciones “que cierran el país” tampoco evitan la saturación de los centros de atención primaria (CAP) y los hospitales, y el rastreo de contactos no aporta ningún valor en oleadas tan desbocadas como las de ahora. En cambio, defiende, es prioritario centrarse en hacer seguimiento y proteger a la población de riesgo, “como se hace con la gripe, cuando se decide que los mayores de 65 años se vacunen porque son los que sí se benefician de ello”. Para hacerlo, hay que preservar el sistema sanitario, “saturado de casos leves o asintomáticos” que no tendrían que llegar. “Esto puede costar de decir cuando tenemos cifras récord de contagios, pero hace falta más autogestión: si te encuentras mal no te hace falta una PCR. Quédate en casa y pide ayuda solo si te ahogas, si la fiebre no baja con antitérmicos o si formas parte de un grupo de riesgo”, resume.

El estallido de contagios de las últimas semanas debido a la ómicron ha sido tan apabullante que el gobierno español ha tenido que modificar los protocolos de aislamiento para positivos, que se acortan de diez a siete días, y de cuarentenas a contactos estrechos, que solo se indican a no vacunados, por temor a una posible paralización de las actividades esenciales. A pesar de que médicamente son decisiones que van en contra de la prevención, porque siempre habría que aislarse si se es contacto y acortar los periodos de aislamiento, es arriesgado porque la persona todavía podría ser infecciosa, la realidad epidemiológica choca con un problema logístico y con riesgo de paralizar el país. "No todo el mundo puede teletrabajar y el volumen de contagios que hay actualmente puede ser muy problemático", reconoce Macip, que aún así cree que las cadenas de transmisión no se están cortando bien.

Variantes, la amenaza aleatoria

Y el hecho de que el virus circule libremente también genera un riesgo muy imprevisible y peligro: las mutaciones y la proliferación de nuevas variantes. "Mientras el virus se disemine tendremos una espada de Damocles encima de la cabeza: ¿quién te dice que no saldrá una variante más transmisible o virulenta?", cuestiona el microbiólogo del Hospital Germans Trias i Pujol de Badalona Pere Joan Cardona. Con todo, plantea que tecnológicamente todavía queda campo para correr, por ejemplo con la creación de vacunas esterilizantes (que no solo eviten los casos graves sino que no permitan el contagio) o que se dirijan contra más de una variante a la vez. "Y si además se confirma que la ómicron es más leve y no colapsa el sistema sanitario, se podrán ir desescalando medidas y se podrían producir oleadas más pequeñas, más estacionales, como las que se producen durante la gripe, que no olvidemos que cada año provoca un pico de atenciones muy alto en el sistema sanitario", apunta Cardona. 

De hecho, autoridades sanitarias y epidemiólogos anticipan que en 2022 todavía será un año coronavírico y no será hasta el 2023 cuando se podría tener bajo control la pandemia. "Ahora estamos en una situación muy incierta y cada vez se nos hace más difícil predecir cómo evolucionará la pandemia, a la vez que todos intentamos hacer equilibrios para tener una vida más o menos normal", admite Cardona. Siendo muy optimistas, tanto Cervantes como Macip creen que se sufrirán oleadas a medio gas entre la primavera y finales de este año y que el escenario irá mejorando a medida que haya inmunidad de grupo, ya sea porque la gente está vacunada con dosis extras o porque está protegida después de pasar la infección.

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