El absentismo se enquista en las universidades: "El perfil de los estudiantes ha cambiado"
A pesar de la mejora después de la pandemia, profesores y vicerrectores constatan el bajón de la presencialidad en los campus
Barcelona"Preparar a toda una clase y, cuando llegas, ver que la mitad de los estudiantes no están es agotador", reconoce una profesora que enseña desde hace más de veinte años en una universidad catalana. "No es que no les interese lo que estudian, pero parece que ya no consideran importante que el profesor les transmita lo que sabe", explica un catedrático que ha visto como año tras año las sillas de la primera fila de las aulas se han ido vaciando.
Profesores de las cuatro grandes universidades públicas de Catalunya han descrito en el ARA situaciones similares, si bien insisten en que no quieren dar nombres ni especificar en qué áreas han detectado más cambios. "No queremos estigmatizar a ninguna generación ni grado en concreto, pero sí vemos que las cosas han cambiado", detalla una coordinadora de grado que asegura que éste es un tema recurrente en las reuniones pero que es difícil de cuantificar. "Aquí no debemos pasar lista como en el instituto. No tenemos datos que lo demuestren, pero sí muchas percepciones", lamenta. Quienes sí que han querido poner cara a estas percepciones, y también matizarlas, son cuatro vicerrectores de la UPC, la UAB, la UPF y la UB. Todos ellos intentan buscar soluciones y sacar el entramado de los motivos de ese absentismo administrativamente invisible.
El departamento de Investigación y Universidades confirma que, precisamente, debido a que la educación universitaria no es obligatoria, no existen datos oficiales sobre absentismo en las universidades catalanas, pero el informe anual de la Fundación Conocimiento y Desarrollo (CYD ) alerta de que el pasado año en las universidades presenciales del Estado se notó "un notable aumento del absentismo". Por el contrario, una reciente encuesta de la UB apuntaba que el 75% de los estudiantes dicen que asisten a casi todas las clases. Asimismo, una encuesta de la UPC del curso 2021-2022 mostraba cómo el 66% de los universitarios encuestados reconocían que "no asistían a las clases de todas las asignaturas por igual". Ahora bien, el vicerrector de Política Universitaria de la UPC, Joan Gispets, asegura que estos datos deben tomarse con pinzas. "Cuando le preguntas a un estudiante si va a clase siempre dice que sí, por si acaso", asegura.
Más allá del baile de datos, los cuatro vicerrectores coinciden en que las generaciones que empezaron la universidad en pandemia o justo después fueron un punto de inflexión importante, pero antes ya se había detectado un ligero cambio de tendencia . "Los alumnos que habían hecho el bachillerato desde casa llegaron a la universidad y tenían la percepción de que venir presencialmente no era necesario. No entendían que lo que hace el profesorado universitario va mucho más allá de simplemente darte la materia", recuerda la vicerrectora de comunicación de la UAB, Virginia Luzón. Aunque desde las cuatro universidades aseguran que tras el estremecimiento de la pandemia la asistencia a las aulas ha mejorado, el vicerrector de Estudiantes de la UPF, Sergi Torner, explica que todavía notan un cambio en la forma de ser de los estudiantes : "Ya no es cosa de la pandemia, el perfil de los estudiantes ha cambiado", reconoce.
"En los años 90 el profesor dictaba la materia y la única manera de conseguir aquella información era yendo a clase", recuerda la vicerrectora de Estudiantes de la UB, Marta Ferrer, que insiste en que esto "hace años que ya no tiene sentido" y que ahora en el aula lo que se hace es "aterrizar y complementar" la información que los estudiantes tienen disponible. El problema es que muchos estudiantes no lo ven igual y consideran que con la información que tienen en el campus virtual les basta. Esto hace que sea en las clases de teoría donde se ven más sillas vacías, así como en las sesiones que se realizan a las ocho de la mañana o los viernes por la noche. "Algunos no ven que el crecimiento intelectual se realiza en el aula", reivindica Luzón que destaca que la situación se ha polarizado entre este tipo de estudiantes y otros que están "supermotivados".
Pero detrás de ese absentismo también hay un factor social que deja atrás la imagen de cuando los universitarios no iban a clase para quedarse en el bar. "La dificultad para despertar su interés no solo afecta a la enseñanza sino que es más global. En las actividades no lectivas de la universidad sí hemos notado un bajón muy importante", alerta Torner, una situación que también relata Gispets. Hay menos estudiantes apuntados a las actividades culturales, a los voluntariados oa las ligas de debate, y los espacios de ocio de las facultades están más vacíos.
Hacer rebrotar la vida universitaria
Ante este escenario, desde las cuatro instituciones aseguran que hace tiempo que se han puesto manos a la obra para garantizar que la presencialidad sea un valor añadido. En la UAB apuestan por el "aprendizaje basado en servicios" para aplicar la teoría y la práctica en empresas, proyectos y solucionar retos. En la UB, la vicerrectora Ferrer explica que este mandato se está trabajando en un nuevo modelo académico docente con el objetivo de encontrar nuevas metodologías para adaptar las clases a la situación actual.
Hace año y medio en la UPC se inició el proyecto Galaxia Aprendizaje, que, según Gispets, busca "hacer rebrotar la vida universitaria" transformando el modelo docente pero también repensando los espacios de cada facultad y potenciando las asociaciones estudiantiles para que "surga la vida alrededor de los campus". Por su parte, en la Pompeu han empezado a dejar atrás las clases totalmente teóricas de más de una hora. "[Los alumnos] tienen menos capacidad de concentración; por tanto, intentamos que en las sesiones haya una parte expositiva pero también una parte más dinámica de trabajo en grupo y de puesta en común", explica Torner. El vicerrector de la UPF defiende que "el sistema universitario ya es un sistema muy moderno", pero advierte que es necesario seguir adaptándose. "No adaptarse es un peligro muy grande de perder a estos estudiantes que se sienten desconectados porque no tienen la perspectiva de un premio a largo plazo, que es precisamente lo que son los estudios universitarios", afirma.