Educación

Aprender catalán en tres meses para poder ir al instituto

El Consorcio de Educación de Barcelona pone en marcha un plan piloto con ocho aulas de acogida acelerada para ayudar a 130 alumnos recién llegados

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Dos adolescentes en el Aula de Acogida Acelerada del instituto Lluís Vives de Barcelona

BarcelonaTienes 14 años, hace pocos meses que has llegado a Cataluña y es tu primer día en un nuevo instituto. Llegas solo y no entiendes absolutamente nada de lo que te dicen, ni en catalán ni en castellano. Ni siquiera compartes el alfabeto y no sabes cómo es la cultura y las costumbres del lugar al que has llegado y donde, en plena adolescencia, tendrás que relacionarte con un montón de desconocidos. Esta situación, que hasta ahora vivían cada año los más de 300 alumnos extranjeros que llegan a los centros de secundaria de Barcelona para realizar 2º o 3º de ESO, es la que se pretende evitar con las nuevas Aulas de Acogida Accelerada (AAA).

Son un nuevo espacio donde los adolescentes que llegan a Barcelona y tienen lenguas de origen muy alejadas del catalán pasarán entre tres y cinco meses aprendiendo competencias comunicativas (y catalán). A finales de enero se incorporarán al instituto en el que están matriculados. Por el momento, este curso se han abierto ocho AAA en institutos barceloneses con 130 adolescentes. Acogen a alumnos de varios centros y forman parte de una prueba piloto del Consorcio de Educación de Barcelona que se alargará hasta el 31 de enero para evitar lo que ocurre ahora: según fuentes del consorcio, casi la mitad de alumnos extranjeros que llegan en mitad de la ESO no terminan los estudios.

Uno de estos institutos es Lluís Vives en el barrio de Sants-Badal donde, desde septiembre, una veintena de alumnos que hace pocos meses han llegado a Cataluña hacen un intensivo de 30 horas a la semana con su tutora, Laia Martínez. "Nuestro objetivo es que cuando lleguen a su instituto definitivo puedan relacionarse", explica Martínez, que hasta ahora había realizado formación de adultos. Lo que ocurre en estas aulas se parece más a una sesión de conversación informal que a una clase de secundaria habitual.

"En un nivel tan básico, casi todo lo podemos contar con actividades dinámicas. Con los juegos del pañuelo y del pistolero pueden aprender los números o cualquier palabra. Al final, toda actividad que comporte escuchar, hablar o escribir ya supone un aprendizaje para ellos", asegura la tutora. Estas actividades más prácticas –y estar con otros adolescentes que están haciendo el mismo proceso que ellos– hace que a los alumnos les sea más fácil relacionarse, en el aula siempre en catalán, y que se rompa la barrera de la vergüenza.

Asesoramiento de la EOI

Más allá de aspectos lingüísticos fundamentales como los días de la semana, saber decir dónde vives, qué te gusta o si tienes hermanos, en el Aula de Acogida Accelerada también se trabaja la competencia sociocultural. "Debemos tener en cuenta que las costumbres de cada alumno son completamente diferentes. Nos encontramos cosas como que no todas las culturas dividen el día en mañana, tarde y noche, o como japonés la expresión catalana pues, no existe", detalla Martínez. Para ayudarles a integrarse durante estos meses también aprenden tradiciones y formas de hacer de la sociedad catalana. Hoy, por ejemplo les han explicado qué medios de comunicación hay en Catalunya y cómo pueden acceder al contenido audiovisual en catalán de TV3 por internet.

Sólo en esta aula de Lluís Vives conviven alumnos que habitualmente hablan árabe, chino, panjabi (Pakistán), ucraniano, barro (Guinea) y ruso, y en el total del plan piloto hay alumnos de dieciocho nacionalidades: Para conseguir que en pocos meses todos estos adolescentes alcancen un nivel A2 de catalán, los docentes reciben asesoramiento de la Escuela Oficial de Idiomas (EOI).

Una clase del Aula de Acogida Acelerada del Instituto Lluís Vives de Barcelona

Cada semana se reúnen con una mentora de la EOI para resolver sus dudas. "Abordamos situaciones como tener que trabajar un idioma que es desconocido por los veinte alumnos, que no te entienden a ti ni se entienden entre sí, o les damos consejos sobre cuáles son las metodologías de estudio y dinámicas escolares a las que están acostumbrados estudiantes de distintos países", explica Maria Rodríguez, una de las mentoras. Un ejemplo que dan es el caso de un alumno que no quería trabajar las conjugaciones verbales porque en su país de origen, cuando las estudiaba en francés y se equivocaba, el maestro respondía con violencia. Este asesoramiento también sirve para "evitar malentendidos no lingüísticos" como los gestos de cariño alumno-profesor se viven muy diferentes según cada cultura.

Además, para poder dar un acompañamiento emocional los tutores han recibido una formación específica porque con frecuencia los alumnos vienen con una mochila vital complicada y deben encontrar un espacio para gestionar el duelo. Y tendrán que revivirlo cuando acaben estos meses y tengan que irse al instituto donde están matriculados. Por eso los tutores les insisten en que esta situación es temporal: "Son muy conscientes de que deben aprovechar el tiempo, porque lo que no aprendan ahora tendrán que aprenderlo a marchas forzadas cuando lleguen a un instituto donde todo será en catalán", recuerda a Martínez.

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