"Debemos convencer a los maestros de que tienen el mejor oficio del mundo"
Maestros jubilados publican 'El CEPEPC desde dentro: la fuerza colectiva de una convicción'
BarcelonaEn un mes y medio empezará un nuevo curso en escuelas e institutos que en los últimos años han recibido miles de nuevos docentes. Son maestros y profesores que acceden a un modelo de escuela que, en parte, ha crecido gracias a Ricard Aymerich y Quim Lázaro. Ambos, junto con muchos de sus compañeros de generación, fueron los responsables de haber sentado las bases de la escuela catalana tal y como la conocemos al salir de la represión del franquismo. Son maestros jubilados. Aymerich forma parte del Consejo de Educación de Catalunya como personalidad de reconocido prestigio en el mundo de la educación. Lázaro es miembro impulsor de la Asociación de maestros y profesorado jubilados RELLA.
Después de una vida entregada en las aulas, este año han querido plasmar –junto a otros cuatro maestros– la historia del Colectivo de Escuelas por la Escuela Pública de Cataluña (CEPEPC) en el libro El CEPEPC desde dentro: la fuerza colectiva de una convicción (Rosa Sensat). El ARA reúne a los dos maestros para que reflexionen conjuntamente sobre la escuela de hoy en día y, ahora ya desde fuera de las aulas, planteen soluciones para mejorar el clima actual.
Ilusión y tranquilidad
"Tenemos un problema y es que hemos dejado que los docentes se contagien de un discurso fatalista", responde Aymerich al ser preguntado por la situación actual en las aulas catalanas. "Nos hemos convencido de que la percepción social sobre el oficio de maestro es mala y que no estamos bien valorados, pero quizás el problema es que nos entretenemos poco en explicar que dentro de una escuela pasan cosas maravillosas", insiste. En el mismo sentido, Lázaro hace una petición clara para mejorar la situación: "Es necesario un pacto de paz para generar tranquilidad".
El miembro del Consell d'Educació detalla cómo, cuando acuden a los centros, los profesores les repiten que "están muy cansados y desorientados y que les cambian las cosas cada dos por tres". Se trata de unas inquietudes y una incomodidad que Aymerich no niega, pero que insiste en que hay que afrontar "con una mirada larga", que, a su juicio, hace mucha falta. "Debemos convencer a los maestros de que tienen el mejor oficio del mundo”, subraya. Pero para conseguirlo, Lázaro es taxativo: "Hay que pactar los cambios con el colectivo educativo".
"Ahora todo viene desde arriba"
"En los años 60 los maestros se atrevieron a hacer la escuela que querían ya decir «Cuando venga el inspector pondremos el Sant Crist y la foto de Franco, pero mientras no lo tendremos, pondremos niños y niñas juntos y cuando venga el inspector les vamos a separar...» En cambio, ahora todo viene desde arriba", lamenta Lázaro, que critica como en muchos casos, con la burocratización, se ha llegado a un punto en el que "las cosas en las escuelas se hacen por llenar cuadros de Excel y porque lo pide inspección". Una situación frente a la que Aymerich apela a la autonomía de centro. "La administración debe atender lo que la escuela necesita y pide. Nosotros como escuela sabemos qué necesitamos, le pedimos ayuda al respecto", insiste. Lázaro le interrumpe para añadir: "Por ejemplo, no puede que a las escuelas se envíen equipos de robótica sin que lo hayan pedido. No puede que se establezca lo mismo para todos sin preguntar qué necesita cada centro en función de su alumnado".
Después de un curso en el que han estallado varios casos en los que los claustros han criticado la falta de democracia de algunas direcciones escolares, ambos docentes jubilados elogian el trabajo en equipo y el talante que caracterizó la escuela catalana de los años 60 y 70. Por eso, piden "centrar la educación en el maestro de aula que está en la escuela y no en la 'inspector".
No perder el conocimiento
Una vez jubilados, Lázaro y Aymerich han dedicado gran parte de su tiempo a seguir transmitiendo su sabiduría para mejorar la educación catalana. Una práctica poco habitual que, tal y como explican, está provocando una pérdida de conocimiento durante el proceso de relevo generacional.
"Yo al jubilarme pasé un año acompañando a la maestra que me sustituyó, pero lo hice porque quise... Hay que plantear un sistema en el que, para no perder el bagaje, antes de colgar las botas puedas estar unos años a media jornada enseñando a los maestros novatos, porque todos llegamos verdes a la escuela y el conocimiento se pierde con el relevo", lamenta el miembro de RELLA.
Aún con respecto al conocimiento de los profesores, ambos maestros defienden la necesidad de una formación entre iguales basada en la coevaluación. "Se aprende mucho mirando al otro y haciendo red, pero eso se está perdiendo porque la administración no lo reconoce y, por tanto, no se liberan maestros para enseñar maestros", dice Lázaro, quien también advierte que "la formación inicial está muy dañada". Un problema que Aymerich atribuye, en parte, a que cada vez hay menos profesores en la universidad que hayan sido maestros. "Quienes enseñan en las facultades deberían ser los maestros más motivados de todos, pero para ello hay que liberar a los buenos profesores o incentivarlos para poder dedicar tiempo y esfuerzos a la formación de los futuros responsables de las aulas", plantea.
Miedo a la renovación
El batacazo en las pruebas PISA ha puesto en el punto de mira todo el sistema educativo y una de las dianas de las críticas ha sido la educación por proyectos y por competencias. Es un tipo de enseñanza que muchos consideran demasiado innovador, pero que Lázaro aclara que "no es algo que salga ahora; en los años 30 ya se hablaba de trabajar por proyectos", y que Aymerich –que ha sido una figura primordial de la Federación de Movimientos de Renovación Pedagógica de Cataluña – defiende enconadamente. "Siempre dan miedo según qué cambios, pero aquí se han utilizado tópicos que no son ciertos. Decir que con esta forma de hacer no se trabaja el esfuerzo no es verdad", se queja.
A pesar de defender el modelo, reconocen que en la época del CEPEPC las escuelas contaban con la complicidad de las familias a la hora de aplicar nuevas metodologías. "Eran un motor más, compartían el proyecto y no cuestionaban si el profesor enseñaba en letra atada o de palo, decían «Decídlo usted, que sois los profesionales»", recuerda Lázaro. Ambos maestros insisten en la necesidad de la educación por proyectos en la actualidad. "Hay que recuperar la confianza que trabajar de esta manera crea niños más listos, más capaces de vivir un mundo cambiante. Añorar lo que algunos hacían en su momento no tiene sentido porque había otros alumnos, otras familias y otro sistema ", sentencia Aymerich.