Ni incentivos ni evaluación: Así es la carrera profesional de un maestro en Cataluña
España es el país donde hay mayor proporción de docentes trabajando que nunca han sido evaluados, según datos de la OCDE
BarcelonaLos malos resultados en el informe PISA han hecho tambalear todo el sistema educativo catalán y, aunque la consellera de Educación, Anna Simó, ha querido echar toda la culpa a los docentes del bajón de nivel asegurando que "la responsabilidad debe asumirla siempre el entrenador y no los jugadores", las dudas sobre si nuestro sistema está sabiendo preparar bastante bien los maestros y profesores se han vuelto a poner sobre la mesa.
"Por lo menos, sabemos que no es suficientemente eficiente para aprobar con un buen nivel pruebas de rendimiento como las PISA. Un sindicalista te diría que se debe a que las condiciones laborales de los maestros no son buenas y un experto te diría que la formación inicial de los docentes es deficiente y, probablemente, ambas tesis son ciertas", explica el catedrático emérito de la Universidad de Barcelona, Joaquim Prats, que se ha especializado en el análisis de los sistemas educativos, pero ¿qué sabemos sobre cómo es la formación y la carrera profesional de un maestro o profesor catalán?
En Cataluña la nota de corte para realizar un grado de maestro está entre el 5 y el 9,6 sobre 14, en función de la facultad. Además, desde 2017 para poder acceder a la universidad pública (recientemente las privadas han descartado la medida), todos los futuros maestros deben superar las Pruebas de Aptitud Personal (PAP), un filtro que suspenden aproximadamente la mitad de los aspirantes y que muchas veces lo hacen por el bajo nivel de matemáticas y catalán.
A pesar de este filtro, cada año más de 2.500 estudiantes entran a realizar un grado para ser maestro y, según los datos de la Agencia de Calidad Universitaria (AQU), cada curso se aprueban más del 95% de los créditos universitarios y menos de un 3% de los estudiantes abandonan el grado. "En un grado universitario hay dos ejemplos de fracaso: cuando la mayoría suspende cómo ocurre con matemáticas y cuando casi todo el mundo aprueba cómo ocurre en las titulaciones para ser maestro", advierte Prats, que compara la situación con la de países como Finlandia, donde menos del 10% de los estudiantes que quieren ser docentes lo logra.
Con el grado superado ya se puede ser maestro interino, pero para poder tener una plaza estable el docente debe aprobar unas oposiciones. Un proceso, que según la directora del Centro de Recursos Pedagógicos (CRP) de Sant Martí y miembro de Clam Educatiu, Noa Padín, "no ofrece garantías a la hora de incorporar a la función pública a los docentes más competentes y comprometidos". En el mismo sentido, Prats asegura que estas pruebas para acceder a una plaza de funcionario benefician más a quien lleva muchos años interino sin haber superado ninguna prueba, que a quien está mejor preparado.
Enseñar a enseñar
"Antes teníamos maestros con mucho conocimiento, pero sin nociones de cómo enseñar y ahora tenemos jóvenes muy competentes en didáctica, pero que sus conocimientos son los que adquirieron en el bachillerato", alerta Prats. El catedrático explica cómo los planes docentes de los grados de educación infantil o primaria han pasado de estar formados sobre todo por materias troncales como lengua o matemáticas a dejar paso a una gran mayoría de asignaturas de didáctica. Un ejemplo lo encontramos en el grado de educación primaria de la UB o la UAB, en el que muchas asignaturas contienen el concepto "didáctica", pero pocas se centran en la consolidación de los conocimientos básicos de una disciplina concreta como lo hace la asignatura de Matemáticas para maestros de la UAB, en la que se especifica que tiene la finalidad de "consolidar el conocimiento matemático fundamental".
En cambio, la educadora Alba Castellví, que el año pasado fue profesora de didáctica de la literatura infantil y juvenil en una universidad catalana, alerta de que, pese a la apuesta por la didáctica, observó cómo en la facultad no se está enseñando a enseñar a leer. "Los alumnos tienen problemas serios por ser buenos enseñantes de la lectoescritura, y no conocen las técnicas para enseñar a leer en la escuela", critica. De hecho, la educadora explica que los responsables del departamento reconocieron que este aspecto era "cojo" en los estudios de maestro de primaria, pero que ya se enseñaba en el grado de educación infantil. A su vez, algún alumno de este grado también le decía que desconocía estas técnicas.
Castellví también asegura que durante el grado algunos estudiantes "no aprenden a decir los pronombres débiles, a pronunciar las esas sonoras ni a escribir de forma gramaticalmente correcta" pero, sin embargo, logran obtener el título. "Suspendí a una alumna que estaba a punto de terminar la carrera porque en una sola frase había hecho seis faltas de ortografía. Me contestó que hasta entonces nadie le había dicho que fuera tan grave", lamenta. Además, la educadora también advierte de un problema importante: muchos no tienen claro qué significa y cómo hacer la inmersión lingüística.
En el caso de los profesores de secundaria, el proceso para llegar a las aulas pasa por hacer el máster de un año en formación de profesorado. "Es una formación centrada en la pedagogía, pero lo fundamental que son las prácticas reales en un centro son muy escasas", advierte Prats. En este sentido, este curso 250 docentes novatos harán un MIR educativo, pero es un proyecto que, por el momento, sólo está en fase piloto.
Poca evaluación y formación voluntaria
"Una vez consigues la plaza, puedes morir haciendo exactamente lo mismo". Así describe Prats el hecho de que el catalán es uno de los pocos sistemas educativos en el que no se realizan evaluaciones periódicas de cómo trabaja cada docente ni hay ninguna formación obligatoria durante la carrera laboral –a excepción de la formación inicial que deben hacer todos los docentes novatos de la pública–. De hecho, según datos recogidos por la OCDE en 2018, España es el país donde hay más maestros trabajando que nunca han sido evaluados. Ni por el director o compañeros del centro ni por ningún organismo externo.
Dentro de este panorama, Cataluña se encuentra entre las comunidades con más docentes que nunca han sido evaluados (un 34%), mientras que la comunidad con menos maestros no evaluados (5%) es Asturias, la segunda con mejores resultados en matemáticas y lectura en el último informe PISA. "Hay maestros que quizás no lo hacen lo máximo posible, pero quizás tampoco lo saben", lamenta Padín. Sin embargo, sí es cierto que si un docente lo quiere, puede pedir que una vez al año Inspección Educativa le haga una evaluación individual valorando aspectos como la gestión del aula o la planificación de la actividad docente.
Sin revisiones periódicas ni obligación de continuar formándose, la mejora de la actividad docente queda en manos de la motivación y la voluntad de cada profesor, que debe ser importante, ya que los incentivos laborales para ello tampoco son muy destacados . Se da medio crédito por cada 15 horas de formación y para conseguir una promoción se deben tener 10, nueve de los cuales pueden corresponder a años de servicio prestados.
Sin embargo, Padín insiste en que, sin estar obligados, "hay muchos maestros con un interés real por formarse" y también hay muchos centros que velan por que sus claustros reciban formaciones. Explica que las formaciones con mayor demanda han sido las de estrategia digital, las de educación emocional –"por el aumento de complejidad en el aula"– y las lingüísticas para sacarse el C2 de catalán. Sin embargo, la miembro de Clam Educatiu hace una advertencia: "Igual que para el profesor motivado no hay ningún incentivo económico para hacer bien el trabajo y mejorar, el sistema tampoco contempla ninguna sanción para quienes no trabajan bien". Una tesis que también avalan los datos de la OCDE que muestran cómo en Cataluña nunca se ponen sanciones después de una evaluación, pero tampoco se contempla un aumento salarial si el resultado de la evaluación es positiva.
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Según los datos recogidos por UGT, los docentes catalanes son los peores pagados del Estado con un sueldo base de 2.329€ para los maestros y de 2.647€ para los profesores de instituto. Estos datos no tienen en cuenta los complementos con los que pueden cobrar hasta 670€ mensuales más por antigüedad o hasta 1.000€ más por asumir un cargo de dirección. Si nos centramos sólo en el sueldo base, un maestro catalán gana casi 400 euros menos que un maestro vasco, que son los que tienen el sueldo más alto del Estado, pero la retribución es similar a la de los maestros de Asturias (2.387 €) o de Castilla y León (2.353 €), las comunidades con mejores resultados educativos en las pruebas PISA.
Si lo comparamos a escala internacional, la OCDE sitúa a España entre los países con docentes mejor pagados. Según el organismo internacional, un maestro español con 15 años de experiencia cobra alrededor de 40.000 € al año, una cifra que es superior a la de la media de la OCDE y de la UE, en las que los maestros con estas condiciones cobran unos 33.000€ anuales. En cambio, los sueldos de los maestros españoles son menores que los que reciben sus compañeros de los Países Bajos (42.000 €) o de Alemania (60.000 €).
Poco prestigio
Esta semana la consellera de Educación, Anna Simó, envió una carta a los docentes catalanes en la que les decía que es "plenamente consciente" de que son un colectivo que "quizás no se valora suficientemente su trabajo". Esta percepción lleva años extendiéndose en Cataluña con ideas como que los docentes tienen casi tres meses de vacaciones (acostumbran a empezarlas a mediados de julio y las acaban a finales de agosto), o que su trabajo es aparentemente fácil. "Muchas familias creen que saben más que los maestros y se atreven a decirles cómo deben enseñar o examinar", lamenta Prats.
El catedrático explica que este desprestigio se da más en el sur de Europa y que una de las consecuencias es que "muchos de los que sacan mejores notas no contemplan esta salida, porque no está bien valorada". Por el contrario, Prats también destaca como países como China, Japón, Singapur o Corea, que ocupan las primeras posiciones del ranking educativo de la OCDE, la figura del profesor es de las mejor valoradas a nivel social. "Cuando dices que eres profesor, la reacción es de admiración absoluta", insiste. Y lanza un dardo hacia las instituciones: "Tienen que iniciar campañas y programas para devolver el prestigio social a esta profesión fundamental".