Sinhogarismo

Morir en la calle: "Recordarlos con una placa es hacerlos presentes"

Uno de cada tres sinhogar muere en la vía pública en Barcelona

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Mengual y Henares hablando después de haber participado en la colgada de placas en memoria de los tres usuarios de La Troballa.

BarcelonaEn el taller de La Troballa que Arrels abrió en el número 3 de la calle Ample de Barcelona los trabajadores paran unos minutos para recordar a tres compañeros fallecidos en los últimos 12 meses: Francesc Barrera a los 54 años, José María Erustes, a los 59, fallecidos ambos en el diciembre, y José Infante, que murió en marzo, a los 69. “A veces, cuando la familia te falla, tienes amigos como José”, decía un emocionado Aniano Henares. Ambos hombres se conocieron en el 2009 y hasta la muerte de Infante compartieron pisos donde la entidad social aloja a las personas que pueden dejar de dormir al raso. “No éramos familia de sangre, pero como si lo fuéramos; nos ayudábamos en todo lo que podíamos”, reflexiona para destacar la “necesidad” de la amistad cuando se está sin nada en plena calle. Cuando Infante enfermó de cáncer y tuvo que ingresar en un hospital, le visitaba dos o tres veces por semana, porque “poco se podía hacer por él”. Al final murió y en su vida ha quedado, dice, “un gran vacío” que no le ha llenado el nuevo compañero de piso que le ha tocado. No es lo mismo. "El Infante era una muy buena persona", afirma Henares, un apunte corroborado por otros usuarios del taller. De él dicen que era un hombre que siempre entraba por la puerta con una sonrisa y con ganas de aprender.

Infante, Barrera y Erustes son tres de las 65 personas sin techo (9 mujeres y 56 hombres) que han muerto último año en Barcelona, uno cada tres días. De estos, una tercera parte murieron al raso, a merced de las inclemencias. En común, tienen haber muerto en una edad en la que en Cataluña no se muere: 54 años de media, entre 25 y 30 años de diferencia con la edad en la que mueren hombres y mujeres, lo que confirma “que la calle mata” por la dureza de las condiciones o dificultades para poder cuidarse. Casi la mitad de los fallecidos, el 45%, sobrevivían a la intemperie y el 29% vivían en un recurso social con la salud frágil. Desde el 2016, la lista de sinhogar fallecidos en la ciudad se incrementa hasta los 450, según el recuento de la entidad, referente en la defensa de los derechos del colectivo desde hace tres décadas.

Rocío Alonso escuchando los recuerdos de los usuarios de La Troballa sobre los tres hombres homenajeados.

Otro año, Arrels ha colgado en las paredes de la calle sencillas placas de cartón en memoria de los que ya no están, un ejercicio para visibilizar a quienes a menudo son invisibles para los ojos de la sociedad, "personas que a menudo mueren solas y son olvidadas", en palabras del director de la entidad, Ferran Busquets. En algunos de los actos han participado estudiantes de ESO de la ciudad, un ejercicio pedagógico que busca un cambio de la mirada hacia el sinhogarismo. El acto de recuerdo reúne en sus puertas a una decena de personas, entre el personal de la entidad y los trabajadores de La Troballa, una iniciativa social para ocupar a los que están en los márgenes. “Recordarlos es volver a que estén presentes”, llega a decir Rocío Alonso, responsable del taller, que da paso a los amigos de los fallecidos.

Como Jaume Mengual, que recordaba la bondad y el afán de trabajo que tenía Francesc Barrera, siempre pendiente de que todo funcionara bien en el taller, comprobando que ninguna bombilla estuviera fundida. Pero a Mengual la añoranza se le escapa cuando ve la placa con el nombre del Tete (Erustes), con el que le ligaban 30 años de amistad, desde cuando llevaban una vida convencional, para continuarla cuando ambos terminaron en la calle por circunstancias de la vida. Reencontrados en Arrels, se mantuvieron "inseparables" incluso cuando consiguieron un techo y cuatro paredes: Erustes, en un piso municipal en la Zona Franca y Mengual en uno de Arrels en Badalona. “Le echo mucho de menos porque yo era como su octavo hermano”, afirma también con un punto de emoción, y rememora las noches en las que bajo el cobijo de un parking en el centro de la ciudad dormía con un ojo cerrado otro abierto. "La calle es muy jodida, mucho". De ahí que sea tan importante tener a alguien a quien confiar el perro cuando, por ejemplo, uno no puede hacerse cargo.

Jaume Mengual mirando una fotografía de su amigo Tete en el acto de recuerdo de Arrels de las personas sin techo.

Al Tete la enfermedad se lo llevó días antes de llegar a los 60, y era recordado por el personal de Arrels como el "señor actividades" por su vitalidad para participar ahora en una obra de teatro, ahora en el equipo de fútbol o ahora en los fogones en una barbacoa. "Era único, siempre con ideas, y si no tenía, te pedía unos días para pensar en ello", explica la educadora Anna Titos. En el turno de Vicente propone comprarle una corona y llevársela un día al cementerio. En la vida en general, también en la calle, "los amigos se hacen", apunta Henares a modo de epitafio.

  • Plaza Nova, frente a la catedral de Barcelona
  • Miércoles 25 de octubre
  • 19 horas
Las grandes entidades sociales urgen a aprobar la ley del sinhogarismo

Las entidades sociales promotoras de la ley del sinhogarismo, que se debate en el Parlament desde enero del 2022, reclaman a los diputados que se apresuren a tramitar la proposición necesariamente en un momento en que crece el colectivo de personas sin un techo digno y los servicios sociales están saturados. En un acto en el Colegio de Periodistas, al que se sumaron siete colegios profesionales, el catedrático de Derecho Administrativo de la UAB y director de la propuesta de ley, Antoni Milian, aseguró que la aprobación del texto es " inexcusable para llenar un vacío y acabar con el sufrimiento" que supone tener que sobrevivir en la calle. En este sentido, valoró que el texto recoja la creación de espacios residenciales dignos (desde hoteles y albergues hasta viviendas de inserción social) de urgencia, así como el hecho de que se consagre el derecho a un servicio de ducha , consigna, lavandería o transporte. "Es una ley que abandona el asistencialismo para abordar la lógica de los derechos", valoró. El encuentro lo organizaron la Comunidad de San Egidio, San Juan de Dios Servicios Sociales, Raíces Fundación, Cáritas Cataluña y Asís Centro de Acogida.

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