Entierros solidarios entre vecinos: "Nadie se paga el suyo"
En el Vallès Occidental llevan cuatro décadas funcionando las vocalías de decesos, que tienen 60.000 asociados
BarcelonaHace más de 40 años que asociaciones vecinales del Vallès Occidental empezaron a autoorganizarse para garantizar entierros dignos ajustando precios. Era a principios de 1980, en plena crisis de reconversiones industriales, y muchas familias ya no podían asumir un gasto como el de "los muertos", una costumbre fruto de la necesidad. Lo recuerda Joaquín Nogués, actual vocal de la Vocalía de Entierros de Badia del Vallès, que con el número 2, es hoy el más veterano de los 6.000 asociados.
A la dificultad para pagar cada cuota que les giraban los seguros de decesos se añadía el descontento popular por "la mala práctica y el mal servicio" de la funeraria local. Al desaparecido José Toro, entonces en la asociación de vecinos del barrio, se le encendió la bombilla y planteó por qué no prescindir del canal ordinario y montárselo por su cuenta.
Entre todos se animaron, aunque Nogués admite que él era "escéptico" a que los vecinos creyeran en esa idea. Se equivocó, asume, porque hoy la vocalía tiene fichadas a 6.000 personas, una cifra que supone la mitad de la población de esta localidad, que nació hace 50 años como barrio. "Ahora la gente está contenta porque pagan menos y les damos solución en momentos muy delicados como son las muertes de familiares", explica.
Las vocalías de entierro han proliferado en 15 entidades vecinales del Vallès Occidental, en municipios como Sabadell, Ripollet, Badia, Barberà y Montcada i Reixac, y están representadas en una Coordinadora que suma unos 60.000 asociados. También está el modelo del Bages, que ha desembocado en la cooperativa Recer, y la mutualidad Sinera, que en 1994 se formó de la suma de la Confederación de Asociaciones Vecinales de Cataluña (CONFAVC), la Federación Comarcal del Baix Llobregat, la Federación de Asociaciones de Vecinos y Vecinas de Barcelona (FAV'). En Barcelona la asociación de vecinos del barrio de la Pau también tiene su propia vocalía.
Aunque existen aspectos diferenciadores, el denominador común de estas iniciativas es el funcionamiento de mutua solidaria entre los vecinos a través del abono de cuotas periódicas, de entre 5 y 15 euros trimestrales por persona, aunque existen escalas de precios según las edades de los asociados. Los menores de 10 años en algunas entidades están gratis, y después la cuota sube a medida que se cumplen años, hasta que se llega a los 55 o 60 años, edad a partir de la cual no se aceptan nuevos socios individuales a menos que se incorporen con más familiares. "Nadie se paga su entierro", afirma Puri Castillo, de la vocalía de la asociación de vecinos de Ca n'Oriac de Sabadell, haciendo los cálculos de las cuotas abonadas y el coste mínimo de unos 3.000 euros que cuesta ser enterrado.
El éxito de la fórmula es que van entrando nuevos asociados y también –apunta Nogués– que las entidades no tienen ningún afán de ganar dinero, sino que se trata de ser "solidarios" unos con otros. Por lo general, detrás de las vocalías hay un equipo de voluntarios que se hacen cargo de las inscripciones y la revisión de morosos y de llevar las cuentas al día. Además, al formar parte de las asociaciones de vecinos no pagan alquileres de locales ni servicios. Sin ninguna norma específica, el fenómeno de las vocalías se rigen por la ley 4/2008 del Código Civil de Cataluña, que obliga a la transparencia de las entidades sin ánimo de lucro.
Traslado de los cuerpos
Los servicios que ofrecen estas vocalías no son especiales ni específicos para los asociados, y ni mucho menos de beneficencia, subrayan todos los entrevistados, sino que son servicios funerarios "dignos y completos" que incluyen desde la sala de velatorio hasta las flores de la corona, el ataúd e incluso los traslados del cuerpo. La mayoría de entidades tienen en sus cláusulas el derecho del beneficiario a ser trasladado al municipio de empadronamiento si mueren fuera, cubriéndose tanto el entierro en nicho como en incineración, un servicio que va claramente en ascenso, explica José Luis Conejero, presidente de la vocalía de Can Sant Joan de Montcada y de la Coordinadora.
Conejero explica que en caso de baja voluntaria en vida no se devuelven las cuotas abonadas, ni tampoco se devuelve dinero a los herederos. "La vocalía no es ninguna hucha", indica Puri Castillo. Algunas vocalías tienen contratados seguros con compañías para garantizar los entierros en caso de tragedias, como la de la covid o una eventual catástrofe. Durante la pandemia las entidades pudieron asumir los costes del incremento de muertes sin problemas.
A Ferran Milán su madre también le inscribió a la vocalía de la Paz en 1997, cuando tenía 26 años, harta de "pagar demasiado" a la empresa aseguradora. Él se ha quedado por convicción. En esta vocalía el funcionamiento es diferente, puesto que no hay cuota fija y sólo se pasan recibidos a los 4.000 socios si hay defunciones, salvo la familia del difunto. Sin embargo, afirma que los números salen para todos y que de media cada socio pagó 48,8 euros el año pasado. "Para pagarse tu propio funeral, una persona debería apuntarse al nacer y morir a los 104 años", dice.