España fuerza los calendarios al máximo para no poner las segundas dosis de AstraZeneca
Darias se obstina en ensayar la combinación con Pfizer a pesar de las recomendaciones europeas de cumplir la pauta de Oxford
BarcelonaMás de 200.000 personas en Catalunya –2 millones en todo el Estado– con edades comprendidas entre los 18 y los 59 años empezaron a recibir la primera dosis de la vacuna de AstraZeneca a principios de febrero. Ahora, dos meses después, están pendientes del ministerio de Sanidad para saber cómo completarán la inmunización: no saben si podrán acabar de vacunarse con AstraZeneca, si tendrán que recibir una segunda inyección de Pfizer –la opción preferida del ministerio– o si tendrán que quedarse únicamente con una dosis, que promete una protección del 70%. Colectivos esenciales como los farmacéuticos, los fisioterapeutas, los maestros y los policías viven en un limbo informativo.
La ficha técnica de AstraZeneca establece que la pauta se tiene que completar con dos dosis espaciadas un mínimo de cuatro semanas y un máximo de entre diez y doce semanas para adquirir la máxima protección. La identificación de algunos casos "infrecuentes y rarísimos" de trombosis entre vacunados jóvenes, sin embargo, hizo que a principios de abril España fuera uno de los países que limitaron el uso de esta vacuna exclusivamente a la franja que va de los 60 a los 69 años. Y también suspendió la inoculación de las segundas dosis a los más jóvenes porque temía que desarrollaran problemas de salud asociados a la vacuna.
Y el posicionamiento ha sido firme: el Estado ha optado por negarse a poner las segundas dosis de AstraZeneca a los más jóvenes de 60 años, siguiendo la estrella de otros países europeos, como Francia y Alemania. Todo ello, a pesar de que la propia Agencia Europea de Medicamentos (EMA) recomienda seguir la pauta original–dos dosis en doce semanas– antes que inyectarles otra vacuna o no ponerles ninguna.
“El criterio español va en contra de una recomendación muy clara de la EMA, que son los expertos y el organismo técnico que tienen que guiar la actuación los países. Que aquí todavía estemos dudando qué hacemos o supeditando una decisión importante de salud pública a un estudio con 600 participantes, cuando los hay más grandes y mejor diseñados en el mundo que avalan su uso, solo puede responder a una motivación política y no científica”, afirma Quique Bassat, epidemiólogo e investigador Icrea en el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundació La Caixa.
El experto se refiere al ensayo clínico que está llevando a cabo el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) mediante cinco hospitales –el Vall d'Hebron y el Hospital Clínic, en Catalunya; La Paz y el Clínic San Carlos, en Madrid, y el Hospital Cruces, del País Vasco– para comprobar la seguridad y la eficacia de administrar una segunda dosis de Pfizer a los más jóvenes de 60 años que recibieron AstraZeneca. Este estudio, llamado CombiVacs, medirá la cantidad de anticuerpos generados y la capacidad neutralizante –es decir, de bloquear la entrada del virus en las células humanas– para confirmar que la combinación de vacunas permite aumentar la producción de defensas contra el covid.
Los resultados del estudio, sin embargo, no se harán públicos hasta dentro de "cuatro o cinco semanas" y esperarse querrá decir que se excederán las 12 semanas recomendadas entre las dos dosis en el caso de los primeros que recibieron la vacuna. "No será un problema de llegar tarde, porque es mejor poner la segunda dosis dieciséis semanas después que no ponerla", admite Bassat. Y, de hecho, con los resultados provisionales del ensayo, que se sabrán a principios de mayo, todavía habría tiempo de cumplir los plazos con las personas que están pendientes de la segunda inyección. El problema, insiste Bassat, es que un estudio con una muestra tan pequeña no puede considerarse la clave para sacar adelante o no una estrategia de vacunación. Y más teniendo en cuenta que AstraZeneca es la vacuna más puesta en el mundo, la que tiene un coste más bajo y la que es más fácil de conservar.
"Efecte dominó" en Europa
La combinación de vacunas es una apuesta arriesgada, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), puesto que no se han generado suficientes evidencias respecto a la idoneidad de mezclar vacunas de adenovirus y de ARN mensajero, a pesar de que ha habido algunos ensayos experimentales con animales. Con todo, es la opción que más partidarios tiene en el comité técnico del ministerio de Sanidad, junto con la inmunización con una única dosis, puesto que en los dos casos se hablaría de una protección superior al 70%.
"Pero combinar vacunas no sería tanto un problema de eficacia como de seguridad: sería un error cambiar una pauta avalada por una agencia reguladora con unos estándares tan estrictos como la EMA e inventarse una diferente mezclando vacunas. No sabemos si esto causaría más daños de los que se intentan evitar", lamenta Bassat. Según el epidemiólogo, el problema de todo es que España no tiene ninguna intención de revisar su decisión respecto a AstraZeneca a pesar de los clamores de la EMA para intensificar su uso, siguiendo lo que hace Alemania.
El experto asegura que este cambio de criterio responde sobre todo a un "efecto dominó" entre países. "No quieren poner las segundas dosis porque, directamente, no quieren administrar esta vacuna y cocinan argumentos como por ejemplo que el estudio les dará la respuesta para camuflar una decisión meramente política", lamenta. En este sentido, Bassat cree que se trata de un "castigo político disfrazado de decisión científica" por parte de los países europeos por los problemas en la distribución, que han motivado que la Comisión Europea haya llevado el productor anglo-sueco a los tribunales.