“Ha sido un espectáculo muy doloroso”

Los vecinos del Port de la Selva han visto con temor cómo las llamas se tragaban las montañas

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L'incendi visto de de El Port de la Selva

Puerto de la“Ayer noche parecía Mordor”. Así definía Albert Perelló, vecino de Port de la Selva, las vistas aterradoras que les dejó el incendio cuando se hizo oscuro y las llamas se tragaban las montañas sin freno. Él vive en La Vall de Santa Creu, una de las urbanizaciones más afectadas por la proximidad de las llamas, y tuvo que dormir en casa de su hermano porque fue uno de los vecinos desalojados. “No esperábamos que creciera de este modo. Primero a mediodía vimos una cortina de humo y hacia media tarde vinieron los Mossos a evacuarnos”. 

Como Perelló, la mayoría de vecinos prácticamente no durmieron la noche del viernes al sábado. El fuego que empezó a mediodía rápidamente se esparció empujado por la tramuntana: “Hacia las dos vimos cómo subía la cresta hacia arriba. Veíamos todo el perfil de la montaña en llamas. Y allí es cuando vimos que la cosa se ponía seria: había unas llamas altísimas que subían a toda velocidad”, relata Pau Mola, que es uno de los camareros de El Rebost del Pescador, situado en el puerto. Tanto para él como para su compañero de trabajo, Manel Fortuny, el peor momento fue cuando llegó la noche. “Los bomberos no podían acceder por tierra, y cuando se retiraron los medios aéreos nos quedó la impotencia de ver cómo quemaría toda la noche, sin saber qué alcance tendría”. 

En este bar, durante todo el día solo se habló de un solo tema: las llamas que tenían a los vecinos de la población con corazón en vilo. “Todo el mundo comentaba que en el 89 hubo exactamente el mismo incendio: empezó en la misma zona, en la misma cresta, e hizo el mismo recorrido”, certificaba Mola.

A media tarde, los servicios de emergencia evacuaron unos 350 vecinos de diferentes urbanizaciones y el camping Port de la Vall, y el Ayuntamiento habilitó el pabellón de deportes y el Espai Port para que pudieran pasar la noche. La mayoría de las personas que se quedaron a dormir eran turistas que estaban estos días de vacaciones en la zona. Fue el caso de Mathieu Stioui y la veintena de jóvenes franceses que lo acompañaban, que tuvieron que dejar el camping a medianoche porque los Mossos les avisaron que tenían que marchar por precaución. “Hacía rato que veíamos las llamas, y sí que algunos chicos se pusieron nerviosos. Pero les dije que hicieran una bolsa pequeña con las cuatro cosas que necesitaban y marchamos rápido”, dice el chico, que es uno de los monitores. Él y un centenar más de personas durmieron en el pabellón y durante el día no se pudieron mover de allá. “Ahora estamos pendientes de cuándo nos dejarán volver, esperamos que sea hoy mismo”, decía esperanzado Stioui.

Bañistas en el Port de la Selva disfrutando de un día de playa, mientras los hidroaviones cargan agua para extinguir el fuego del Cap de Creus

Solidaridad a chorros

“Había gente que no sabía dónde ir y que sufría porque no podía volver a casa o porque tenía animales. Y se abrieron muchas casas del pueblo para acoger todo el mundo que lo necesitara”, indicaba Marta Ribas, otra vecina. Pero esta muestra de solidaridad no fue la única que se vio. Pau Freixas, que es voluntario ADF, también añadía otras: “Diferentes comercios nos han traído comida y bebida, que hemos repartido entre todos los compañeros. Así hemos podido aguantar más horas trabajando”. Él empezó a ayudar en las tareas de extinción en Llançà, después continuó en La Vall de Santa Creu y acabó dando apoyo entre Selva de Mar y Sant Pere de Rodes. “Es una zona en la cual solo se puede acceder por los sendas, y hay pocas. Todo es pendiente y el viento se comporta de forma muy extraña, así que te puedes quedar atrapado. Había carreras continuamente cada vez que saltaba un foco secundario”. 

Una de las consecuencias que dejaron las llamas es que cayó la red eléctrica y ayer no se podía sacar dinero de los cajeros, ni pagar con tarjeta en la mayoría de comercios, y muchos no tenían ni cobertura ni internet. Pero, afortunadamente, no se tuvieron que lamentar desgracias más grandes. Y todo gracias al trabajo que hicieron los diferentes cuerpos de emergencias, que todos los vecinos entrevistados no pararon de elogiar. “Han trabajado como bestias”, decía Albert. “Lo han gestionado muy bien: no había nadie nervioso ni desorientado, todos estaban muy bien encarrilados y todo el mundo ha tenido lugar para dormir”, añadía Manel, y Marta lo remataba: “Ha sido un espectáculo muy doloroso, pero gracias a los Bomberos, Protección Civil, voluntarios y policía no hemos sufrido ninguna pérdida. Es increíble cómo han luchado contra las llamas hasta casi derrotarlas”. 

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