Reportatge

"Estudiar es lo único que me queda"

La persistencia de Maissae, que va en silla de ruedas y ha hecho las PAU en casa, le abre las puertas de la universidad

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La Maissae va en silla de ruedas debido a una enfermedad degenerativa y ha hecho las PAZ a casa.

L'Hospitalet de LlobregatMaissae ha sacado un 8 en la selectividad, pero el mérito no es tanto la nota como el enorme esfuerzo y la gran determinación que ha demostrado para conseguir entrar en la universidad. Llegó a l'Hospitalet de Llobregat desde Marruecos hace cuatro años, vive en silla de ruedas desde hace tiempo, afectada por una enfermedad degenerativa que solo le permite mover una mano, ha aguantado las mascarillas en clase a pesar de que se ahogaba y ha hecho las pruebas de acceso a la universidad en su casa. Una historia de superación personal que quiere que sirva de ejemplo e inspiración para los alumnos con discapacidades: "Podemos con todo. Tenemos unas necesidades especiales pero también poderes añadidos, cuanto más fuerza mental. Creo que, si nos concentramos, podemos sacar de nosotros mismos todo lo que queramos". A pesar de que es consciente que no hay muchos casos como el suyo y que es un testimonio excepcional, Maissae afronta la entrevista con modestia y timidez. Sonríe con cierta vergüenza cuando dice en voz alta las notas que ha sacado en las PAU o cuando admite que sus profesores le han dicho que están muy orgullosos de ella.

Y con razón. Maissae, que ahora tiene 19 años, ha estudiado desde que llegó de Tetuan en el Institut Pedraforca, un centro de máxima complejidad en el barrio de la Florida, el más denso de Europa y donde la mitad de la población es de origen inmigrante. "Al principio pensaba: «¿Cómo lo haré?», pero después me ha ido bien porque he hecho esfuerzos para aprender y los compañeros eran muy guapos". Sin saber ni catalán ni castellano, la chica se comunicaba como podía en inglés con amigos y profesores. Y mientras se adaptaba a su nueva vida en Catalunya, su cuerpo iba sucumbiendo a la enfermedad que le habían diagnosticado cuando tenía 11 años. "Tengo una enfermedad que a la gente le sale con 40 o 60 años. Me dijeron que era el primer caso que veían que había empezado a los 5 años". En Marruecos le dijeron que era una miopatía, y en Catalunya que era una neuropatia. Ella lo resume así: "Los médicos no están seguros si el problema está en los músculos o en las neuronas". Lo que tiene claro es que la musculatura ha perdido mucha fuerza y muy rápido: a los cinco años "me caía y perdía el equilibrio" y ahora, con 19, solo puede mover la mano la izquierda, que utiliza para usar el mando de su silla. Se aferra a cada pequeña oportunidad: "Cuando hay un cambio en mi vida, lo tengo que aceptar y me tengo que adaptar sí o sí. Ahora tengo que aprovechar mucho que todavía tengo movilidad en una mano".

Estudiar matemáticas dictando

La discapacidad, obviamente, le ha condicionado los estudios, a pesar de que intenta quitarle importancia. "Sí que me cuesta algo más que a los otros", dice. Como le es muy complicado escribir, en clase no coge apuntes. "Solo escucho, y por eso tengo que estar muy concentrada". Los exámenes en el instituto los hacía orales o bien dictando a su cuidadora, Montse. "La conozco desde el primer día que empecé el instituto, en 3ro de ESO. Es como mi madre y la echaré mucho de menos", dice Maissae, un poco emocionada. En casa, estudiaba leyendo libros de texto o repasando los apuntes que le daban sus compañeros. Lo más difícil era estudiar matemáticas, porque tenía que practicar ejercicios dictando a alguien –normalmente a su padre– todos los cálculos que había que hacer. Pero a pesar de las dificultades evidentes, Maissae tenía claro que quería estudiar bachillerato "per dos motivos". "El primero es que quería aprender más catalán y castellano, porque con dos años de instituto no era suficiente, y el segundo porque quiero ir a la universidad", explica. Y, con una determinación absoluta, añade: "Quiero seguir estudiando. No puedo hacer nada más, yo, solo estudiar. Es lo único que me queda dadas mis condiciones físicas".

Maissae tiene 19 años y ha hecho las PAU en casa

Así pues, escogió el bachillerato científico, una etapa "una poco más difícil" que la ESO, pero no tanto como se había imaginado: "Sabía que me costaría, pero lo quería intentar". Hasta que, a mediados de primero, "la pandemia lo cambió todo". "Estudiando en casa no me llegaba bien la información", recuerda, a pesar de que agradece el esfuerzo del instituto para hacerle llegar un portátil y conectividad a casa y el tiempo que pudo pasar con su familia. La Maissae vive con sus padres y dos hermanos gemelos de 4 años, y tiene tres más que viven en el Marruecos. Al segundo curso, con la reanudación de las clases presenciales, todavía sufrió más: "Amb la mascarilla me ahogo mucho y tenía que salir de clase, y cuando salía todavía lo pasaba más mal porque pensaba todo el rato en el que me estaba perdiendo".

El orgullo de sus profesores

Ha superado el bachillerato con un éxito notable y, lo que es quizás más importante, con la admiración de sus compañeros y profesores. "Es una persona humilde, muy receptiva y agradecida", explica Bernat Juan, el director del Pedraforca. "Tener una alumna como Maissae te obliga a adaptarte pero lo haces de gusto, porque ella se esfuerza siempre al máximo", afirma. Y describe así la obstinación de su alumna: "Ella tenía unas horas limitadas de cuidadora y tenía que salir de clase, pero siempre la veías que iba girando el cuello, porque ella quería quedarse y no perderse nada. Tiene siempre muchas ganas de saber más". Es un orgullo para el claustro que Maissae haya llegado a las PAU, a pesar de que, incluso en este caso, la vida tenía preparada para ella otro obstáculo: "Quería dedicar la última semana a estudiar, pero cogí una bronquitis y me pasé cada día en la cama, centrada en hacer la rehabilitación pulmonar para llegar bien al examen".

En casos excepcionales los estudiantes hacen las pruebas una semana más tarde, y solo en contadas ocasiones la Generalitat permite que los alumnos hagan la selectividad desde casa. "Vino un examinador a casa tres días. Al principio me daba un poco de vergüenza, pero en el fondo pensaba que era mejor esto que no ir a la universidad a hacer el examen y perder mucha fuerza yendo y volviendo cada día", relata. Maissae ha hecho los mismos exámenes que el resto de estudiantes en la parte específica (las tres lenguas, matemáticas e historia), pero con más tiempo y dictando cada respuesta al profesor, incluso las redacciones de catalán, castellano e inglés y todos los procedimientos de matemáticas, un examen en el que no cometió ni un solo error. Cuando vio su ocho de media en las PAU, se echó a llorar de alegría y de emoción: "La universidad es otro mundo y tengo muchas ganas de vivir esta experiencia".

Hacía falta, entonces, tomar una última decisión: "No sabía qué estudiar. Cuando era pequeña pensaba en ser farmacéutica, después médica, a pesar de que sé que no podría llegar a ejercer". No se dio nunca por vencida: "Busqué por internet qué opciones tenía para hacer algo de laboratorio o de investigación, y encontré biomedicina y me gustó mucho". Ahora espera entrar en el campus de la Universitat de Barcelona en Bellvitge, gracias también a las plazas reservadas para alumnas con discapacidades. Pero si finalmente no puede acceder y tiene que estudiar una segunda o tercera opción –ha elegido biotecnología o biología–, sabe que el mundo no se hundirá: "Siempre hay caminos para llegar donde queremos llegar".

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