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Ada Colau: "Los datos no dicen que Barcelona esté en decadencia"

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BarcelonaLa alcaldesa Ada Colau responde a las preguntas del Diari ARA en un contexto marcado por las críticas por la suciedad de la ciudad y por la polémica de la ampliación del aeropuerto. La ciudad, además, está a la expectativa de los fondos europeos Next Generation, que pueden dar un impulso a la transformación urbana.

¿Barcelona está en decadencia?

— Es evidente que Barcelona no está en decadencia, y así lo dicen los datos. Creo que al contrario, que Barcelona tiene muchos motivos para el optimismo. Han salido los datos del paro y Barcelona se ha recuperado mejor que ninguna otra capital del Estado. Hay otros indicadores, reconocimientos internacionales que hemos tenido muy recientemente. Ahora mismo somos capital mundial de la alimentación sostenible. También hemos sido elegidas para ser la sede de la Bienal de Arte Manifiesta para 2024 y para ser la capital mundial de la arquitectura de caras al 2026. Somos líderes en inversión social, somos la ciudad que más vivienda pública de alquiler social está haciendo en este momento. Los datos dicen exactamente el contrario. Esto no quiere decir que no haya problemas, como toda gran ciudad y saliendo de una pandemia. Los vecinos y vecinas tienen motivos de queja. Hay temas puntuales, como puede ser la limpieza, en el que ya estamos actuando con un plan de choque. Siempre tenemos que escuchar a la ciudadanía, pero hablar de decadencia yo creo que responde a otros intereses que claramente no tienen que ver con los datos objetivos.

¿Cuáles son estos intereses?

— Desafortunadamente hay quien ya ha entrado en campaña electoral. Todavía queda más de un año y medio para las elecciones municipales, pero claramente Junts per Catalunya ha cogido este discurso de enfrentarse al modelo de transformación que estamos impulsando. También algunos grupo de presión económicos que creo que cogen la bandera de la decadencia precisamente para impedir cualquier cambio y cualquier transformación. La ciudad de Barcelona tiene que cambiar para ser una ciudad más saludable, más verde, más humana, para que en el centro estén personas y no los coches, para proteger las escuelas, para ganar más parques y más zonas verdes, para tener más vivienda pública y asequible. Creo que la mayoría de la ciudadanía quiere estos cambios.

El Cercle d'Economia denuncia que "Barcelona puede quedar atrapada en una espiral de irrelevancia económica y una decadencia lenta pero inexorable". ¿Se refiere a este grupo de presión?

— Bueno, hay algunos grupo de presión económicos. Foment, la patronal de las grandes empresas, también ha tenido una posición muy beligerante a la hora de oponerse a cualquiera de los cambios que estamos proponiendo. Pero sinceramente yo creo que más allá de estas proclamas y declaraciones genéricas, lo que tenemos que hacer es mirar los datos. Yo lo que propondría es que hablemos a partir de los datos, y los datos económicos de Barcelona ahora son muy buenos.

El documento dice que la apología del decrecimiento es una irresponsabilidad.

— ¿Qué quiere decir "decrecimiento" cuando Barcelona es la administración que está licitando más obra pública en toda Catalunya? Más que la Generalitat, que tiene diez veces más presupuesto. ¿Esto es decrecimiento, cuando estamos haciendo más vivienda pública de alquiler social? La vivienda es una competencia de la Generalitat y este año tenemos en obras más de 2.300 pisos públicos, aparte de otros que estamos haciendo en colaboración con cooperativas y con empresas privadas. La Generalitat está haciendo 36; por lo tanto, bien, algunas instituciones quizás sí que han estado con más parálisis en los últimos años por motivos políticos. No es el caso del Ayuntamiento de Barcelona. Yo lo que pediría sobre todo es que quien realmente quiera Barcelona haga propuestas en positivo, y segundo, que hablemos a partir de datos, no de titulares que no se sabe exactamente en qué se sustentan.

¿El aeropuerto no hay que ampliarlo? ¿O no se tendría que ampliar de este modo?

— El planteamiento de la ampliación del aeropuerto ha sido un despropósito por diferentes motivos. Uno, han sido las formas. Aena se ha equivocado mucho y también el gobierno de la Generalitat, y concretamente Junts per Catalunya, que hizo una pinza extraña con el Partido Socialista en pleno mes de agosto. Sin ningún tipo de transparencia hicieron un acuerdo de espaldas a la ciudadanía y a las instituciones catalanas, porque habíamos acordado con el president Aragonès una mesa catalana para tener este debate. Pero también hay una cuestión de contenido. Todos los expertos que hemos consultado, ambientales y aeronáuticos, nos han dicho que nada avalaba las tesis de Aena de que esta ampliación fuera necesaria para conseguir más interconexión continental. Este famoso hub no tenía ni una sola compañía que se habría comprometido a hacer una de estas interconexiones. Queremos informes, queremos datos y queremos poder debatir serenamente y no con amenazas a través de los medios de comunicación.

Hay una sensación generalizada de que el mantenimiento de la ciudad está fallando. La limpieza, las terrazas sin permiso... ¿La comparte?

— Hay una confluencia de diferentes elementos. Hemos tenido una pandemia terrible y estuvimos mucho tiempos confinados. Ahora ha habido un uso muy intensivo del espacio público. Como en otras ciudades, utilizamos el urbanismo táctico, por ejemplo, para ampliar terrazas y salvar miles de puestos de trabajo. Creo que fue una buena actuación, que estéticamente no es la más bonita pero se tenía que hacer rápido y, por lo tanto, se ha tenido que hacer con elementos provisionales. Pero es verdad que esta idea de provisionalidad se entendía mejor durante el confinamiento que ahora, que estamos en la transición hasta que estén las terrazas definitivas. Esto ha coincidido con un uso más intensivo del espacio público y lo hemos visto con los botellones como uno de los fenómenos más extremos. Esto ha podido aumentar la suciedad. Nosotros esto lo hemos escuchado, lo hemos detectado y estamos haciendo un plan de choque de limpieza de 70 millones de euros. También llegarán mejoras con el cambio del contrato de limpieza, que es el más grande del Ayuntamiento de Barcelona y representa casi el 10% de nuestro presupuesto.

¿Qué puede hacer usted como alcaldesa para mejorar esta sensación de inseguridad que han dado los macrobotellones?

— Estamos ante un fenómeno complejo. Esto ha sucedido en toda Catalunya y en toda España. Tiene que ver con el uso del espacio público, pero también tiene que ver con la economía de la gente joven, y esto nos lo tenemos que tomar muy seriamente. La precariedad de algunos sectores de la población, que se agrava con una situación de crisis y que requiere respuestas en positivo. Pero después también hemos visto pequeños grupos de delincuentes, directamente delincuentes, que se infiltran en estos botellones para hacer destrozos, para robar o lo que sea. En los casos de delincuencia, las policías actúan, que nadie tenga ningún tipo de duda, y han detenido a muchos de los responsables de estos robos.

¿Y para estos grupos de delincuentes el Ayuntamiento necesita colaboración de la Generalitat o del gobierno español?

— Evidentemente, tenemos que colaborar todos siempre, en cualquier problemática. Después hay otras problemáticas que no son nuevas tampoco; por ejemplo, la reincidencia en el tema de los robos en el centro de la ciudad. Hay algunas personas que tienen 100 antecedentes, o 200, y que cuando les detienen la Guardia Urbana o los Mossos d'Esquadra están uno o dos días y vuelven a salir... Lo que tenemos que revisar es qué pasa con el tema de la reincidencia.

Y en este momento sus socios están en el gobierno español. ¿Se puede hablar de la reincidencia?

— Sí, me consta que de este tema se está hablando; que es un tema que está sobre la mesa y que se ha hablado con Interior y con los diferentes grupos y que en principio tendría un acuerdo bastante amplio y generalizado.

¿Qué papel tienen que jugar los fondos Next Generation en el futuro de Barcelona?

— Barcelona una vez más está muy bien posicionada. Tenemos un montón de proyectos que ya están redactados. Ahora yo creo que tenemos que levantar un poco la mirada, porque todas las administraciones están pensando en subvenciones para la rehabilitación energética de los edificios, de movilidad sostenible, o ayudar a grandes empresas como pueden ser del sector del automóvil, que da miles de puestos de trabajo en nuestro país, para que hagan la transición hacia el automóvil eléctrico. Todo esto se tiene que hacer, pero los Next Generation también nos plantean una transformación más ambiciosa. Sería el momento de que todas las administraciones hiciéramos una gran alianza, un gran pacto, y pusiéramos el Besòs en el centro de estas transformaciones que se tienen que hacer. El Besòs es el gran olvidado de Catalunya, es la zona más densa y a la vez es una de las zonas con los indicadores de vulnerabilidad más elevados. Y tiene un potencial grandísimo. Porque tiene el río, tiene un nuevo polo universitario, tiene los antiguos polígonos industriales. Lo que no puede ser es que los Next Generation acaben solo en las grandes empresas y no llegue a la población que realmente lo necesita. Hago un llamamiento para que vayamos todos a una y pongamos el Besòs como una prioridad en estos fondos.

¿Ha hablado con el resto de administraciones?

— Sí, yo he tenido varias conversaciones. Lo que da miedo es que venimos de un ciclo tan removido políticamente que todavía hay desconfianzas. Apenas en Catalunya estamos ahora finalmente desjudicializando la política y empezando la mesa de diálogo.

¿Por qué tenemos esta sensación, algunos ciudadanos de Barcelona, de que a veces los temas se enquistan y no se acaban de decidir? El Hermitage, el aeropuerto, el Clínic...

— Está bien que me ponga estos ejemplos, porque del Clínic muy pronto habrá buenas noticias. Y también es un ejemplo de forma de hacer porque se ha trabajado con mucha discreción, sin hacer declaraciones a través de los medios de comunicación. Creo que el aeropuerto no se hizo así y fruto de esto el resultado fue el que fue. Pero, más allá de los casos concretos, hay muchos síes y muchos noes. Barcelona está diciendo que sí a muchas cosas. Estamos liderando la respuesta al cambio climático y Europa nos lo reconoce; acabamos de recibir dos premios de la Comisión Europea por proyectos de innovación. Son muchos síes, esto. Estamos generando miles de puestos de trabajo, estamos liderando la recuperación económica con la disminución del paro más grande de todo el Estado; por lo tanto, esto son muchos síes. Ahora bien, es cierto que también hay algunos noes. Y yo creo que el Hermitage es una propuesta que no está a la altura de la ciudad de Barcelona y tenemos posibilidades de hacer proyectos mucho mejores y en este sentido estamos trabajando.

Peaje a la entrada de la ciudad, ¿sí o no?

— Creo que tenemos que hacer una reflexión de mirada larga. Barcelona está haciendo los deberes y está ganando espacio para el peatón y poniéndose más verde, porque tenemos un nivel de contaminación inaceptable que atenta contra la salud pública y que además está incumpliendo la normativa europea. Evidentemente, estamos invirtiendo mucho más en transporte público, hemos duplicado los carriles bici... Ahora, esto no se puede resolver en una ciudad sola. El problema de la movilidad es que hay mucha gente que vive fuera de Barcelona y viene a trabajar o a hacer otra actividad a la ciudad. Hace falta una visión supramunicipal. Hemos hecho alguna colaboración puntual de éxito con el área metropolitana y con la Generalitat, como la zona de bajas emisiones, pero hay más temas pendientes, como los parcs&rides, que es que en puntos estratégicos de Cercanías haya aparcamientos para que la gente pueda ir una parte del trayecto en coche y después en transporte público. O la línea 9, que la Generalitat tiene paralizada. El peaje es una de las posibilidades que se tienen que estudiar, pero sobre todo necesitamos esta mirada global y toda la colaboración.

También hay problemas en la movilidad interna de Barcelona, en la convivencia de peatones, patinetes, bicicletas y coches.

— Estamos en un momento de transición y son muchos cambios en poco tiempo. Yo creo que algunas mejoras ya se han notado; por ejemplo, nosotros cuando llegamos nos encontramos pocos carriles bici y muchos en la acera y con una ordenanza que estaba suspendida que permitía a las bicicletas ir por la acera. Esto ya lo hemos cambiado y hemos duplicado los carriles bici y los seguiremos aumentando. Aparte se está trabajando con la DGT en una nueva normativa, porque los patinetes yo creo que se tienen que tratar aparte. Yo creo que sí que hace falta una normativa más firme con los patinetes.

¿Qué defienden los comuns en la mesa de negociación?

— Lo primero que quiero recordar es que ahora ya parece que este nuevo estadio en el que estamos se ha naturalizado y me alegro profundamente. Los comuns hemos estado muchos años defendiendo que la vía más rápida para la desjudicialización eran los indultos y la mesa de diálogo. Y nos han dado bofetadas por un lado y por el otro. Creo que tendríamos que tener un poco de paciencia. Hay que culminar la desjudicialización y hacer propuestas en positivo. Y que algún día se pueda hacer algún tipo de votación.

¿La solución pasa por un referéndum?

— Por una votación seguro. La ciudadanía de Catalunya tiene que poder votar la resolución de este conflicto político. Qué forma tendrá, ya lo veremos. Insisto, yo no quiero poner líneas rojas. Habrá posiciones diferentes pero todas las partes tendrán que renunciar a posiciones de máximos.

¿Y se podría resolver el conflicto sin una ley de amnistía?

— Yo creo que ya se está desjudicializando sin una ley de amnistía, los indultos son esto. Nosotros hemos hecho la propuesta que nos parece más sensata y más práctica, que es la reforma del Código Penal.

Una de sus demandas había sido la ley de vivienda española. ¿Amenaza la medida barcelonesa de la reserva del 30% de la vivienda asequible para nuevas promociones?

— Ha costado mucho esta ley de vivienda, y es paradigmático. Lo valoro muy positivamente porque llevábamos décadas reclamándolo. Finalmente llega el compromiso concreto de un acuerdo que teníamos con el Partido Socialista, que era regular los alquileres, y que el Partido Socialista después no quería concretar supongo que por presiones obvias de un sector que es muy potente en el estado español y en Catalunya, que es el sector inmobiliario. Ha costado mucho, pero realmente se tiene que valorar que es un cambio de paradigma porque por fin tenemos una ley por el derecho a la vivienda que no se había hecho nunca. Respecto al 30%, no me planteo en ningún caso que se toque la medida tal y como la tenemos aprobada en Barcelona. Lo hemos hablado tanto con los responsables de Vivienda como con el ministerio de Agenda Urbana y todo el mundo está de acuerdo. En ningún caso se plantea una modificación del 30% como está aprobado en Barcelona.

Alcaldesa, ¿se presentará a las elecciones?

— Todavía no lo he decidido. Queda más de un año y medio y yo estoy concentrada en conseguir resultados después del mucho trabajo que hemos hecho con años tan complicados como los que nos han tocado vivir. Estoy muy ilusionada y soy optimista respecto a la ciudad. Y lo que quiero sobre todo es que se vean resultados de todas estas políticas de transformación urbanística, de movilidad, de priorización de las escuelas, de vivienda, de inversión social... Esto es lo que ahora me hace ilusión y en lo que me vuelco, y más adelante pues ya valoraremos con la organización si es pertinente o no presentarse a un tercer mandato. Pero mi compromiso en todo caso está con Barcelona.

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