Día Internacional del Pueblo Gitano

Las gitanas reivindican un feminismo sin renunciar a la identidad

Dos activistas denuncian el antigitanismo coincidiendo con la celebración del Día Internacional del Pueblo Gitano

Imagen del encuentro anual de gitanos ingleses a Westmorland, el verano del 2017.

BarcelonaSilvia Agüero repite tantas veces en una conversación que es feminista como que es madre de cuatro hijos. Agüero es una gitana del barrio madrileño de Vallecas, vive con su familia en Valencia y reivindica para este Día Internacional del Pueblo Gitano –que cada 8 de abril conmemora el primer congreso mundial en Londres del 1971– el papel de las mujeres en la supervivencia del colectivo. “Ríete tú de las Femen”, estalla cuando explica cómo en 1753 un grupo de mujeres lideradas por la gitana Rosa Cortés huyeron de la Casa de la Misericordia de Zaragoza donde las habían encerrado, separadas de los hombres, en una operación bautizada como la Gran Batida, un intento de genocidio del poder de la época. “La tía Rosa tendría que estar en todos los libros de historia y explicarse en las escuelas”, afirma esta autodidacta que firma con el sociólogo Nicolás Giménez Resistencias gitanas (Editorial libros.com), un ensayo para romper estereotipos y mitos: “Como que somos un pueblo nómada”, matiza Giménez, o para “acabar con el romanticismo de la luna, la navaja que brilla, los ojos negros”, un rosario de tópicos literarios que el cine y la televisión han modernizado con “personajes delincuentes, vagos o simples”. Agüero y Giménez son pareja y están detrás de Pretendemos Gitanizar el Mundo, una web con nombre “provocador” en la que lejos de justificarse por sentirse gitanos, dicen, hacen un “relato alternativo” contra el antigitanismo, tan enquistado en la sociedad como años hace que se instalaron en la Península.

De antigitanismo también habla Jelen Amador, primera gitana doctora en sociología en Catalunya, investigadora y profesora de la UAB, en ganar un contrato Juan de la Cierva. Su currículum y su biografía personal rompen con el tópico de la mujer gitana “sometida por padres y maridos” porque el imaginario sitúa al colectivo en casa o en los mercados ambulantes pero nunca en una aula universitaria. Son pocas, admite, pero como todo en esta vida, la situación está cambiando gracias en parte a las intervenciones políticas de educación “con los gitanos”, matiza la socióloga, pero todavía queda mucho para acabar con el abandono escolar prematuro que conlleva falta de oportunidades laborales. “Algunos quieren que ser gitana y tener formación sea un oxímoron porque nos quieren hacer analfabetas”, se queja Agüero, que insiste en un “racismo institucional” arraigado en todas las capas de la sociedad y expresado de diferentes maneras, del mismo modo que “el antisemitismo discrimina a los judíos”.

Identidad y feminismo

Amador también se define como feminista, entendido como un “movimiento plural con mujeres diversas que luchan por la igualdad y contra la violencia machista pero manteniendo la identidad gitana”. El feminismo gitano existe sin dejar de sentirse y de participar en las tradiciones, coinciden las dos mujeres, que se quejan de la visión "salvadora" y de superioridad de feministas no gitanas para las que es incompatible la igualdad con ciertas tradiciones. A Jelen Amador, que es miembro de la asociación Drom Kotar Mestipen (El Camino de la Libertad), el juicio y prejuicio externos la disgustan porque parten de la premisa de que las gitanas "no tienen libertad para escoger" porque todo les viene impuesto por un patriarcado asfixiante. El machismo gitano también existe, señala Agüero, como parte de una estructura dominante en todas las culturas y sociedades del mundo, pero rechaza que sea más fuerte en el pueblo gitano.

"Se puede escoger llegar virgen al matrimonio y ser la más feminista de todas", defiende Amador, que critica que desde fuera se haga tanta incidencia por "puro morbo" en la tradición del pañuelo, en una "libertad que la gente se toma para entrar en una cuestión tan íntima" para una mujer. Siguiendo con este relato rechaza el "privilegio" de algunas feministas de dar carnés de buenas "feministas", según la manera de vestir, de ser madre o la edad de casarse. "¿Quién es nadie para cuestionar tu identidad y si eres feminista?", se pregunta.

Las dos mujeres reivindican la “fortaleza” y el rol relevante de las mujeres –y en especial de las de más edad– en las familias gitanas. “La del patriarca es una figura que nos viene de fuera, nosotros no hablamos así”, rebate la socióloga, que subraya “la invisibilidad” de las mujeres, a pesar de que se han encargado de “mantener la identidad y transmitir los valores” en medio de persecuciones e intentos de aniquilación cultural y física.

Defiende Agüero que entre las gitanas hay más "sororidad" que entre las payas, una solidaridad que para Jelen Amador también ha sobrevivido a lo largo de los años y, en este sentido, asegura que las mujeres son un "pilar" para prevenir posibles casos de violencia machista y también contra el racismo, dice esta activista.

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