El Gobierno renuncia a la profesionalización de las familias de acogida para sacar a niños de centros
Derechos Sociales deja sin efecto un plan piloto que funciona en Euskadi por razones administrativas
BarcelonaPunto final a la idea de profesionalizar el acogimiento familiar. El departamento de Derechos Sociales e Inclusión ha decidido liquidar el Acogimiento Familiar Especializado de Especial Preparación (AFE-EP), un plan piloto inspirado en la experiencia consolidada desde hace dos décadas en Euskadi. El objetivo era conseguir sacar de los centros criaturas tuteladas por la Generalitat de entre 7 y 18 años con trastornos graves de conducta o salud mental para que crecieran en una casa que no sólo les ofreciera cariño sino también una atención intensiva. De las cuatro familias que estaban en el plan, tres están decididas a continuar, mientras que la cuarta criatura está a punto de cambiar a otra familia. La decisión se ha tomado por "razones administrativas", justifica la directora del Instituto Catalán del Acogimiento y de la Adopción (ICAA), Elena Lledós, que no revela si más adelante se reanudará.
El programa, financiado por los fondos europeos Next Generation, se fundamenta en la profesionalización de los acogedores, que deben ser titulados en ámbitos de la infancia o la adolescencia y al que se exige dedicación exclusiva, a cambio de la prestación por criatura de 2.400 euros y un sueldo como autónomos. cotización a la Seguridad Social, aparte de unos 400 euros para la manutención del menor. Estas condiciones hicieron que Judith (evita el apellido para proteger al niño en acogida) diera el paso de dejar el trabajo de educadora en un centro de menores de Girona y volviera a su pueblo de Osona, que es donde el menor tiene la vida hecha, y así minimizaba el trasiego para él. "Ahora todo lo que me hizo decidir es lo que hemos perdido", se queja.
En diciembre del 2024 el nuevo equipo del ICAA anunció a las familias que, finalizado el año de la prueba piloto, se tomaba unos meses para estudiar la viabilidad del programa. "Nos dijeron que pasáramos a ser una UCAE o volviéramos a la criatura. Pero las criaturas no son un objeto", dice Judith. Las familias UCAE (las siglas de unidad convivencial de acción educativa) son otro de los modelos de acogida especializadaSin embargo, a diferencia de los experimentales de la AFE-EP, los acogedores reciben la prestación económica de 2.400 euros mensuales para los niños y no reciben el apoyo técnico constante de los especialistas, señala Tomàs Carandell, otro participante del plan piloto.
No es el dinero
Las cuatro familias que quedaban aceptaron y entre enero y junio han estado bajo las condiciones de las UCAE. Por último, en una reunión la semana pasada, la dirección del ICAA les confirmó que no continuarían y, en este sentido, Lledós evita señalar si pesa el coste económico, pero en todo caso afirma que el resultado ha sido satisfactorio. Según Carandell, la decisión es incomprensible desde el punto de vista del bienestar de los menores y reprocha que no se haya mostrado ningún resultado negativo sobre la idoneidad de la atención. "No está pagado", defiende Carandell, quien afirma que la voluntad de profesionalización de los acogedores no responde a una cuestión económica, sino a poder dedicarles "las 24 horas de los 365 días del año", matiza Judith.
Los traumas y la complejidad de las "mochilas" que llevan los menores seleccionados para estas familias requieren paciencia y mucha mano izquierda. A Judith la creación de un vínculo afectivo con el menor le ha costado 11 meses y, en ese tiempo, afirma que ha habido momentos muy duros que ha superado porque tenía toda la disposición del mundo. El niño, que tiene 13 años, no quiso ir a la escuela hasta febrero y ahora el trabajo continúa para que mantenga cierta rutina y normalidad.
Pasar a estar bajo el paraguas de las UCAE complicaría la estabilidad de los menores acogidos porque las familias pasan de tener el apoyo de dos técnicos permanentes a uno esporádico cuando surge algún problema que lo desestabiliza. Son criaturas que "necesitan una atención individualizada", explica Carandell, que se apunta como "pequeños logros" que después de muchos esfuerzos estas criaturas "tengan entornos estables, amigos o vayan a la escuela".
Trasiego para las familias
Pero el fin del programa es también un trasiego para las familias, que dicen que les habían prometido una estabilidad de cinco o seis años. La situación es aún peor en el caso de las monoparentales porque ambos modelos de acogimiento familiar piden no trabajar fuera y pasar a ser UCAE supone dejar de cotizar. En el caso de Judith, admite que le sería fácil volver al centro donde está de excedencia, pero como su voluntad es mantener la acogida, asegura que es una opción inviable estar fuera de casa toda una jornada laboral. "Yo puedo acudir al trabajo ocho horas, pero no puedo trasladar la vida del niño a una hora", afirma.
Ambos padres sienten que la administración no ha acabado de entender la acogida AFE-EP ni la importancia de remunerar bien a los acogedores, si bien todo el mundo cuestiona el modelo de los centros de acogida, que por la cantidad de menores ingresados y la falta de educadores sociales hace que no se pueda prestar una atención específica y constante. "La acogida se sostiene porque yo estoy todo el día pendiente de las necesidades de la criatura", concluye Carandell.
Aunque el plan piloto preveía la participación de 16 familias, los largos y complicados procesos para seleccionar a las mejores candidatas han hecho que algunas se hayan quedado a medias. Se da la circunstancia de que Cataluña es una de las comunidades autónomas con mayor porcentaje de menores tutelados residiendo en los centros, mientras que el acogimiento familiar se va reduciendo: en 15 años ha caído del 63% de los menores tutelados a rozar el 40%.