Inmigración

Menores migrantes: "¿Quién quisiera arriesgar su vida para acabar durmiendo en la calle?"

Cataluña ha acogido en dieciséis años a 20.000 criaturas extranjeras sin referentes

Coloquio del documental 'Transformando realidades: la voz de los jóvenes migrantes', en el cine Girona de Barcelona.
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BarcelonaEn los dos primeros meses del año, llegaron a Catalunya 437 menores migrantes no acompañados, que se sumaron a los, aproximadamente, 9.000 que están bajo la tutela de la Dirección General de la Infancia y la Adolescencia (DGAIA), de los que 2.400 son extranjeros. Son jóvenes que, como hicieron hace años Ibrahima Bah o Bilal Sighaoui, se han arriesgado su vida para emigrar, movidos en gran parte por la voluntad de ayudar a su familia. "Ante el mar me dije: «muerte o vida»", explicaba Bah, el jueves, en la celebración de los 25 años del SDI (Servicio de Detección e Intervención), un servicio del Ayuntamiento de Barcelona que detecta y acompaña a niños, adolescentes y jóvenes mayores de 21 añospara intentar suplir el consejo o la compañía de unos padres o hermanos. El consistorio barcelonés, como la Generalitat de Catalunya, lleva décadas dedicando presupuestos a la atención de estos jóvenes y crea plazas en centros y en pisos y los incluyen en las prestaciones (los mismos que los menores tutelados nacionales) para echarles una mano cuando cumplen 18 años. Con mucha suerte, estos jóvenes pueden seguir teniendo apoyo institucional hasta los 23 años, siete años antes la edad de emancipación.

Arribades de joves i nens migrats no acompanyats

Esta semana, los menores migrantes han vuelto a ser un arma arrojadiza entre políticos por la distribución pactada entre Junts y el PSOE. En 16 años, se han registrado 20.285 llegadas, en un período de crecimiento constante, sobre todo a partir de 2017, cuando entraron muchos menores procedentes del norte de África y hubo que redimensionar el sistema de acogida. Actualmente, cada mes llegan unos 200 menores solos, la mayoría por cuenta propia y no por el circuito fracasado de reubicaciones desde Canarias o desde Ceuta. Además, Cataluña dispone de unos 3.000 pisos para quienes ya han hecho la mayoría de edad y prestan 4.000 jóvenes más. ¿Son muchos o pocos? La Comunidad de Madrid, por ejemplo, tiene 155 pisos para atender a los extutelados.

25 años del SDI

Para celebrar los 25 años del SDI, los chicos han ayudado a realizar un documental en primera persona sobre sus experiencias migratorias, las expectativas que tenían a subir a la patera y las dificultades que se han encontrado por el camino. También lo han dejado escrito en un manifiesto que leyeron con un desparpajo envidiable Sighaoui y Bah: "Quien quisiera arriesgar su vida atravesando el mar en busca de una vida mejor ¿para después acabar siendo un chatarrero en las calles o acabar durmiendo bajo un puente o en un parque?". A la pregunta retórica le seguía una exhaustiva enumeración de las trabas con las que deben vivir para intentar sobrevivir en una sociedad que, a menudo, les "invisibiliza" y les carga las frustraciones colectivas."Vivimos aislados, rechazados y asediados por una sensación constante de miedo a no ser nadie... No, no es que la sociedad no sea consciente de ello, está claro que el mundo entero nos ve, pero se desconocen las circunstancias de nuestra dura vida", continúa el texto.

Los jóvenes se quejan de que la sociedad, la ciudadanía, los juzga sólo por su "apariencia física", sin pararse a pensar ni tener ninguna empatía por sus biografías y dolores. "Nosotros tenemos vida, no hemos empezado de cero aquí", diuen al documental.

Bah somia a fer-se ric per tornar a la seva mare tot el que ella li ha donat perquè mai més no hagi de tornar a treballar. Contràriament al que l'imaginari col·lectiu ha construït d'aquestes criatures. La mare, com també la família, molts cops està present malgrat la distància i els anys que passen sense tornar a abraçar-la. La mare com el referent a estimar, cuidar i agrair-li-ho tot.

Però si algú també tem que aquests joves hagin vingut a robar oa prendre'ns la feina, Bah té també una resposta a punt: "No tenim temps de robar la feina de ningú perquè hem de sobreviure", i en aquest sentit encerta quan demana tranquil·litat. "Si heu nascut aquí i dieu que no trobeu feina, potser no heu buscat bé", afirma i rep l'aplaudiment de l'audiència.

Ara, Sighaoui i Bah tenen la gran il·lusió de professionalitzar-se com a mentores de jóvenes que tendrán que pasar por lo mismo que ellos, "la luz al final del túnel", en palabras de este último. El consejo que les dan es mantener la "disciplina y compromiso" y continuar con "el hambre de cuándo se salió de casa".

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