La crisis de la vivienda

La jungla de buscar piso de alquiler: "Hecha la ley, hecha la trampa"

El ARA intenta buscar un piso de alquiler en Barcelona de menos de 1.100 euros al mes, pero la mayoría son de temporada

La reportera del diario ARA, durante la búsqueda de un piso de alquiler.
7 min

Barcelona“A continuación te vamos a realizar varias preguntas con el fin de saber si puedes optar a nuestros inmuebles. Solo tramitamos la visita si es el titular del futuro contrato. Si es así, pulsa uno. En caso contrario, pulsa dos”, dice el contestador automático de la inmobiliaria Alquila Tu Hogar, a la que llamo para visitar uno de sus pisos en Barcelona, anunciado en el portal Idealista. “Si la suma del ingreso mensual de los inquilinos es igual o superior al importe del alquiler multiplicado por tres, pulsa uno. En caso contrario, pulsa dos”, sigue diciendo el contestador. También me pregunta si estoy dispuesta a facilitar mi número de DNI antes de visitar el piso, y si todos los futuros inquilinos tienen una continuidad laboral de más de un año y un motivo que justifique la temporalidad del alquiler. Contesto a todo que sí, porque sino me quedo sin ver la vivienda. Se trata de un piso de 50 m² situado en una tercera planta sin ascensor en el barrio de La Trinitat Nova de Barcelona. Cuesta 900 euros al mes y el contrato de alquiler es temporal. Eso me llama la atención. ¿Acaso hay turistas o gente de paso que se alojen en La Trinitat Nova?

El lugar donde se ubica el piso es una zona residencial humilde donde todos los bloques son iguales, apenas hay tiendas, y buena parte de la población es inmigrada. La fachada del edificio está un poco desconchada; la portería, sucia; y no hay luz en el rellano. “Justo hoy se ha fundido”, justifica el comercial de la inmobiliaria, mientras se alumbra con la linterna del móvil para abrir la puerta de la vivienda. El piso está completamente reformado: paredes blancas impolutas, lavabo con plato de ducha y electrodomésticos a estrenar. Tiene un pequeño salón con cocina americana y dos mini habitaciones. Todo sin amueblar.

Para alquilarlo, hay que pagar tres meses de fianza y uno de alquiler (o sea, un total de 3.600 euros), tener unos ingresos mensuales totales de 3.466 euros y firmar una declaración responsable en la que expongas por qué necesitas una vivienda temporal. Además, no es posible empadronarse y el contrato de alquiler se extingue sí o sí a los dos años. No se puede renovar. “Ahora todos nuestros inmuebles son así”, afirma el comercial, que asegura que esas condiciones no tienen nada que ver con la demanda turística, sino con la aprobación en mayo del año pasado de la ley de la vivienda que limita el precio del alquiler. "Hecha la ley, hecha la trampa", añade. Los alquileres temporales están excluidos de esta normativa.

Los alquileres de temporada empezaron a aumentar en 2019, cuando se reformó la ley de arrendamientos urbanos y la duración de los contratos de alquiler residencial pasó de tres a cinco o siete años, según explica Jaime Palomera, investigador encargado de vivienda en el Institut de Recerca Urbana de Barcelona (IDRA). Con la nueva ley de vivienda, no obstante, se han disparado aún más. “Hay una estrategia cada vez más normalizada que consiste en sustituir los contratos de alquiler residencial de 5 o 7 años, que son los que se tendrían que hacer por ley, por un contrato basura que permite que te puedan expulsar de la vivienda a los pocos meses, que no haya obligación de renovar, y que pueden poner el precio que quieran”, lamenta el experto.

Según dice, los alquileres de temporada solo se pueden hacer si la vivienda alquilada no es la habitual del inquilino. Por eso, en teoría no es posible empadronarse y algunas inmobiliarias que los ofrecen obligan al inquilino a firmar una cláusula en la que justifique por qué necesita una vivienda temporal, para así cubrirse las espaldas.

Fotografía del lavabo de uno de los pisos de alquiler visitados por el ARA.

En la actualidad, en el portal Idealista existe una opción para buscar pisos de alquiler de temporada, y otra para pisos residenciales de larga estancia. Hago una prueba. Buscaré una vivienda residencial en Barcelona para una pareja ficticia con unos ingresos totales de 3.000 euros al mes, y que esté dispuesta a pagar entre 900 y 1.100 euros de alquiler mensuales, que no es poco.

En ese rango de precios, encuentro 181 anuncios, de los cuales 89 son de alquiler de larga estancia. O sea, la mitad. No está nada mal. Hay mucho para elegir, pienso. Pero cuando empiezo a leer una a una las descripciones de los pisos, me doy cuenta que muchas indican que el contrato de alquiler es de temporada, a pesar de que el piso no está clasificado como tal. En otros casos, la descripción ni tan solo lo menciona, pero también son alquileres de este tipo.

“El alquiler es de temporada”, es lo primero que me dice la persona que me responde el teléfono, cuando llamo para visitar un estudio en la calle Requesens, en el barrio del Raval de Barcelona, que está anunciado en Idealista como alquiler residencial de larga estancia. Eso mismo me contesta por WhatsApp una comercial de Spacest.com cuando me intereso por otro piso de 65 m² y 990 euros al mes, anunciado de la misma manera. “Somos una empresa de reservas online, no realizamos visitas físicas. Funcionamos como Booking o Airbnb pero para estadías más largas”, añade, porque solicito visitar la vivienda. O sea, si me interesa, tengo que reservarla sin verla y, además, pagar online un mes de alquiler y 500 euros por los servicios de la empresa. Me parece un despropósito.

Cocina americana del piso de alquiler visitado por el diario ARA en La Trinitat Nova.
Estudio de alquiler visitado por el diario ARA en el barrio de La Ribera de Barcelona.

Sumo los anuncios de pisos en Barcelona que están clasificados en Idealista como alquiler de temporada y que valen de 900 a 1.100 euros al mes, y los que están clasificados como alquiler de larga estancia, pero que en su descripción se especifica que son temporales. El resultado es que el 70% del total son de temporada. O sea, mi abanico para elegir se reduce drásticamente. Además, la mayoría son estudios o pisos en planta baja interior o en plantas altas sin ascensor, y que difícilmente superan los 60 m². Si busco una alternativa por debajo de ese precio, las opciones todavía disminuyen más. Apenas encuentro diez anuncios. Es desesperante.

“No tenemos pisos de alquiler. Nunca había pasado una cosa así. Todos son contratos de temporada”, afirma un comercial de Fincas Gonseni, mientras me enseña la única vivienda de alquiler residencial que tienen disponible: un estudio de de 45 m² en el barrio de la Ribera y que vale 1.100 euros al mes. Según dice, los propietarios de los pisos optan por el alquiler de temporada porque así el coste de la inmobiliaria debe asumirlo el inquilino y no ellos, según la normativa.

Lo más sorprendente es que fuera de Barcelona ocurre lo mismo. Por ejemplo, de los 29 anuncios de pisos en Hospitalet de Llobregat que encuentro en Idealista por un precio inferior a 1.100 euros al mes, 23 son de temporada. También hay más anuncios de alquileres temporales que residenciales en Cornellà de Llobregat o Santa Coloma de Gramenet, o incluso en Terrassa, Sabadell y Rubí. La tendencia se invierte si te vas a decenas de kilómetros de Barcelona. Por ejemplo, a Vic o Manresa. “Me parece de una gran gravedad que la administración pública no esté actuando de oficio. Es evidente que se está cometiendo un fraude. Los inquilinos están siendo víctimas de una ilegalidad”, opina el investigador de IDRA.

Eso no quiere decir que sea imposible encontrar un alquiler residencial en Barcelona o en municipios cercanos por menos de 1.100 euros. Los anuncios en Idealista o en otras plataformas son cambiantes y de vez en cuando hay alguno que realmente vale la pena. Por ejemplo, de repente veo en Idealista un anuncio de un piso semi amueblado de 83 m² en una sexta planta con ascensor en la calle Floridablanca, en la Izquierda del Eixample de Barcelona. Cuesta 1.200 euros al mes, otros 100 euros del límite que me he marcado, pero el alquiler es de larga estancia. Vistas las alternativas, me parece una ganga. El anuncio solo dura 5 minutos. Después, desaparece.

“Tuve que desactivarlo, porque en cinco minutos recibí 80 whatsapps y 100 llamadas. Me estaba volviendo loca”, justifica la comercial que me enseña el piso. Es la consecuencia de tanta demanda y tan poca oferta. La vivienda es luminosa, amplia y está situada a cinco minutos a pie del mercado de Sant Antoni. Aquí el problema es el precio. No cumplo el requisito que la mayoría de inmobiliarias solicitan: que los ingresos totales mensuales de los inquilinos sean tres veces el precio del alquiler.

Dormitorio del piso de alquiler visitado por el diario ARA en el Eixample de Barcelona.
Cocina del piso de alquiler visitado por el diario ARA en el barrio de Sant Andreu.

Aun así, no tiro la toalla. Sigo buscando y encuentro un piso en la calle Pardo, en el barrio de Sant Andreu de Barcelona. Es mucho más pequeño, 42 m², pero el propietario solo requiere unos ingresos totales de los inquilinos de 2.000 euros al mes a pesar de que la vivienda cuesta 1.100 euros. Además, el precio incluye los gastos de gas, luz e internet, y el alquiler es residencial. ¿Qué más puedo pedir? Cuando lo visito, me llevo una sorpresa. La vivienda no está en un bloque de pisos, sino en la primera planta de un local comercial. El anuncio decía que era un piso exterior en una primera planta con ascensor y, en cambio, da a un patio interior y no hay ascensor ninguno. En el rellano el olor a humedad es intenso, y hay una lavadora en marcha que chirría. Es para uso compartido de ese piso y dos más. No doy crédito.

Aún me descoloca más la respuesta de un comercial cuando me intereso por un estudio de 32 m² en la Rambla del Raval de Barcelona, que vale 950 euros al mes y en teoría es un alquiler residencial. Parece un lugar acogedor, según las fotos del anuncio en Idealista. Para mi sorpresa, el comercial me contesta en inglés.

Ese mismo idioma es el que utiliza la persona que me responde por email cuando solicito visitar un piso de alquiler residencial y de 61 m² en la calle Casanova, en l'Esquerre de l'Eixample de Barcelona. Sólo vale 750 euros mensuales. Para verlo, me exige que pague antes un mes de alquiler y otro de fianza. Poco después, recibo una alerta de Idealista por email que dice: “Ten cuidado con los fraudes. Nunca pagues a través de enlaces que te llevan fuera de la web o app de Idealista”. Buscar piso no solo es una jungla, sino que además hay que ir con mil ojos para que no te estafen.  

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