El drama de la vivienda, un círculo vicioso
El actual precio de los alquileres hace más difícil ahorrar y, por tanto, dificulta el acceso a la propiedad, tensando aún más el mercado
BarcelonaDetrás del drama de la vivienda existen muchos datos económicos, como el precio del alquiler, el de compra o el número de anuncios de temporada. También el de pisos turísticos. Pero sobre todo existe una realidad social que tiene que ver con el temor a hacer planes de futuro, a no llegar a finales de mes o, incluso, a irse de casa forzosamente.
Ante esta situación, el Sindicato de Alquiladoras ha convocado para este sábado una manifestación en Barcelona para reclamar una bajada del precio del alquiler, en el marco de una ola de protestas que se inició en Madrid hace un mes, y que recorre las principales ciudades de España. En todas ellas, los precios de las viviendas y sus usos no convencionales han experimentado un fuerte crecimiento en los últimos años, así como en el resto de Europa. el alza en una "emergencia social" -en palabras del gobierno español- es el impacto que ya tiene en la vida de la mayoría de las personas: actualmente, la vivienda de alquiler no es accesible para un grueso importante de la población. Y Barcelona es un caso paradigmático: alquilar un piso cuesta de media 1.131 euros, el equivalente a un 40% del salario bruto mensual de sus residentes. Ni siquiera vivir en una habitación es una alternativa viable para muchos. , porque ya cuesta la mitad del salario mínimo.
En Cataluña, el problema va más allá de su capital: el 90% de los catalanes viven en zonas tensionadas, es decir, en municipios en los que la cuota de alquiler o la hipoteca supera el 30% de sus ingresos o bien el precio de los dos regímenes ha crecido muy por encima del IPC en los últimos cinco años. Fuera de la corona metropolitana, el problema de la vivienda afecta sobre todo a la costa, con la proliferación de viviendas de uso turístico, y también a la montaña; una realidad que hace tiempo que se vive en las Islas Baleares, en la que ha dejado una isla entera, como Menorca, sin pisos de alquiler, o en la Cerdanya, donde los vecinos de los pueblos más entregados al turismo se ven obligados a marcharse.
Salarios y vivienda, dos realidades paralelas
La población catalana y española viene de soportar unos años complicados económicamente, principalmente a causa de la inflación, que ha encarecido la cesta de la compra. Sin embargo, la vivienda ha ido por libre, experimentando unos incrementos superiores al resto de bienes. Una diferencia que es aún mayor si se compara con los salarios.
El estancamiento de los sueldos colisiona ahora con el fuerte crecimiento de la vivienda en todas sus formas y usos. De 2015 a 2023, los salarios en Cataluña –según el INE– han crecido un 18,6%, mientras que en este periodo el alquiler lo ha hecho un 49,8%, según datos del Incasol. Además, la renta per cápita en Cataluña ha retrocedido diez puntos desde de entonces, según un informe de la Cátedra APCE-UPF.
En las grandes ciudades, como Barcelona, esta diferencia es más exagerada: el esfuerzo por vivir de alquiler era del 30,5% de los ingresos en 2015 y ahora supera ya el 40,3%. Y no es un problema sólo de los jóvenes: el 65% de los inquilinos en la capital catalana tienen más de 35 años, según un informe de IDRA. Este esfuerzo se traduce en que uno de cada dos inquilinos españoles está en riesgo de pobreza, tal y como recoge el Banco de España.
Un pez que se muerde la cola
Actualmente, alquilar un piso en Barcelona cuesta, en promedio, 1.131 euros, y comprarlo, también en promedio, requiere una entrada de 140.000 euros, unos 20.000 euros más que el pasado año, según el portal Pisos.com. Esto explica que en los últimos 15 años, la edad media de los compradores en Cataluña haya pasado de 37 a 47 años, según datos del Colegio Notarial de Cataluña (CNC). Además, las viviendas partían ya de un precio alto y han continuado creciendo en los últimos años, pese a la bajada de los tipos de interés, debido a un aumento de las adquisiciones al contado por parte de extranjeros o autóctonos que han contado con ayudas familiares.
Esto ha abocado a los potenciales compradores a quedarse en un mercado de alquiler que ya estaba tensado por el desequilibrio entre oferta y demanda; ésta última también impulsada por la población foránea —con perfiles tecnológicos que aterrizan en Barcelona con una situación financiera holgada—. El hecho es que el número de contratos vigentes de alquiler en Barcelona ha aumentado año tras año desde 2009, según un estudio del Observatorio Metropolitano de la Vivienda (O-HB), pero lo ha hecho cada vez a un ritmo más lento: se firman menos contratos, pero también se extinguen menos. Esta tendencia, que explica la poca rotación de los inquilinos —lo que les da estabilidad, pero complica la entrada de nuevas personas—, se ve golpeada por el desplazamiento de viviendas a otros usos, como el alquiler de temporada o la venta del mismo inmueble, lo que reduce los pisos en oferta.
Este cóctel hace que, si ya era difícil ahorrar el dinero necesario para la entrada de un piso, ahora lo sea más. Vivir de alquiler es más caro que nunca y complica aún más las aspiraciones de los más jóvenes, que ven cómo cada vez su emancipación es más tardía. De hecho, en el caso de los catalanes, la edad de irse de casa de los padres ya se sitúa en los 29,8 años de media.
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Parque de alquiler
El parque de viviendas de la ciudad de Barcelona está formado por 794.200 unidades, de las que casi una tercera parte son de alquiler (240.369). El número de contratos de alquiler ha aumentado cada año desde 2009, excepto en 2020, pero cada vez a un ritmo más lento.
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Propietarios
Los propietarios de cinco o más viviendas de alquiler, que según el Gobierno son grandes tenedores, y por tanto deben respetar el índice de control de precios estatal, representan el 7,5% del total de titulares en Barcelona y son propietarios del 44 ,7% de las viviendas (107.539) de la ciudad.
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El coste de alquilar
El precio del alquiler ha crecido un 58% en la última década en la ciudad de Barcelona, hasta los 1.131,75 euros de media, según datos del segundo trimestre de 2024. En Cataluña, alquilar una vivienda cuesta 822,97 euros, que significa un aumento del 43,7% desde 2015.
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El ritmo salarial
El salario anual bruto por trabajador en Cataluña pasó de los 24.222,95 euros del año 2015, a los 28.724,80 del año 2023. Esta evolución supone un incremento del 18,6%, según datos de la Encuesta Anual de Coste Laboral del Instituto Nacional de Estadística (INE).
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Esfuerzo por el alquiler
Desde 2015 a 2023, el esfuerzo de los habitantes de Barcelona por pagar el alquiler ha crecido 10 puntos. El alquiler suponía entonces el 30,5% de sus ingresos, y el año pasado ya superaba el 40% de la renta disponible, un umbral que indica que los costes son demasiado altos.
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Precios de la burbuja
Las viviendas nuevas en Catalunya superan ya los precios del 2007, el año antes de que estallara la burbuja inmobiliaria. En cambio, los de segunda mano se sitúan todavía lejos de los máximos de hace 17 años, que fueron muchos más altos que en España, que sí supera los valores del 2007.