¿Dónde va a parar la ropa que tiramos? Solo un 10% se reaprovecha
La planta de Roba Amiga tría 130.000 piezas al día, una pequeña parte de todo lo que acaba en los contenedores
Sant Esteve Sesrovires / Santa Coloma de GramenetUna cinta transportadora repleta de camisetas, pantalones o vestidos que alguien los ha descartado del armario. Miles de prendas de ropa pasan cada día por delante de los ojos de Sete, una de las trabajadoras de la planta de tratamiento de residuos textiles que tiene la Fundación Formació i Treball (dependiente de Cáritas) en Sant Esteve Sesrovires. A las instalaciones llegan las toneladas de ropa y calzado que salen de los contenedores naranjas de la entidad Roba Amiga donde, con suerte, van a parar los residuos textiles cuando sus propietarios dan por acabada su vida útil. Cada día pasan por las cintas transportadores unas 130.000 prendas de ropa, el equivalente a 35.000 kilos. Ella hace una rápida inspección ocular y un primera triaje: el algodón, a la pila del algodón; los sintéticos a otra caja; las piezas infantiles separadas de las de adultos, y los complementos, en otro compartimento.
El destino del 50% de estas piezas es la reutilización, a pesar de que solo el 5% acabará en alguna estantería de las tiendas de segunda mano de Roba Amiga, entidad bajo el paraguas de Cáritas que ha sustituido el punto de entrega social que antes estaba en la parroquia y que ahora está abierto al público general. La mayoría de esta ropa reaprovechable, sin embargo, se exportará, principalmente a países de África, "porque aquí falta músculo para poder encontrarle una salida", admite Albert Alberich, director de Moda Re-, la cooperativa que han constituido 42 Cáritas de España y que aglutina empresas de inserción social que trabajan en la recogida y gestión de los residuos textiles. Además de la de Sant Esteve, Moda Re- nutre dos plantas de triaje más en Valencia y en Bilbao. Alberich lamenta que la tasa de reutilización de ropa y calzado hoy en España está "a años luz" de la de otros países europeos con mucha más tradición de mercado de segunda mano. Además, alerta, cada vez más países africanos, como por ejemplo Kenia y Ruanda, tienen suficiente con sus mercados interiores y rechazan la ropa usada de Europa.
Alberich celebra que se hayan dado pasos adelante –hace 15 años el 70% de lo que llegaba a la planta de Sant Esteve acababa en el vertedero–, pero el reciclaje real de buena parte de las piezas es el reto pendiente. Hoy, un 30% de lo que llega se orienta a algún tipo de reciclaje. Tradicionalmente, se envía a países de Asia para acabar convertido en trapos o materiales aislantes para sectores como la automoción, o de relleno de todo tipo de tapicerías. Pero, poco a poco, la misma industria de la moda se ve empujada a cambiar y a apostar por que los residuos textiles vuelvan a convertirse en ropa. El director de Moda Re- explica que está emergiendo un sector industrial dedicado a hacer que las piezas vuelvan a ser materia prima, convertidas en hilo reciclado que servirá para futuras producciones. Esta actividad, si bien todavía incipiente, vaticina el director de Moda Re-, es el futuro, y en Catalunya ya trabajan tanto con algunos fabricantes de hilo reciclado como con laboratorios técnicos, como el de la Universitat Politècnica de Catalunya, que hacen investigación en tejidos y piden materia prima en la planta de triaje.
La nueva ley, una oportunidad
La realidad, sin embargo, es que las 40.000 toneladas de ropa que tratan en las instalaciones cada año son una pequeñísima parte de lo que acaba en la basura. En Catalunya, solo el 10,6% de todo el textil que se tira se recoge en contenedores separados de otros residuos como los de Roba Amiga u otros operadores y, por lo tanto, tiene la oportunidad de ser reutilizada o reciclada. De aquí, sin embargo, también hay una parte que se tirará (en el caso de la planta de Santo Esteve, un 6% llega sin posibilidad de ser aprovechado). En total, los ayuntamientos recogen cerca de 166.000 toneladas de residuos textiles que acaban, mayoritariamente, en el contenedor gris de resto y con destino final al vertedero o a la incineradora, según los datos de la Agencia de Residuos de Catalunya (ARC). En España, la cifra oficial es incierta, a pesar de que las estimaciones calculan unas 800.000 toneladas de residuos textiles al año solo en postconsumo, es decir, sin contar los excedentes de producción que acaban, en muchos casos, directamente descartados.
El problema de los residuos textiles ha crecido mucho y muy prisa en todo el mundo. Entre el 2000 y el 2015, las ventas de indumentaria se han duplicado, avanzando muy por encima del aumento del PIB mundial. En paralelo, el uso de estas piezas decae y los mandamientos de la fast fashion se imponen con efectos insostenibles: cuando tiramos una prenda de ropa hoy nos la hemos puesto un 36% menos de veces que cuando la descartábamos en el 2000, según un informe de la Fundación Ellen McArthur. La UE calcula que las compras de ropa y calzado por persona han crecido un 40% entre 1996 y 2012 y la Agencia de Residuos de Catalunya estima que hoy cada ciudadano tiene en el armario casi un 40% de ropa que no se ha puesto ni una sola vez en el último año.
La legislación comunitaria, y ahora la española, empiezan a reconocer el problema. La ley estatal de residuos que se acaba de aprobar establece que a finales del 2024 será obligatoria la recogida separada del textil en toda España, igual que se hace con la del vidrio o los envases. También se prohíbe la destrucción de los excedentes de producción, siguiendo los pasos que ya han dado países como Francia.
En Sant Esteve, explica el director de Moda Re-, ya reciben colecciones y producciones descartadas, ya sea por taras o por algún otro problema. En buena parte, son piezas candidatas a acabar en las tiendas de segunda mano por su buen estado y apariencia: están para estrenar. Alberich explica que hace poco han abierto también un taller de zapatos. El grupo Inditex, por ejemplo, les trasladó que tenían un problema con los zapatos con taras o desparejados y les envió un tráiler de material. Alberich recuerda que en la planta comprobaron que con paciencia los pares aparecían y que algunas taras (hebillas que se habían caído o pequeños arañazos en la piel) se podían resolver o no impedían la venta de segunda mano.
Un objetivo ambiental y social
Luciano es uno de los 110 trabajadores de la planta de Sant Esteve Sesrovires, donde la mitad de la plantilla son personas en riesgo de exclusión social. Se encarga de la recepción del material para el triaje, su "primer trabajo", dice desde encima del toro mecánico. Llegó a la Fundación Formació i Treball de Cáritas después de un periodo muy oscuro "de 24 años de toxicomanías". Tocó fondo, durmió en la calle y durante cinco años en el aeropuerto de El Prat, pero se ha salido, reivindica.
Sete, desde la cinta de triaje, explica que hace seis meses que trabaja en la planta y que le acaban de alargar el contrato. Cumple condena en prisión y viene solo unas horas, las mejores del día, asegura. Con sus compañeras de trabajo ríen cuando recuerdan las sorpresas que a veces se han encontrado dentro de las bolsas de tela: "¡Un día salieron todo juguetes sexuales!" A su lado, una compañera explica que el trabajo en la planta le ha ayudado a regularizar su situación en España. Como ella, dice Alberich, unas 80 personas han podido obtener los papeles.
Alberich celebra que, en medio de los cambios legales en España, se haya aprobado la enmienda que presentó Moda Re- a la ley para garantizar que la futura recogida separada del textil obligatoria priorice el papel que iniciativas sociales como la de Cáritas han ido teniendo hasta ahora. Así, cada licitación que haga un ayuntamiento, dice la ley, tendrá que reservar el 50% del mercado para empresas de inserción social o centros especiales de trabajo. "Aparte del objetivo medioambiental, en Moda Re- tenemos una función social y damos trabajo a personas en riesgo de exclusión", subraya Alberich.
Contando toda la cadena de recogida y gestión del textil y también los puntos de venta, el proyecto de Moda Re- ya da empleo a un millar de personas en toda España. Cuenta con una red de 125 tiendas que está creciendo (este año se abrirán cerca de una veintena). En la que acaban de estrenar en Santa Coloma de Gramenet trabaja Maribel Gimeno, que explica como poco a poco la clientela se va diversificando. "Cuando entran por primera vez muchos se sorprenden de que lo que tenemos sea de segunda mano", dice. A la tienda van también las familias derivadas de los servicios sociales: "Lo que antes era la entrega en la parroquia, ahora se hace en la tienda, normalizando así la entrega social y erradicando el estigma", reivindica Alberich, que explica que estas personas solo tienen que enseñar el QR de servicios sociales en el móvil para llevarse la ropa que han elegido.
Entre las compradoras habituales de la tienda de Santa Coloma está Eva. "Encuentro cosas más baratas y algunas totalmente nuevas; ¿por qué ha de haber prejuicios con comprar de segunda mano?", se pregunta mientras se prueba un jersey que le costará "solo ocho euros". Además de los puntos de venta propios, Moda Re- ha iniciado una experiencia piloto en centros comerciales Alcampo en Catalunya, que les ceden pequeños espacios para vender las piezas de segunda mano. Una vía más, confía Alberich, para ir ampliando un mercado que tiene "mucho potencial".