Frontera Sud

Los menores, la carne de cañón de la crisis de Ceuta

Centenares de niños y adolescentes, en la calle, devueltos o amontonados en albergues improvisados

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Los menores, la carne de cañón 
 De la crisis ceutí

Enviats Especials en CeutaEn una calle del polígono al lado del puerto de Ceuta, Ridan, de 16 años, nos para y nos enseña su móvil con la pantalla agrietada y, con gestos, nos hace entender que no tiene batería. “Mama”, nos dice, señalando el teléfono. Le dejamos el nuestro para que llame a casa, después de cuatro días deambulando perdido por las calles de Ceuta sin saber qué hacer ni dónde ir, y durmiendo en el rompeolas de la playa. Su padre responde al momento, y la conversación apenas dura cinco minutos. “Papa, me enteré de que la frontera estaba abierta y me he marchado a Ceuta. Tú y mamá no tenéis trabajo y somos muchos hermanos y no podíamos hacer nada para salir de esta crisis que afecta a tanta gente. Ahora intentaré subir a la Península. Si hubiera querido robar o delinquir me habría quedado en Tetuán. Me voy para conseguir los papeles y ayudar a toda la familia”, les dice. El padre le responde que se cuide, que sea un hombre y que no se mezcle con “malas compañías”. La madre no se pone al teléfono, solo se la oye llorar.

Unos chicos durmiendo junto al puerto de Ceuta

Los menores han sido la carne de cañón de esta crisis migratoria, detonada por el enésimo choque diplomático entre España y Marruecos. Según fuentes humanitarias, de las nueve mil personas que entraron en Ceuta, entre dos y tres mil no han cumplido la mayoría de edad. Pero no hay datos oficiales. El lunes corrió el rumor de que en Ceuta daban papeles para ir a la Península y muchos cayeron en la trampa cuando la noticia se esparció como la pólvora en las redes sociales: ocho mil personas, según el dato oficial, se marcharon con lo que llevaban puesto para intentar llegar a Europa. No se sabe con seguridad cuántos eran menores de 18 años.

“Salían del agua y nos preguntaban cómo llegar a la comisaría para pedir los papeles”, recuerda un voluntario que asistía a los migrantes el martes por la mañana en la playa del Tarajal. Como Ridan, miles de menores siguen deambulando por las calles del enclave español del norte de Marruecos, después de que muchos de los adultos que entraron en Ceuta entre el lunes y el miércoles hayan decidido volver, denunciando que han sido víctimas de un engaño.

Un grupo de menores se lavan en las duchas de una playa de Ceuta

Expulsiones en caliente

También los hay que no lo consiguieron, como Manal, una chica de 16 años, de Tánger, que lo intentó con su hermana pequeña, de 13, el miércoles de madrugada. “Nos echamos al agua: éramos muchos y cuando llegamos a las rocas de Ceuta la policía española nos disparó balas de goma y un humo que picaba mucho en los ojos. No veíamos nada y tuvimos que volver atrás. Al otro lado, los gendarmes marroquíes nos dijeron que teníamos derecho a estar ahí, que es nuestra tierra”, explica por teléfono. Asegura que lo volverá a intentar, porque la pandemia ha agotado los pocos recursos de su familia. “He tenido que dejar el instituto, se nos han acabado los ahorros y ahora vivimos en un garaje. No quiero ir a España para hacerme rica. Solo quiero sobrevivir. En Marruecos no hay ninguna esperanza”. Muchos menores más también fueron víctimas de expulsiones en caliente ante los ojos de las cámaras instaladas en la playa del Tarajal el miércoles de madrugada, cosa que según las ONG de derechos de la infancia es una ilegalidad flagrante, porque no se respetó ningún procedimiento de identificación ni se valoró si se encuentran en situación vulnerable, como se tendría que hacer con todos los migrantes, y más todavía si se trata de menores.

Los adolescentes deambulan por las calles y tienen miedo de que si se acercan a alguna institución acaben deportándolos. Los más pequeños, de entre 4 y 14 años, han sido trasladados a las naves industriales del polígono de la frontera del Tarajal. No hay cifras oficiales, pero un voluntario explicaba a este diario que por la mañana se habían repartido 500 desayunos. Las naves están ahora bajo control del ejército y no se permite el acceso a periodistas ni a ONGs especializadas, más allá de la Cruz Roja, que se ocupa de la asistencia humanitaria. Justo ayer el ejército tenía que habilitarles las literas. Las autoridades están desbordadas improvisando lugares para instalar a los niños. A algunos se los ha trasladado a la zona de Piniers, en los terrenos de una empresa de construcción que alquila contenedores prefabricados, ahora llenos de menores. El martes se anunció que el ejército habilitaría carpas en un campo de fútbol, pero la federación local no lo ha autorizado.

Imagen del centro de acogida de menores Piniers de Ceuta

Repartidos por las comunidades

Desde Madrid se ha puesto en marcha un plan para enviar a 200 de los menores que ya estaban registrados en centros de Ceuta para descongestionarlos. Las comunidades, que tienen la competencia, se los repartirían y a Catalunya corresponden 15, según la agencia Efe. El conseller de Asuntos Sociales y Familia, Chakir el Homrani, no confirma la cifra concreta, pero ayer mostró la disposición de la Generalitat a la acogida e instó al gobierno español a hacer cambios de fondo en la ley de extranjería, informa Elena Freixa.

Y en medio de este caos padres y madres marroquíes viven con la incertidumbre de no saber nada de sus chicos y chicas, que se marcharon sin avisar. “Mira esta niña de 14 años. Su madre está desesperada, después de tres días sin noticias”, comenta Amina Driss, una voluntaria que ha recogido ropa de segunda mano para dársela a los chicos que andan sin rumbo por la ciudad. Nos enseña la fotografía de la chica, que le ha enviado un familiar por WhatsApp.

Y en el fuego cruzado entre España y Marruecos hay también niños muy pequeños, como la niña de 14 días que el lunes una familia subsahariana consiguió meter por un agujero abierto en la valla que separa el lado español de la playa del marroquí. Después los padres se lanzaron al mar y consiguieron llegar a Ceuta y reunirse con la pequeña. Ayer era imposible saber si la familia ha sido también devuelta a Marruecos o si ha podido pedir protección internacional.

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